Cada guerra es diferente, pero todas tienen algo en común: alguien tiene que ser testigo directo para contarlo. Los informadores y reporteros gráficos presencian los conflictos, pero su salud mental no es inmune a ellos.
Expuestos a estrés emocional o a riesgos para la integridad física, los reporteros están ahí para contar lo que sufren otros. Les hemos visto en momentos críticos, porque narrar el horror tiene un coste.
"Es muy importante estar bien preparado físicamente y mentalmente. Esto no es una huida de tus problemas, porque cuando vienes aquí cargas con tus problemas y luego probablemente te vayas con otros añadidos, así que hay que ser equilibrado", afirma Almudena Ariza, quien actualmente es la enviada especial de RTVE en Cisjordania.
Los autocuidados, la herramienta para evitar que las emociones desborden
Los autocuidados son, según los expertos, una herramienta para evitar que las emociones desborden. Para algunos implica hacer deporte, el contacto con la familia o simplemente compartir con los compañeros.
"Hablar yo creo que ha servido para desahogarnos y eliminar posibles traumas", comenta el periodista Víctor García Guerrero.
Por su parte, el reportero gráfico Miguel Ángel de la Fuente, señala que "hacer piña, por supuesto, es terapéutico". "Una risa alivia mucho, pero por ser una defensa natural para poder salir del bache en el que estás", añade,
"Y sobre todo cuidar la red de afectos, de familiares y amigos y encontrar muchos espacios de disfrute", recalca la periodista de conflicto freelance Patricia Simón.
Mantener el hilo que une a esa otra vida rutinaria, porque tras la adrenalina de la cobertura es cuando aparecen los monstruos y, ahí, empiezan las pesadillas.
"Reconozco que había veces estando en Madrid que seguía escuchando las sirenas", admite el reportero gráfico Pablo J. Pérez.
El estrés por compasión
Uno de los riesgos es desarrollar estrés por compasión, una situación que a veces desemboca en lo que se denomina "trauma vicario".
"La sintomatología es parecida al del estrés postraumático, con síntomas muy intensos. La diferencia es que la persona individualmente no experimentó el trauma como tal, no te pasó a ti, sino a una persona secundaria", explica el psiquiatra Diego Balmaseda.
Para evitarlo, el experto entrena la fortaleza mental de trabajadores sobre el terreno y busca formas para que se evadan, como "aplicaciones de meditación, espacios de descanso, fines de semana alejados de ese contexto".
Mecanismos para poder seguir contando la guerra, sin perder de vista otras batallas, las que solo son con uno mismo.