PLAYZ
REPORTAJE

Davide Morana: "Perdí las cuatro extremidades, pero volvería a vivirlo otra vez. Es lo que me ha permitido ser quien soy a día de hoy"

  • En enero de 2018, una meningitis le hizo perder las piernas y los brazos

  • "Enseguida me mentalicé de que las extremidades no me pertenecían y tenían que irse"

  • Cecilia Cano, su pareja, volcó toda su historia en el libro Arriba la vida: "Este tema me ha abierto la mente sobre cuestiones de discapacidad"

MARÍA GARCÍA
13 min.

"Con 24 años me indujeron un coma: tenía meningitis y la enfermedad me hizo perder las cuatro extremidades. Fueron casi 12 operaciones, pero me animaban a salir adelante y a pensar en que iba a haber salida. Y efectivamente, la hubo". Con estas palabras, Davide Morana (Italia, 1993) celebró su segundo cumpleaños tras superar una enfermedad que le hizo replantearse su modo de vida y que ahora quedará para siempre plasmada en su libro: "Tenía unas rutinas bastante normales, pero muy estresantes. Trabajaba para mantenerme y sobrevivir, compaginaba el trabajo con una formación profesional de grado superior y hacía deporte todos los días a la semana. Con lo cual, era un estilo de vida de un chico joven normal y corriente".

Cecilia Cano, pareja de Davide y autora del libro Arriba la vida, subraya que todo lo que vivieron le hizo ser consciente de su fortaleza. "No sabía que era capaz de reaccionar tan bien ante una cosa tan grave. Por supuesto, me ha abierto infinitamente la mente sobre muchos temas, sobre todo en cuestiones de discapacidad. Me ha hecho relativizar mucho sobre las cosas por las que me preocupo", indica a PlayzTrends.

El 14 de enero se cumplieron tres años desde que el joven entró por primera vez al hospital. "Lo he aceptado tanto que se me había olvidado. Me acordé gracias a la mamá de Cecilia. Ha sido como borrón y cuenta nueva". Más de 80 días ingresado que, en sus propias palabras, lo convirtieron en la persona que es hoy en día: "A mi yo de hace cinco años le diría que lo está haciendo fenomenal y que se prepare, porque van a pasar cosas gordas (ríe). Pero todo lo que he vivido en el pasado, sobre todo lo malo, volvería a repetirlo y vivirlo otra vez, porque fueron esas malas experiencias las que me han forjado e hicieron posible lo que soy actualmente".

"Cuando me comunicaron que pasaba a quirófano, pensé: ¡por fin!"

Para quienes aún desconozcan tu historia, ¿qué ocurrió? ¿Hace cuánto comenzó todo?

Davide: Un día de enero empecé a encontrarme muy mal y no entendía por qué. Parecían síntomas de una gripe, pero yo notaba algo más. Llamé a mi pareja y le comuniqué todo. Decidimos irnos a urgencias, allí me hicieron análisis y todo salió bien. Pero de vuelta a casa, los síntomas se transformaron en vómitos violentos, fuertes dolores de cabeza... A la mañana siguiente, me aparecieron manchas de color rojizo por todo el cuerpo -prueba inequívoca de que la meningitis ya había saltado al torrente sanguíneo-. Los médicos ya no tenían dudas y me indujeron el coma. Después de los dos primeros días salí del peligro de muerte, pero mis extremidades estaban muy mal.

Cecilia: Cuando me enteré me parecía algo demasiado fuerte e irreversible. Se me cayó el mundo encima, incluso tuve un sentimiento de culpa muy grande porque fui yo quien lo llevó al hospital. Me puse a culparme pensando en que podía haberlo llevado antes y evitar que esto hubiera pasado. Pero enseguida me di cuenta de que era una estupidez pensar algo así.

¿En qué momento te dijeron que deberían amputarte las cuatro extremidades? ¿Te fueron preparando poco a poco para ello?

Davide: Yo salí del coma después de siete días. Salí en una alucinación casi constante debido a las altas dosis de morfina que me mantenían tranquilo en esos momentos y por la fuerte medicación que me estaban dando. En los pocos momentos de lucidez que tenía, veía mis extremidades totalmente ennegrecidas y paralizadas. Esa visión me causaba mucho estrés, así que desde ese momento comencé a mentalizarme de que esas extremidades ya no me pertenecían y tenían que irse. Pero no pude decírselo a los médicos porque estaba intubado y era incapaz de hablar o comunicarme con nadie. El equipo esperó dos semanas antes de empezar con la primera amputación, que fue la del brazo derecho. Ahí me comunicaron que íbamos a pasar a quirófano, y yo pensé: "por fin". Pero claro, ellos no lo sabían. Estaba atontado y no podía expresarlo.

Cecilia: En los primeros momentos lo que sentía era una incertidumbre y vacío grandísimos. Pero rápidamente me puse a buscar soluciones y vi que había más gente a la que le había pasado esto. El mismo día de la primera operación, yo ya veía personas con prótesis. Así que pensé que Davide también podría hacer una vida normal en el futuro. Siempre creí en él.

"Cuando vinieron los psiquiatras a verme, les dije: me considero afortunado y un privilegiado"

En casos como este, quizás lo normal sea el hecho de imaginarnos la cantidad de terapia que hay detrás para poder salir adelante. Pero no fue tu caso. ¿De dónde sacaste la fortaleza para no tener que necesitar ayuda psicológica?

Davide: Esa fuerza la tengo ya interiorizada desde hace muchísimo tiempo. No he tenido una infancia muy fácil y he tenido que ir superándome poco a poco. La adolescencia igual, salí de casa muy pronto, así que he tenido que enfrentarme a la realidad de la vida a muy temprana edad. Creo que todos esos baches que fui viviendo a lo largo de mis pocos años me prepararon frente a la meningitis. Después de encontrarme en esa condición, fue como bueno "uno más, saldré de esta como sea". Habría podido ser peor, así que a por todas. ¡No pasa nada! No me importa la opinión ajena, yo me acepto, me amo y quiero también a los demás. Hay que trabajar y seguir adelante para alcanzar otra vez mis objetivos. Esto es algo que tuve claro desde el minuto uno tras despertar del coma.

Cecilia: Desde el primer momento que le amputaron dijo que él quería vivir, que estaba perfectamente y que iba a salir adelante. Los psiquiatras se quedaron locos, y él rechazó tomarse los antidepresivos que le dan a cualquier persona que está en una situación difícil en el hospital. A mí me parece maravilloso e increíble, la verdad. Tampoco hubiera pasado nada si hubiera tenido que medicarse, pero se saltó mucho sufrimiento, así que genial.

Davide: Cuando vinieron los psicólogos y psiquiatras a verme, les dije: "no tengo nada que contaros, así que podéis decirme cómo estáis vosotros. Me considero afortunado, un privilegiado y acepto todo lo que vendrá durante estos días”. Ellos se fueron y les dijeron a mis padres que lo mío era casi antinatural, y que se iban porque al final acababan siendo ellos los pacientes y yo el psicólogo (ríe). Hay hasta médicos que me dicen que mi caso les cambió por completo su carrera, y es algo que me enorgullece un montón.

¿Cómo fue la reacción de vuestro entorno?

Davide: La gente se quedaba boquiabierta y con la mirada perdida. Es normal, yo siempre suelo empatizar con ellos y ponerme en el lugar de los demás. Yo haría lo mismo, porque también me llamaría la atención una chica que haya perdido sus cuatro extremidades y esté repleta de cicatrices. Por supuesto. Ahí está parte de mi propósito, el proporcionar una enseñanza indirecta a la gente que me ve y que nunca ha visto cosas tan duras. Viéndome entienden que existen, que hay gente que a pesar de su condición consigue llevar una vida normal y corriente, plena y con total autonomía. Al principio decían: "pobrecito". Pero luego me acercaba, les contaba, veían mi forma de ver las cosas y claro, al final tuvieron que volver a pensar: "qué tonto yo, que le digo pobrecito. ¡Este tío está mejor que yo!". Para todos es un choque, pero me alegra porque estoy produciendo un cambio en esa cabecita seguro. Mucha gente lo necesita.

Cecilia: Me encanta que no oculte las prótesis. Es más, una vez se puso un pantalón largo… ¡y me pareció súper raro! Dije por favor, quítate eso (ríe). Nos hemos acostumbrado un montón a verlas y me gusta mucho que no las esconda y que la gente las mire. No suelen verlo con pena, sino con buen rollo. Le ven y dicen: “Mira qué bien camina este chico”. Así que si algún día les pasa algo parecido o a algún conocido, saben que se puede andar bien y contento por la calle.

"A veces tengo que parar y decirme: es increíble lo que hago con cuatro prótesis"

¿Te consideras un ejemplo de superación?

Davide: No me gusta ser ejemplo de superación ni esa etiqueta que nos otorga la gente... Soy de la opinión de que todos somos ejemplos de superación. Es decir, para seguir con la vida, tenemos que superar diariamente mil problemas. Todos y cada uno de nosotros nos tenemos que enfrentar a situaciones difíciles muchas veces, y de ahí sale nuestra superación. Es verdad que historias como la mía destacan porque es algo físico, que se ve y que se palpa, pero al fin y al cabo, todos tendríamos que ser conscientes de que la vida es superación y que cada uno somos ejemplo de ello. Es algo que nos debería de animar a no desistir frente a los problemas, sino a seguir luchando hasta solucionarlo y sacar provecho de ese inconveniente.

En redes tienes vídeos donde se ve perfectamente lo autónomo que eres. ¿Aún hay quien ve esas imágenes y se sorprende? ¿La gente te escribe al verlo?

Davide: De todo el mundo, ¡hasta desde Rusia! No sé cómo contestarles, porque no llego a tanto. Pero les sigue impactando mucho. Para mí es algo totalmente normal. Forma parte de mi rutina, con lo cual llegué a normalizarlo tanto que ya no supone ningún esfuerzo y pasa a ser automático. A veces tengo que parar y decir "ostras, es increíble lo que consigo hacer con cuatro prótesis”. Ahí es cuando decido que me voy a grabar viajando en coche, o cómo me gestiono cuando estoy en Madrid solo. Todo eso lo filmo, lo cuelgo y la gente piensa "si este tío puede, yo puedo con eso y mucho más". Al final nos ponemos excusas con los problemas del día a día para no hacer las cosas.

Davide: Para mí es un orgullo, porque desde antes de la meningitis fui consciente de esa parte enferma de la sociedad, de que nos quejamos por todo y de que no nos damos cuenta de lo afortunados que somos. Nosotros, ¿sabes? Ciudadanos del primer mundo a los que nos sobran necesidades. He tenido que sacrificar parte de mi cuerpo, pero volvería a hacerlo, porque el cambio que estoy produciendo en mi pequeña ventana de redes sociales es brutal y me encanta.

"Siempre digo que desde las amputaciones, mi vida cambió para bien"

¿En qué momento decidisteis reflejar vuestra historia en un libro?

Cecilia: Yo realmente no decidí que quería escribirlo. Simplemente me puse a escribir porque siempre lo he hecho, sobre todo en los momentos malos. Es una forma de desahogarme y entenderme mejor a mí misma. Cuando Davide enfermó yo empecé a escribir día a día las sensaciones, las mejoras, las sorpresas de su reacción tan positiva… Luego dije “guau, esto podría convertirse en libro”. Pero no estaba planeado como tal.

Davide: Es un mensaje muy potente de una persona cualquiera que ha tenido que enfrentarse a un tremendo golpe físico y psicológico. Todo pintaba mal, porque no tenía ninguna perspectiva futura. Siempre digo que desde entonces mi vida cambió para bien. Todo lo que ocurrió después de esa fecha fueron cosas buenas. Digamos que ascendí como persona, incluso anímicamente. He aprendido muchísimo, y en ese libro la gente puede aprender a relativizar su condición valorando más su día a día, encontrando las fuerzas necesarias como para levantarse por la mañana y decir "venga, voy a cumplir con este día como si fuera el primero. Porque hoy estoy, pero dentro de una hora quizás no, así que más vale aprovechar".

Cecilia, ¿qué le dirías a los familiares de personas que sufran situaciones similares? ¿Cuál es el "secreto" para no perder el ánimo?

Cecilia: Que tiempo al tiempo. Poco a poco se va a ir resolviendo todo, y que al final podrá llevar una vida normal. Lo de Davide es una cosa muy excepcional: pasar directamente a estar feliz y aceptarlo todo está muy bien. Pero no es lo lógico. Seguramente, es sanísimo pasar un periodo de duelo y que toda familia lo pase mal durante un tiempo. Al principio se pierde el ánimo con todo el derecho del mundo, pero que no sea para siempre ni se enquiste, porque la vida sigue. Todo tiene solución.

"Con más inversión, el amputado volvería a ser una persona más en la sociedad"

En cuanto a las prótesis, ¿recibes algún tipo de subvención? ¿Cada cuanto es necesario renovarlas?

Davide: A día de hoy, el mundo amputado español tiene que ver con una dura realidad: tenemos que luchar con la seguridad social que financia componentes básicos, pero no en su totalidad. Y si no tienes dinero, perdóname, pero te jodes. No se habla de necesidad ni de que el amputado necesita volver a sentirse autónomo, pleno y en condiciones de desempeñar cualquier tipo de trabajo. Fíjate, yo soy atleta y las prótesis deportivas no están financiadas. Es decir, el catálogo protésico español no contempla la actividad deportiva porque no la consideran necesaria. Cuando el deporte, para todos nosotros, es algo fundamental que nos hace superarnos a diario. ¿Cómo no vas a considerarlo una necesidad? ¿Por qué no financiarlo?

Davide: Además, es que podrían ahorrarse muchísimo dinero financiándonos todos los componentes que necesitamos, porque el amputado volvería a ser una persona más en la sociedad, no una persona menos. Volvería a producir para la sociedad, pero es algo tan claro que no lo ven. Y no sé por qué. Es algo que me pregunto desde que me pasó todo esto, pero no consigo dar con la respuesta. Nos tenemos que pagar absolutamente todo. Lo más caro es el mantenimiento... Es carísimo. Estamos hablando de manos de 11.500 euros que te tienes que gastar al principio de tu bolsillo, porque la seguridad social solo te financia 3.000 euros. Después de los dos primeros años, tienes que pagar 2.500 euros de mantenimiento anuales. Es decir, la mano te pasa a costar casi 17.000. ¿Y quién puede permitirse una cifra así?

Davide: Amputados en España hay miles, pero se ven tan poco porque no tienen los recursos necesarios para pagarse las prótesis que necesitan para volver a su trabajo, su deporte y para volver a agarrar su vida. Yo estoy deseando que algún político me llame y me diga: "Oye Davide, ¿qué es lo que necesita un amputado joven como tú para volver a ser una persona más en la sociedad y no encerrarse en casa para depender de los demás? Con que me hicieran esta pregunta tan sencilla, les respondería claramente y seguro que entrarían en razón, pero se ve que intereses no hay. La mayoría de las veces, los cambios se producen con ruido y gritando alto. Desde mis redes sociales intento hacerlo, pero se ve que hay que hacer algo más.

Noticias

Televisión

Radio

Deportes

Infantil

A la Carta

Playz