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Los colonos, avanzadilla de la anexión israelí de Cisjordania

  • Los ataques de los colonos se han acelarado desde el atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023

  • La OCHA advierte de que la violencia contra los residentes en la zona alcanz "niveles alarmantes"

ÍÑIGO HERRÁIZ (ENVIADO ESPECIAL A AL MUGHAYER, CISJORDANIA)
Tiempo de lectura 6 min.

Los vecinos de Al Mughayer se levantaron la semana pasada con sus tierras de cultivo en llamas. Era el último ataque de los colonos israelíes, que han ido estableciéndose en las colinas cercanas, estrechando el cerco sobre esta localidad de la Cisjordania ocupada.

Plantan lo que se conoce como outposts, unas cuantas tiendas o un contenedor, y desde allí hostigan a los palestinos hasta lograr expulsarlos. Es un patrón que se repite desde hace décadas, pero que se ha acelerado desde los ataques del 7 de octubre de 2023 de Hamás. Con todos los ojos puestos en Gaza, los colonos se han convertido en la punta de lanza de la colonización, que también avanza a golpe de decreto: el Gobierno israelí aprobó a finales de mayo la creación de 22 nuevos asentamientos, la mayor expansión territorial en 30 años.

Bilal Abu Aliya observa el horizonte desde la azotea de su casa. Eleva la mirada y va señalando las bases de los colonos en las colinas circundantes. Si mira hacia abajo, puede ver los terrenos calcinados por esos mismos colonos. A la izquierda, la última casa derruida por el ejército israelí. Y a la derecha, una carretera jalonada por banderas israelíes que les cierra el paso. La sensación de que viven acorralados se hace todavía más patente a pie de calle. La alambrada que rodea la casa está electrificada y recubierta de varios niveles concertina. Parece una fortaleza. La decisión de atrincherarse la tomaron hace un año después de sufrir uno de los mayores ataques colonos en décadas.

La casa de los Abu Aliya en Al Mughayer, rodeada de concertinas

La casa de los Abu Aliya en Al Mughayer, rodeada de concertinas RTVE / IGNACIO VILLANUEVA

Colonos a la caza del palestino

Eran cientos y buscaban venganza por la desaparición de uno de los suyos. El viernes 12 de abril de 2024, el joven Benjamin Achimeir salió a pastar con sus cabras y sólo regresó el rebaño. Había sido asesinado, pero esto se descubriría más tarde. No lo sabían cuando salieron a la caza del palestino. Y, a falta de un culpable, castigaron a todos. Desataron su furia contra 11 aldeas. Ardieron una docena de casas y más de 100 coches. Hubo cuatro muertos y decenas de heridos.

La casa de los Abu Aliya fue una de las que intentaron quemar. Bilal la recorre de punta a punta explicándonos lo que pasó aquel día. Señala los impactos de bala aquí y allá. Se agacha para reproducir cómo se agazapan bajo un muro. "Los disparos nos pasaban ronzándonos la cabeza, explica a RTVE. De su boca salen constantemente las palabras rasasa y dum, balas y sangre en árabe.

"Encontramos más de 500 balas", asegura. Una de ellas fue a parar a la cabeza de un primo de su padre, Jihad Abu Aliya. Murió al instante. Otras diez personas resultaron heridas. "El objetivo era derramar sangre", explica Bilal. "En cuanto vieron que lo habían matado —continúa—, se dieron por satisfechos y se marcharon". Israel arrestó a cinco colonos por su participación en los ataques. El palestino detenido y acusado del crimen del joven colono no era de Al Mughayer, sino de otra aldea, Duma.

Más envalentonados que nunca

La sensación general es que los colonos están más envalentonados que nunca. Rema a su favor el ánimo de venganza colectiva tras el 7 de octubre. También el Gobierno que está en el poder. Benjamín Netanyahu tiene en su gabinete a Ben Gvir y a Bezalel Smotrich, dos grandes promotores de la colonización. Desde este martes tienen vetada la entrada en Reino Unido y a otros cuatro países. Con ellos en el Gobierno se han aprobado 49 nuevos asentamientos e iniciado el proceso para legalizar siete outposts o puestos avanzados, que no solo son ilegales según el derecho internacional, sino que también incumplen la legislación israelí.

El anuncio a finales de mayo de los 22 nuevos asentamientos vendría a demostrar que "la anexión de los territorios ocupados" es el "objetivo principal" del Gobierno, según la organización Peace Now, que asegura que se trata de la mayor expansión territorial israelí desde los Acuerdos de Oslo de 1993. Nada de lo ocurre en Cisjordania parece tener precedentes.

Los ataques de colonos en la Cisjordania ocupada se multiplican

Niveles alarmantes de violencia

"Estamos viendo niveles alarmantes de violencia, violencia que lleva a demoliciones, a desplazamientos forzados en una escala que no habíamos visto nunca", afirmaba hace unos días Sarah Poole de OCHA, la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, que monitorea la violencia de los colonos semana a semana. En su último boletín, que abarca del 27 de mayo al 2 junio, documentaron 32 ataques de colonos, más de cinco al día.

El ejército israelí no suele hacer nada para impedirlos. Lo saben bien Fátima Abu Naeem y su familia. El pasado 15 de mayo, colonos israelíes invadieron la propiedad de un palestino en una zona de granjas de Al Mughayer. Ella y otros vecinos llegaron en su apoyo. Fátima y otra mujer se llevaron la peor parte. Recibieron golpes y empujones. Llamaron a la policía, pero apareció el ejército tirando gases y bombas aturdidoras. Fue Fátima quien acabó detenida.

Los beduinos, los más vulnerables

"Me soltaron a las ocho o nueve horas", cuenta a RTVE semanas después del suceso. "Me dejaron tirada de noche en una carretera de colonos", añade. Fátima y su familia son beduinos. Viven en medio de la nada. Su casa son unas cuantas tiendas, cobijadas por una gruta y rodeadas de una inmensidad de piedras y montañas. No tienen donde esconderse si vienen los colonos, y vienen casi a diario. Se saben incluso los nombres de sus cinco hijos y han llegado a amenazarla con matarlos.

Fátima, junto a su familia en su casa RTVE / IGNACIO VILLANUEVA

"Los niños no se asustan durante el día, pero les da miedo que aparezcan por la noche como el lunes pasado", explica Fátima. Todo lo van documentando con la ayuda de dos activistas extranjeros que conviven con ellos. Su presencia pretende ser disuasoria. Quién sabe a lo que se atreverían si no estuvieran estos activistas reacios a dar la cara por temor a que Israel los deporte. "La última vez que llamé a los militares por el acoso de los colonos, me acabaron interrogando por los activistas", dice Fátima entre risas, curada ya de espanto ante tanta connivencia entre soldados y colonos.