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La 'cárcel del velo' en Irán: "Mahsa es el rostro de una tragedia que nos asola desde hace décadas"

  • La muerte de Mahsa Amini por llevar mal el velo ha desatado protestas inéditas que se suceden en todo Irán

  • "En la escuela nos decían que te colgarían de cada mechón de pelo que no estuviera cubierto en el infierno"

EBBABA HAMEIDA
9 min.

"Los mejores libros son aquellos que te cuentan lo que ya sabes". Con esta cita de la novela 1984 de George Orwell, Lunette una joven iraní de 17 años, compara la situación que atraviesan las mujeres iraníes a raíz de la muerte de Mahsa Amini. Accede a una entrevista con RTVE.es desde la localidad de Elburz, a casi 60 kilómetros al este de Teherán. La narración distópica no dista de la realidad que viven las mujeres y las niñas en Irán.

"Leí en varias ocasiones 1984 y también Rebelión en la granja, ambos hablan de nuestra vida bajo el régimen de los ayatolás. Nosotras hemos sufrido mucho, quieren imponernos el autoritarismo que describe muy bien Orwell". Esta joven sueña con estudiar filología inglesa, quiere escribir y le apasionan los libros. Desde una edad muy temprana ha encontrado en los cuentos y las novelas un refugio para inhalar aire en medio de la asfixia impuesta por un régimen que, según ella describe, pretende "esconder a las niñas".

La muerte de Mahsa Amani, una joven kurda de 22 años, por supuestamente ponerse mal el velo el pasado 16 de septiembre, le ha provocado sentimientos encontrados. "En los últimos 25 días, vivo en una montaña rusa de emociones", explica. Desde ese día no han parado las manifestaciones, huelgas y abucheos contra el presidente ultraconservador de la República Islámica, Ebrahim Raisí. Lunette, por un lado, siente tristeza por las muertes y las detenciones de centenares de mujeres y hombres que han salido a protestar; por otro lado, tiene la esperanza de que estas revueltas impulsen "un cambio y un futuro mejor para mí y para la generación que viene".

Más de un millar de detenciones

Las manifestaciones han entrado en su cuarta semana y las autoridades iraníes no consiguen apagar la llama del mayor descontento social en los últimos años. Conforme reina el hartazgo en las calles de varias ciudades todos los días, crece también la represión. Las autoridades han detenido a periodistas, blogueros, activistas y han puesto fuertes restricciones a internet. Según los últimos datos del Center for Human Rights in Iran (CHRI), han sido detenidas al menos 1.200 personas, entre ellas 92 activistas e integrantes de la sociedad civil. Las últimas detenciones han ocurrido directamente en domicilios o lugares de trabajo.

"Muerte al dictador", "Muerte a la República Islámica" o "Mujer, vida y libertad" son los mensajes que resuenan estos días en las calles, pero también en los patios de las escuelas y en las puertas de las universidades. Ellas, asegura Lunette, gritan sin miedo porque "no se trata solo del hiyab, sino de una lista larga de normas estúpidas que se suman a los problemas económicos ya existentes", explica. Enumera las leyes que las discriminan: una mujer no puede tener ningún cargo político importante, no puede ser jueza, tiene prohibido tener un pasaporte sin el permiso de su tutor, no puede tener la custodia de sus hijos después del divorcio y un hombre puede demandar a su mujer por no tener relaciones sexuales con él y si no cambia tiene el permiso legal para casarse de nuevo.

"La mujer no es más que una muñeca sexual que tiene que obedecer cualquier cosa que el hombre le diga", resume Lunette. "Es como si siempre te dijeran que te escondas. Quieren que todas nos mantengamos puras e incluso hablar o charlar con un chico significa que somos sucias. En la escuela primaria siempre nos decían que si no te cubrías el pelo, te colgarían de cada mechón que no estuviera cubierto en el infierno", añade.

En la escuela primaria siempre nos decían que si no te cubrías el pelo, te colgarían de cada mechón que no estuviera cubierto en el infierno

Shirin Salehi tiene 40 años, nació tres años después de la Revolución Islámica en 1979. Es artista visual y profesora en distintos centros en Madrid y Nueva York y dedica parte de su tiempo a hacer de intérprete a las personas refugiadas que provienen de Irán y Afganistán. Vive estas manifestaciones a miles de kilómetros con "mucha tristeza y angustia, preocupada por mis personas queridas, apenas podemos comunicarnos, y tengo el corazón inquieto por cada una de las mujeres y hombres que están arriesgando sus vidas en las calles solo por pedir algo que es profundamente justo y les pertenece: su derecho más básico a la libertad", relata.

Shirin Salehi, artista visual y escritora iraní

Crecer en represión

Ella vivió una infancia en Irán marcada por el nacimiento del régimen teocrático que se apoderó de todos los derechos. Eliminaron todo tipo de oposición política en una época en la que todo estaba impregnado por las consecuencias de los ocho años de guerra contra Iraq. Muchas personas murieron y el país está sumido en una profunda crisis social desde entonces. Shirin aún tiene grabados en su memoria los murales de los mártires en las ciudades. "Yo era aún muy niña y no entendía su carácter de adoctrinamiento político, me fijaba en las figuras y los motivos florales que adornaban los cuerpos de los soldados que ascendían al cielo y los miraba apenada. No sabía que el régimen los utilizaba como propaganda".

Al final de la guerra, la sociedad iraní empezó un desdoblamiento que la ha marcado durante años: por un lado, frente a la asfixia colectiva, los esfuerzos de transgresión y la desobediencia civil de muchas personas, y por otro, la indiferencia y la negación de otros que se adhirieron a los beneficios económicos del sistema. Las manifestantes que salen hoy a las calles son muy jóvenes, cuenta Salehi: muchas son menores como Lunette.

"Es conmovedor ver a las niñas y adolescentes quitarse el velo en el colegio en signo de protesta. Su presencia está teniendo una repercusión histórica. Pienso que solo una acción colectiva puede tener resultado", asegura. De lo contrario, dice, sin estar unidas habrían ido cayendo una a una. No aceptan que solo por llevar el velo incorrectamente, según la visión de la Policía moral, se pueda golpear tanto a una mujer de 22 años hasta que entre en coma a las pocas horas de su detención.

"Mahsa es el rostro visible de una tragedia que asola el país desde hace décadas", añade. Salehi tiene el recuerdo nítido del primer día de colegio y del uniforme azul oscuro que la cubría el cuerpo y el maghnaeh, un velo que se pone en los espacios de estudio o trabajo, "una tela cosida a medida que me cubría todo menos el óvalo de la cara. Caía sobre mi cuerpo tapándome los hombros y más adelante los pechos cuando era adolescente, evitando que nadie pudiera imaginar las formas de mi cuerpo. Me enfurece pensar en las mentes perversas de quienes ven una mujer en una niña de primaria", denuncia. Son las mismas mentes que luego mandaban cortar los pechos de las maniquíes que irían a las vitrinas de las tiendas para no generar excitación entre los hombres paseantes. Y Salehi se pregunta qué futuro pueden tener unas niñas que crecen entre tanto terror psicológico o cuánto esfuerzo necesitarán para sobreponerse a ese miedo interior.

Una niña puede contraer matrimonio a los 13 años

En Irán la edad mínima para contraer matrimonio son los 13 años para las niñas. El matrimonio infantil se impuso después de la llegada de la República Islámica y ha sido promocionado reiteradamente en programas de la televisión pública, celebrando en actos colectivos la llegada a la pubertad de las niñas. "Pero de facto estos matrimonios pueden ocurrir legalmente a edades incluso más tempranas, con un consentimiento judicial y paterno", argumenta la artista. El problema, dice, es que ese hombre puede decidir tener hasta cuatro mujeres legales, además de decenas de otras mujeres bajo la tutela de un sistema que avala los matrimonios temporales legales. Son los llamados sigheh, donde el hombre contrata una relación legal con una mujer, que puede durar incluso horas, favoreciendo así la poligamia para los hombres, y claramente un modo de cubrir la prostitución en muchos otros casos.

"Las leyes discriminan a las mujeres y son contrarias a la realidad de las mujeres de estos tiempos y a los estándares internacionales, y esto ha provocado muchas protestas en todos estos años", asegura Shima Ghooshe, abogada iraní especializada en el derecho de la mujer desde Teherán. Hace hincapié en que este movimiento de las mujeres no es nuevo, ellas han estado todas estas décadas rechazando estas leyes discriminatorias. "Esta lucha ha sido en forma de varias campañas, negociando con personas e instituciones responsables, en línea con la actividad civil, y también hemos ido sensibilizando sobre nuestros derechos y nuestras demandas", informa.

Todos estos esfuerzos han llevado a las recientes protestas de las mujeres, explica la abogada. Exigen su libertad, una demanda que no encaja en el marco de la República Islámica de Irán y las mujeres tienen demandas más allá de las limitaciones de los ayatolás. "Hasta ahora el régimen ha puesto como excusa que la sociedad no está preparada para los cambios para no llevar a cabo reformas", dice. Según Ghooshe, no ha hecho nada para cambiar la sociedad a través de los medios y herramientas del Estado, y ha silenciado la movilización de las mujeres activistas. Además, su argumento es que las demandas que se exigen van en contra del islam, de ahí que demoniza a las feministas, las obliga a guardar silencio y las encarcela.

"Habrá un cambio, pero tardará"

"Creo que definitivamente habrá un cambio, pero llevará más tiempo", asevera Ghooshe. Además, destaca el acompañamiento de los hombres que demuestra que la sociedad ha avanzado hacia el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Por otro lado, la represión que ha ejercido el actual líder supremo, Alí Hoseiní Jamenei, se ha vuelto incomprensibles. "Todas las personas que participan en ellas han desafiado todo el sistema y están tratando de cambiarlo", añade.

El futuro de Irán tras esta histórica movilización feminista es aún impredecible. Salihi considera que es pronto para saber qué pasará pero tiene el presentimiento de que este movimiento seguirá hacia adelante. El país está viviendo uno de los movimientos feministas más conmovedores de los últimos años, al que naturalmente "se ha unido una gran parte de la población cansada de la opresión, la corrupción y la censura".

El apoyo de la sociedad civil a nivel global les ha reconfortado y alentado. "Confío en que dé para pensar colectivamente también desde Europa. Viviendo las protestas en Irán y el apoyo masivo de la diáspora iraní, resulta inevitable no pensar también en nuestras hermanas afganas y en cuánto necesitan del apoyo internacional. Confío en que este esfuerzo colectivo dará su fruto", concluye.

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