España atraviesa una sequía acrecentada por el paso de los meses, con un déficit acumulado de precipitaciones que se suma a un período previo inusualmente seco y cálido. Las olas de calor, además, han golpeado prematuramente y persisten en agosto, mes en el que se han registrado tres de estos episodios.
Los precedentes no son buenos: el año hidrológico 2021-2022 cerró como el tercero más seco desde que hay registros y el 2022-2023 terminó con un 12% de precipitaciones por debajo de lo normal y se convirtió en el sexto más seco del siglo XXI y el duodécimo más seco desde 1961.
La situación no afecta únicamente a nuestro país, aunque en la actualidad la península ibérica es una de las zonas más impactadas por la sequía. La preocupación ante la falta de lluvias se extiende también por el resto de Europa, que ve peligrar el suelo destinado a fines agrícolas.
Un 12% menos de precipitaciones que en el período 1991-2020
El año pasado las lluvias fueron escasas, según apunta el último informe de Aemet. Desde el 1 de octubre de 2022 hasta el 30 de septiembre, el valor acumulado de las precipitaciones fue de 560,7 litros por metro cuadrado (mm). Es alrededor de un 12% menos de lo esperado (640,1 mm) teniendo en cuenta los datos del período 1991-2020.
En el mapa anterior se observa que la cantidad de lluvia acumulada fue bastante menor de lo normal en el suroeste y nordeste de la península, así como en las islas más orientales de Canarias, salvo en La Palma y la mitad sur de Tenerife, y las precipitaciones terminaron siendo mayores de lo normal en amplias zonas del noroeste de la península: Galicia, oeste de Castilla y León, La Rioja y mitad sur de Navarra, las provincias de Madrid y Toledo y la mitad oeste de Cuenca, en la mitad norte de Extremadura, de manera más dispersa en el Levante, desde Almería hasta el valle del Ebro, en las islas de Mallorca y Menorca y en la mitad sur de la isla de Tenerife.
Según la Agencia Española de Meteorología (Aemet), las lluvias previstas para el próximo otoño e invierno serán casi un 50% más abundantes de lo normal en la península, aunque no suficientes inicialmente para que España pueda abandonar la sequía meteorológica de larga duración que arrastra desde finales de 2022.
Para que se superase la sequía meteorológica en los próximos meses tendrían que darse un otoño y un invierno "muy lluviosos", uno de los más lluviosos de la serie histórica, según el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo.
Sequía meteorológica de larga duración
Además de la Aemet, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también vigila el nivel de sequía que hay en nuestro país. Gracias a su monitor de sequía meteorológica, se puede apreciar la extensión de la severidad de la situación por la falta de lluvia.
Lo hace a través del SPEI o Índice de Precipitación Evapotranspiración Estandarizada. Este indicador, una vez obtenidos los datos de precipitaciones y los de demanda de agua por parte de la atmósfera en los últimos 12 meses, asigna un nivel de severidad: cuanto más negativo es el valor, es decir, cuanto más tiende a rojo, más grave es el nivel de sequía.
En su conjunto, la España peninsular se encuentra en situación de sequía meteorológica de larga duración desde finales de 2022. Las cuencas donde la sequía es más intensa son las del Pirineo Oriental y del Ebro, aunque todas las cuencas de acumulación de precipitación están en sequía.
Por su parte, y a pesar de las lluvias torrenciales caídas en septiembre, las cuencas del Guadiana, Guadalquivir y Sur sufren en la sequía meteorológica más duradera desde, al menos, 1961. En estas tres cuencas la sequía se inició en la primavera de 2016, hace más de siete años.
El 41% del país, en alerta o emergencia por escasez de agua
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) también divulga mensualmente informes y mapas que siguen la situación de sequía y escasez en todas las demarcaciones hidrográficas de la península.
El organismo, de acuerdo con los Planes Especiales de Sequía (PES), distingue entre la sequía prolongada, entendida como un fenómeno natural en la que el ser humano no interviene, y la escasez, relacionada con problemas puntuales en la atención de las demandas de agua.
Sobre la sequía prolongada, los últimos datos confirman los efectos generales de un año seco en la península. Así, el 31,6% de la superficie peninsular estaría en situación de sequía prolongada, según los últimos datos recopilados por Miteco), correspondientes al 30 de septiembre.
El mes de septiembre fue en general un mes húmedo con precipitaciones por encima de la media, sobre todo debido a la DANA del 3 y 4 de septiembre, que tuvo una gran repercusión en el centro de la península y en zonas del Ebro y el Duero. El año hidrológico terminó así con 58 unidades territoriales en estado de sequía prolongada, sobre todo en las cuencas internas de Cataluña, Guadiana, Duero, Ebro y en el este y sur de Andalucía.
Por otra parte, y según los datos del Miteco, el 41% del territorio se encuentra en situación de emergencia (14,7%) o alerta/excepcionalidad (26,3%) por escasez de agua, en especial en Cataluña, mitad norte de Aragón, el centro de Castilla y León, sur de Extremadura y Castilla-La Mancha y casi en toda Andalucía. La escasez coyuntural de agua está relacionada con los posibles problemas de atención de las demandas, independientemente de la disponibilidad de recursos hídricos.
La sequía afecta a extensas zonas de Europa
La escasez de lluvias y el aumento de las temperaturas no solo afectan a los embalses, sino también a las tierras de cultivo. En el siguiente mapa del Observatorio Europeo de la Sequía se aprecian las áreas agrícolas en el continente afectadas por la sequía o que estuvieron en alerta de sufrirla en septiembre.
Para identificar estos niveles se emplea el Indicador Combinado de Sequía (CDI). Funciona de forma similar al índice SPEI del CSIC, ya que, gracias a los datos recopilados por el satélite Copernicus, se analizan las precipitaciones, la humedad del suelo y la respuesta de la vegetación a las anomalías térmicas, y se asigna un nivel de preocupación.
Según estos datos, el 25,4% del territorio de la Unión Europea se encuentra en estado de alarma (sin contar los archipiélagos atlánticos de Azores, Madeira y Canarias) y el 1,3% en situación de alerta.
La mayor parte del este y centro-sur de Europa está experimentando condiciones secas que se extienden por todo el continente. En los países del noreste las condiciones secas duran ya más de tres meses. En Europa central y las regiones del Mediterráneo central, la sequía se ha desarrollado más recientemente.
El Indicador Combinado de Sequía a finales de septiembre de 2023 indica que el centro-sur de Francia, el este de Alemania, la mayor parte de Polonia, Estonia, partes de Lituania, Letonia y Bielorrusia, el centro y oeste de Ucrania, Moldavia, la mayor parte de Rumania, grandes zonas de los Balcanes, así como el norte de Turquía e Italia se encuentran en condiciones de alarma debido a la escasez de precipitaciones, el suelo seco y una temperatura más cálida que la media.
En Escandinavia, el Reino Unido, Irlanda, los Países Bajos, el norte de Francia, el norte de Alemania, el sur de Grecia y la Península Ibérica, las condiciones de alerta dispersas se están reduciendo y en su mayoría hay condiciones de recuperación o normales. Muy pocas áreas pequeñas en Escandinavia, el este de Rumania, los Alpes occidentales y el oeste de la Península Ibérica se encuentran en situación de "alerta", con la vegetación aún ligeramente afectada por la sequía.
Durante este período las temperaturas han estado por encima de la media estacional. Las olas de calor afectaron principalmente a Europa oriental y las regiones mediterráneas.