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'Skins' y 'Euphoria': retrato audiovisual de dos generaciones

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CARLOS CASCOS
8 min.

Los productos audiovisuales juegan un papel realmente importante a la hora de que la juventud se identifique consigo misma y sus conflictos sean representados. A pesar de tener varios referentes a nivel nacional del género "high school" como Física o Química, Skam, Élite o HIT, este efecto de catarsis parece darse con mayor intensidad cuando las series vienen de fuera, sin importar demasiado que la inmensa mayoría no hayamos estudiado en institutos con taquillas, animadoras, quarterbacks y todos esos clichés que podemos ver en este tipo de contenidos. Pero resulta interesante ver cómo los espacios de debate que se generan en torno a las series trascienden a la ficción, motivando al espectador a posicionarse y discutir las problemáticas más actuales. Las series buscan el efecto espejo para representar a las diferentes generaciones, pero no siempre aciertan.

Entre 2007 y 2013, en plena ebullición adolescente de los millennial, se emitió Skins, una de las series que pasarán a la historia como un clásico generacional. La serie creada por Jamie Brittain y Bryan Elsley retrata las turbulentas vidas de un grupo de adolescentes en Bristol que se enfrentan a trastornos alimenticios, enfermedades mentales, problemas familiares, adicción a las drogas, la búsqueda de identidad sexual e incluso la muerte. En su día la acogida de la serie británica fue abrumadora, tanto por parte de unos espectadores que veían por primera vez plasmadas realidades que antes no habían sido contadas, como por los medios que aclamaban la irreverencia y la valentía de la propuesta. Lo que no se contó entonces -quizás por estar demasiado ocupados en aplaudir la novedad y estar inmersos en el fenómeno de la serie- fue cómo la irreverencia era en realidad morbo y la valentía una muestra de irresponsabilidad.

Effy Stonem acabó siendo musa para varias canciones de Yung Beef

Skins representó en su día las aspiraciones que todo adolescente deseaba en su vida, pero no solo la parte divertida de fiestas, drogas y sexo, sino también los dramas que venían incluídos en ese pack. El caso más representativo de este conflicto fue Effy Stonem, una de las protagonistas más polémicas a la que vimos afrontar una profunda depresión a base de nihilismo, frialdad y cigarros. Muchas de las adolescentes que tomaron a Effy como icono generacional, lo hicieron siguiendo la lógica de Tumblr, una plataforma coetánea al estreno de la serie en la que las imágenes que glamurizaban los trastornos mentales a base de fotos de autolesiones en blanco y negro con frases depresivas eran uno de los contenidos más populares. Pero Effy no era una femme fatale, si no una adolescente con un trastorno límite de personalidad que le lleva a un intento de suicidio. Su historia se mitificó y se entendió como una chica edgy hasta tal punto que acabó sirviendo de musa para varias canciones de Yung Beef, quien llegó a usar la imagen de la protagonista como foto de perfil de su cuenta de Twitter.

Skins no nos enseñó a enfrentarnos a los problemas, solo creó una experiencia audiovisual atractiva sobre los adolescentes

Así fue como confundimos "hablar de todo sin tapujos" y "ser irreverentes" con romantizar problemas y frivolizar con enfermedades tan serias como los trastornos de conducta alimentaria, un tema que se representa a través de Cassie. En uno de los capítulos, el personaje interpretado por Hannah Murray explicaba cómo había aprendido a aparentar que comía cuando cenaba con sus padres a base de marear la comida en el plato, o cómo lograba engañar a la enfermera para terminar su tratamiento de anorexia subiéndose a la báscula con unas pesas escondidas en la ropa y sumar los kilos que le faltaban. Si bien la serie se atrevió a contar estas situaciones con una crudeza y un realismo inédito hasta la fecha, no supo responsabilizarse de esos contenidos y evitar que esas conductas se entendieran como "cosas de adolescentes", presentando a sus personajes como autosuficientes y reduciendo las múltiples caras de esos dramas a la experiencia subjetiva de cada uno. Skins no fue una serie didáctica que pretendiera mostrar a los más jóvenes cómo enfrentarse a sus problemas, sino crear una experiencia audiovisual atractiva sobre estos, llegando a generar la impresión de que, en comparación, tu adolescencia era muy aburrida y desearas tener alguna adicción o trastorno para ser más interesante.

Pero no toda la culpa reside en la serie. Entre 2007 y 2020 hay un claro avance sobre la concienciación en materia de salud mental, problemas de adicción, acoso escolar o violencia de género, por lo que resulta mucho más fácil identificar los fallos de la serie haciendo un ejercicio retrospectivo. Este salto a la opinión pública y a la política de los problemas que más afectan a los jóvenes, ha ido también de la mano de los avances tecnológicos, con el surgimiento y la masificación de las redes sociales. Una serie de ventajas a la hora de plantear el contenido de las ficciones de hoy en día con las que la serie millennial no contaba (recordemos que Instagram nació a finales de 2010).

Euphoria apuesta por una mayor concienciación social y realismo

En 2019 se estrenó Euphoria, la adaptación de Sam Levinson de una serie israelí que cuenta la historia de Rue, una adolescente que nació 3 días después del 11-S, que desde pequeña sufría los síntomas propios del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el trastorno de ansiedad generalizada. El tratamiento psiquiátrico le hizo pasar su infancia bajo los efectos de la medicación, desarrollando así un problema de adicción a los medicamentos y las drogas. La protagonista interpretada por Zendaya, ganadora de un Emmy a mejor actriz, no trata de evitar su inevitable recaída desde el minuto cero de su proceso de rehabilitación, justificándose al afirmar que "el mundo está llegando a su fin y ella todavía ni se ha graduado". A Rue le acompañan otros personajes como su mejor amiga Jules, interpretada por la actriz y modelo trans Hunter Schafer, o Kat, a la que da vida Barbie Ferreira, cuyas experiencias en la vida real sirvieron para definir sus papeles en la serie. Levinson también reconoció cómo su propia experiencia de abuso de sustancias en la adolescencia inspiró algunas partes del guión, en el que no solo se reflejan las adicciones, sino también temas a la orden del día como la disforia corporal, el maltrato psicológico, la pedofília, las violaciones en pareja, las apps de citas o el mundo webcammer.

Hay muchos estudios que buscan las diferencias entre los patrones de comportamiento generacional y una de las conclusiones más repetidas es el carácter nihilista de los millennials contrapuesto a un mayor compromiso social y político de los Z. Aunque sea un debate complejo, lo que parece más evidente es la forma en la que este análisis generacional se aplica a la producción audiovisual, incorporando las nuevas identidades, estéticas, intereses y problemas a representar para un nuevo target de audiencia. Con el nuevo contenido no solo llegan nuevas ideas, si no las formas de representarlas y de involucrarse activamente a la hora de defenderlas, y por ello hemos podido ver campañas contra el acoso escolar o el suicidio que acompañan la promoción de series como Por 13 Razones, a pesar de que tuviera que censurar una de las escenas más explícitas de la serie en la que la protagonista se cortaba las venas y fue acusada de romantizar el suicidio.

Si Skins representó la visibilización de los problemas adolescentes desde la exageración, Euphoria es hija de su tiempo y apuesta por una mayor concienciación y realismo, consolidándose como una de las series predilectas de la generación Z contando con solo 8 episodios y el rodaje de la segunda temporada paralizado por la pandemia. Aun así son muchas las voces que desde su estreno el año pasado, criticaron la serie por el contenido inapropiado para los jóvenes señalando las escenas explícitas de sexo y la apología a las drogas a base de escenas más propias de un videoclip de alto presupuesto que de la vida de un adolescente. Estas quejas fueron elevadas por la asociación conservadora Parents Television Council para pedir la cancelación de la serie. A nadie le importó en su día que Skins fuera apta para mayores de 13 años, pero si algo ha avanzado además de la concienciación social, es también el conservadurismo frente a los contenidos para jóvenes, incluso si como en este caso la calificación de edad es para mayores de 17 años.

Ahora Euphoria tiene que demostrar que está a la altura de los retos y exigencias de su generación y demostrar que es más que una serie alocada llena de purpurina y excesos adolescentes. El capítulo especial que se estrenó el pasado viernes nos presenta a una Rue llena de mentiras que no puede sostener, a través de una conversación con Ali, su padrino de desintoxicación. Durante una hora podemos contemplar por primera vez la psicología de Rue al descubierto, rompiendo con la verdad absoluta de su voz en off y mostrándonos las capas de autoengaño que envuelven su adicción, y posiblemente, marcando el camino que seguirá la segunda temporada.

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CARLOS CASCOS (Madrid, 1994) estudió Periodismo y Cinematografía en Madrid. Ha colaborado en diferentes programas de radio y en medios digitales como Vice, Mondo Sonoro, Yahoo! o TiU. Ahora es guionista en el programa de Gen Playz (RTVE)

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