El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha concluido este martes una visita a Portugal en la que ha sellado el reencuentro entre ambos países y se ha encontrado tanto con seguidores como con detractores. Durante su visita al Parlamento, ha enfrentado protestas de la ultraderecha, que le ha calificado de hipócrita, mientras que un grupo de partidarios le ha aclamado como salvador de su nación.
El líder izquierdista brasileño finaliza así la que ha sido su primera visita a Europa desde que asumió la presidencia y que coincidía con la conmemoración anual en Portugal de la Revolución de los claveles de 1974, que derrocó al dictador Antonio de Oliveira Salazar.
El partido de extrema derecha portugués Chega ha iniciado una protesta en la que se han alzado gritos de "el lugar de Lula es la cárcel", en alusión al periodo en que el mandatario permaneció encarcelado en 2018, cuando se vio envuelto en una investigación por corrupción y blanqueo de capitales que salpicaba a miembros de su partido.
La condena fue anulada en 2021 y en 2022 Lula derrotó en las elecciones al entonces presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.
Mientras Lula se dirigía a la Cámara, los legisladores de Chega han golpeado sus escritorios mientras sostenían carteles que decían: "Basta de corrupción".
Además, tres de ellos llevaban consigo banderas ucranianas, ya que la semana pasada Lula enfureció a muchos, incluidos líders internacionales, al sugerir que tanto Ucrania como Rusia eran culpables de la guerra.
Lula defiende la democracia brasileña ante el Parlamento portugués
Bailando y sosteniendo claveles, los partidarios de Lula han estallado en júbilo a la llegada a la Cámara del líder brasileño, al que han recibido con gritos de: "¡Fascismo nunca más!".
"La democracia brasileña ha vivido recientemente momentos de gran amenaza... intentaron retrasar nuestro reloj 50 años", ha dicho Lula al Parlamento portugués. "La noticia que les traigo es que la democracia brasileña ha demostrado su solidez y resistencia".
"Veo (su visita) como un escándalo", ha declarado a la agencia Reuters Tania Jiménez, una mujer brasileña de 61 años que se mudó a Portugal, hogar de unos 300.000 brasileños, en diciembre. "Es un ladrón internacional".
"Hoy lloro cuando oigo el himno nacional (brasileño), de emoción porque veo que mi Brasil está volviendo", ha dicho Daniela Albuquerque, de 39 años, que se trasladó a Portugal hace cinco años en busca de una vida mejor para sus hijas.