No había ocurrido nunca y el hito habla muy bien de la calidad del audiovisual español: cuatro cineastas españoles se colaron el pasado 22 de diciembre entre los 15 cortometrajes preseleccionados por la Academia de Hollywood para los Oscar de 2023 y esperan ahora filtrarse entre los cinco finalistas que acudirán a la gala.
Álvaro Carmona (El tratamiento), Jose Pozo (Plastic Killer), Bea de Silva (Tula) y Santiago Requejo (Votamos). Este último valora para RTVE.es el acontecimiento. “Es histórico porque es dificilísimo y un signo del buen cine español que estamos viviendo. Son además cortometrajes muy distintos. Nos conocemos todos, hemos hablado y compartimos la alegría”.
Una nominación al Oscar a mejor cortometraje es siempre el final de un largo recorrido y el de Votamos es ya de dos años con premios en numerosos festivales y una nominación a los Goya en 2022. “Tras la buena acogida en festivales, apostamos por estrenar el cortometraje una semana en Los Ángeles, que es uno de los caminos para poder ser preseleccionado, pero, aunque tienes una pequeña esperanza, ha sido una sorpresa enorme y una emoción tremenda”, explica. Alrededor de 200 cortometrajes eran seleccionables, por lo que el éxito de la shortlist es ya un gran reconocimiento, aunque ahora los cuatro cortometrajes sueñan con pasar el corte final que se anunciará el próximo 24 de enero.
Votamos nace cuando Requejo escuchó la historia de una comunidad de vecinos que se oponía a que una inquilina con una enfermedad mental se instalara en el edificio.
El contexto, la comunidad de vecinos, le parecía al director un escenario típicamente español. “Nunca pensé que el cortometraje pudiera viajar fuera, lo veía todo muy de aquí, pero lo cierto es que empecé a recoger premios muy importantes fuera de España. En EE.UU. y Canadá por ejemplo nos decían que podía funcionar muy bien”.
"Cada vez más gente normaliza hablar de la salud mental"
Apunta a que la pandemia ha ayudado de algún modo a elevar la presencia de la cuestión de la salud mental en las agendas periodísticas y políticas. “Es un tema universal y en EE.UU. están muy concienciados. La pandemia lo ha acentuado muchísimo. Lo rodé en marzo de 2021 y, poco después, Simone Biles abandonó los JJ.OO. aludiendo a problemas de salud mental. Y empezó a hablarse mucho de que cada vez más gente lo normaliza, que es de lo que va el cortometraje”.
El periplo también le ha servido para reflexionar sobre la distribución de los cortometrajes. Inicialmente, Votamos estaba pensado para consumirse en Youtube, pero finalmente apostaron por la tradicional competición de festivales. “En ese sentido salió muy bien: en Youtube, la mayoría de los cortometrajes quedan enterrados. Decidimos hacer el circuito porque los premios son altavoces y llega a más gente”.
Por último, recuerda que Votamos fue rodado tras su primera película (Abuelos) y reclama que los cortometrajes son un género en sí mismos. “No me gusta ni la palabra cortometraje, porque tiene algo de devaluado, parece algo amateur. Hay historias que no necesitan más tiempo. Almodóvar está rodando un cortometraje, Sorogoyen hizo Madre tras tres películas. También han rodado Scorsese o Erice. Es un formato que cada vez tiene más demanda”.
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