¿Terapias de grupo para agresores condenados por violencia de género? Muchas personas reciben con escepticismo lo que consideran una excesiva atención hacia hombres que han maltratado a sus parejas durante años o incluso asesinos. "Encima les tenemos que pagar el psicólogo", afirman. Pero el sistema penitenciario español tiene como eje la intentar la reinserción de los penados en la sociedad tras cumplir su condena y las intervenciones para modificar actitudes y conductas no son solo cosa de los delitos de violencia de género. En estos casos, además del interés del propio preso, el objetivo también es proteger a las mujeres una vez que salga a la calle: que ellos no reincidan, que ninguna mujer más sufra.
Prevenir la reincidencia: intervenciones con agresores condenados
El programa PRIA en las cárceles
"PRIA es un programa de intervención en materia de violencia de género que se aplica a los hombres que ingresan en prisión por delitos relacionados con esta materia. Busca que extingan esta forma de relacionarse con las mujeres, basada en la dominación y el poder. Aborda que sean capaces de tener relaciones más igualitarias y por supuesto no sexistas con las mujeres", explica Lourdes Gil, coordinadora de tratamiento de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.
“Buscamos que sean capaces de establecer relaciones más igualitarias y no sexistas con las mujeres“
Estos hombres pueden estar cumpliendo penas de mayor o menor duración: por asesinato, por malos tratos habituales, por incumplir reiteradamente medidas como las órdenes de alejamiento, por detenciones ilegales... "Dentro del programa, el mismo año puede haber internos condenados nueve meses por un delito de quebrantamiento de condena y veinte años por delito de asesinato. Vemos que los resultados son positivos. Incluso entre ellos es positivo que exista esto: unos apoyan a otros, se dan consejos... Hay una cohesión grupal que facilita que se abran, que se motiven, funciona bien", nos cuenta Yadira Velasco López, psicóloga de Instituciones Penitenciarias.
Yadria Velasco explica que la participación en el programa tiene que ser siempre voluntaria para que sea operativa y se les ofrece desde el mismo momento de su ingreso en prisión, aunque muchos en principio presentan una actitud cerrada. "Ya en el proceso de clasificación inicial les explicamos que existe el programa, que existe esta formación. Les damos la oportunidad de participar. Hay que hacer un ejercicio motivacional importante con ellos al principio". Para eso existe en primer lugar un proceso individualizado que tiene en cuenta las circunstancias de cada caso.
Informe Semanal - Controlar al agresor
¿Qué se trabaja en estos programas?
Los hombres condenados por violencia de género suelen negar su culpabilidad, ellos han actuado como siempre se ha hecho. Marisol Lila, catedrática de Psicología Social de la Universidad de Valencia explica que se cuentan a sí mismos y al mundo una versión particular de los hechos: "Parece que no haya pasado nada. Tiene que ver con la negación de los hechos directamente, con la minimización de su conducta, de que no es para tanto, que a cualquier cosa se le llama violencia... También está la justificación: tú hubieras hecho lo mismo en mi lugar, es ella la que me ha provocado... O la culpabilización al sistema: la ley está hecha para las mujeres y los hombres estamos desprotegidos, etc". Y por eso, uno de los momentos más importantes de la terapia, según estas expertas, es cuando reconocen el delito, se hacen conscientes de la gravedad de lo que han hecho.
“Justifican su conducta: tú hubieras hecho lo mismo en mi lugar, es ella la que me ha provocado“
Para ello, hay que deconstruir toda la carga de esterotipos sexistas y roles de género que acarrean y en los que el papel de la mujer está supeditado al hombre. Todas coinciden en que no existe un perfil de maltratador ni por lugar de nacimiento, ni por formación académica, ni por edad o por nivel económico. Simplemente estos hombres comparten unos esquemas estereotipados en los que las relaciones se basan en el control. Elementos como el alcohol, otras substancias adictivas o incluso el haber crecido en un ambiente de violencia no son determinantes ni la causa del comportamiento agresor, aunque sí puedan suponer desencadenantes. En estas terapias se trata de deconstruir esa mentalidad y reducir esos factores de riesgo.
Yadira Velasco explica cómo se desarrolla la fase grupal en la cárcel de Teixeiro: "Formamos un grupo de 12 a 15 internos con una orientación conductual y una perspectiva de género muy importante. Se trabajan esos factores de riesgo, la gestión de emociones, la autoestima, la empatía, las habilidades sociales en la resolución de conflictos. No utilizar siempre estrategias de competir y no de cooperar... Se trabaja también la reestructuración de errores de género y esas creencias sexistas que hacen mucho daño".
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También en régimen abierto y como medida alternativa
Este tipo de intervenciones se adaptan también a los regímenes de semilibertad, cuando el preso sólo va a dormir a prisión, pero finalizan una vez que termina su condena y firma su libertad. Otra modalidad es la que se realiza como medida alternativa a la prision para aquellas condenas que no impliquen internamiento. A menudo, Instituciones Penitenciarias colabora con otras entidades para impartir estos programas. Una de ellas es Contexto, en Valencia. En Contexto imparten talleres para hombres que han cometido algún tipo de delito pero no entran en la cárcel y también realizan una labor de formar a formadores y formadoras.
Su directora es la catedrática Marisol Lila, que encabezó en 2004 un proyecto de investigación para elaborar un modelo basado en evidencias científicas y que tuviera en cuenta los diferentes niveles en los que el individuo interactúa: "Diseñamos un programa siguiendo una estrategia multifactorial de varios niveles: el individual, el relacional, el contextual y el macro social. Fuimos introduciendo estrategias que están avaladas por la literatura científica psicológica", nos cuenta.
“Pretendemos reducir loa abandonos del programa, que ellos se sientan involucrados en la terapia“
En 2013 pusieron en marcha un plan motivacional individualizado, como nos cuenta Elena Terreros, la subdirectora del programa: "El plan define las características individuales de las personas que acuden al programa de tratamiento para hacer una mejor intervención en esos factores de riesgo y esas características individuales en un formato grupal. Esa herramienta quería reducir los abandonos del programa, de manera que ellos se sintieran involucrados en la terapia". Aquí tampoco hay un perfil de agresor: "Es cierto que hay una presencia importante de hombres que participan en el programa que provienen de contextos culturales diferentes al nuestro y eso es una realidad que tenemos que tener en cuenta. Vienen con unas mochilas culturales diferentes, con una carga de prejuicios diferentes en algunos casos. No obstante, tenemos las mismas tasas de éxito y se producen los mismos cambios en españoles que en población de otros entornos culturales", aclara Marisol Lila
Participantes voluntarios
En el programa de Contexto, compartiendo grupo con hombres condenados, hay también otros que acuden de forma voluntaria, bien porque ellos mismos detectan que están tratando mal a sus parejas, bien porque sus familiares o amigos les obligan a hacerlo en vista de su comportamiento, bien porque quieren mostrar un buen comportamiento ante una posible denuncia. En todo caso, las voces expertas consultadas son partidarias de la existencia de este tipo de recursos a nivel comunitario para frenar y revertir comportamientos de maltrato de forma temprana.
Según instituciones penitenciarias, el 90% de los presos que siguen estos programas no vuelve a prisión por delitos de violencia de género, un porcentaje mayor que la media. Marisol Lila insiste en que su principal objetivo es ir a la raíz del problema para proteger a las mujeres, a todas las mujeres y se queja de que se suele poner el foco en las víctimas, que se les pide que cambien de vida, de lugar de residencia, de comportamiento... cuando el problema no está en ellas. El problema está en ellos y son ellos los que tienen que cambiar.