La imagen de las mesas de negociación entre Rusia y Ucrania han llamado la atención por un factor en principio no relacionado con el conflicto: en ellas las mujeres brillaban por su ausencia. Tanto del lado ucraniano como del ruso, eran hombres los que se sentaban a hablar de los diferentes temas, desde los corredores humanitarios para proteger a la población civil hasta las líneas rojas que ambas partes establecían en la negociación. La escasez de mujeres en la alta política internacional no es una novedad. En el programa Objetivo Igualdad hemos preguntado a diplomáticas y expertas por qué sucede esto y qué consecuencias puede tener la ausencia de mujeres en los foros internacionales y las negociaciones de paz.
Una paz más duradera
Begoña Lasagabaster tiene una larga trayectoria en la ONU y, desde 2017, más concretamente en ONU Mujeres, organización cuya oficina para Túnez y Libia encabeza hoy. Ella cuenta cómo en el complejo escenario de las negociaciones de paz de Libia no había mujeres libias en la mesa y fueron precisamente las delegadas de otros organismos y países las que llamaron la atención sobre este hecho. ONU Mujeres llevó a cabo un trabajo de contacto con mujeres activas en la población civil y se consiguió que en la siguiente ronda, un 14% de la representación nombrada por el negociador libio fueran mujeres.
La ausencia de mujeres se ha repetido en las negociaciones de paz de los diferentes conflictos a lo largo de la historia. En las rondas para la resolución de conflictos internacionales desde 1992 solo ha habido un 13% de mujeres. Y si han sido pocas negociando, han sido menos -solo un 6%- en la firma de los acuerdos de paz, según los datos que maneja la ONU. Algo que, según Lasagabaster, no tiene sentido: "Los datos empiezan a demostrarnos varias cosas. La primera, cuando participan las mujeres en la prevención de conflictos y singularmente en los acuerdos de conflictos de guerras y de paz, a esos acuerdos se llega antes y los acuerdos tienen una mayor sostenibilidad en el país".
“Las mujeres aportan soluciones más ligadas al terreno que los dirigentes o líderes de los clanes“
Además, las partes armadas suelen nutrir sus filas tradicionalmente por hombres y estar comandadas también por varones, elemento que resalta Cristina Gallach, ex secretaria general adjunta de Naciones Unidas para temas de comunicación e información: "A mí me preocupa muchísimo cuando veo negociaciones donde solo hay hombres, porque falta esta perspectiva inclusiva. Al final la paz se hace con la vida cotidiana y quiénes lideran la vida cotidiana son sin duda las mujeres. Ellas aportan soluciones mucho más ligadas al terreno de lo que pueden aportar los dirigentes políticos, los líderes de los clanes o, como ocurre en zonas de conflicto, las milicias armadas, que generalmente suelen ser hombres".
Necesidad de una perspectiva de género
Gallach es en la actualidad comisionada de los Fondos Europeos para potenciar la economía de la lengua, pero en su etapa como secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y para Iberoamérica ha estado en contacto con procesos muy delicados. Considera una gran asignatura pendiente el que las mujeres intervengan los procesos de estabilidad y paz: "Hay un caso muy interesante, la negociación que tuvo lugar en Colombia entre el Gobierno y las FARC, donde hubo una perspectiva de género muy fuerte. Pensemos que había muchas mujeres que estaban en el bando de las FARC y que muchas de ellas tenían hijos y había que integrar a todas estas personas y a los niños".
Manuela Mesa, directora del Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ) se pregunta hasta qué punto es posible construir una paz sostenible y justa sin contar con la mitad de la población y también subraya la importancia de incorporar la perspectiva de género a la agenda internacional: "Eso significa incorporar las experiencias y conocimientos de las mujeres, pero también abordar los temas de seguridad, de defensa, de paz desde esa perspectiva de género. Significa incluir una diversidad de temáticas que afectan a hombres y mujeres, lo que implica abordar las discriminaciones que sufren las mujeres". Entre estos asuntos, afirma Mesa, es muy importante incluir en la política internacional asuntos como la violencia sexual o la violencia económica.
“Hace 30 años de miles de violaciones a mujeres en Bosnia y lo estamos viendo de nuevo en el frente ucraniano“
El uso de la violencia sexual sobre las mujeres como arma de guerra sigue patente también en la guerra que se está viviendo en Ucrania. "Pese a los avances sobre protección de las mujeres en conflictos -muchos conseguidos gracias a mujeres activistas en el ámbito internacional- nos damos de bruces con los mismos problemas que hace 30 años con la guerra de Bosnia. Hubo entonces entre 30.000 y 40.000 violaciones de mujeres y nacieron fruto de esas agresiones más de 2.000 niños o niñas que ahora son adultos. Y nos estamos dando cuenta que en el frente ucraniano se están viendo de nuevo violaciones de mujeres", se lamenta Gallach. "Otro elemento muy importante es el de la trata. Estamos muy volcados en detectar las fallas por donde los tratantes manipulan a mujeres jóvenes, en general muy frágiles porque no tienen recursos. Nos estamos dando cuenta que desde Europa del Este hay un incremento de jóvenes y mujeres tratadas. Tenemos que utilizar las armas diplomáticas, las armas jurídicas, pero también las armas de nuestra sociedad para detectar estas fallas y ponerle remedio", concluye la veterana diplomática.
Mujeres en la diplomacia y en el poder
¿Cómo pretender paridad en la resolución de conflictos si no la hay en el poder político y la diplomacia? Cristina Fraile es la presidenta de la Asociación de Mujeres Diplomáticas de España (AMDE), que se creó precisamente para intentar solucionar la falta de paridad en la profesión. Según sus datos, hay un 29% de mujeres en la carrera diplomática en España, pero repartidas de forma desigual. "La Carrera Diplomática es muy jerárquica. La antigüedad es un dato importante. No es lo mismo la situación en los tramos de la carrera en los que se tienen más de 20 años de antigüedad; ahí las proporciones son muy distintas, somos el 19 % frente al 81% de hombres. En cambio, en las promociones que tienen menos de 10 años de antigüedad estamos mucho más igualados. Ahí las mujeres representamos el 38 %, frente al 62% de los hombres. Una cosa son las cifras globales y luego hay que verlo a lo largo de las distintas generaciones", explica.
Cristina Fraile es una de las 33 embajadoras españolas y encabeza la representación en Austria. Hay 95 embajadores varones en la actualidad. Ellas suponen pues el 25% del total de embajadores. "Nunca ha habido una mujer embajadora en Londres, ni en París, ni en Washington o en Moscú, ni en Pekín. Es decir, que una cosa son los porcentajes y otra es la distribución de esos porcentajes, que también es un aspecto muy importante que nos gusta poner siempre de manifiesto", subraya y afirma que para su asociación la paridad no es una cuestión ideológica, sino una necesidad y una manera de reflejar a la sociedad española.
Pero esa paridad está muy lejos de la política internacional. Begoña Lasagabaster recuerda los datos a nivel mundial: De 193 países sólo hay 10 con jefas de Estado y 13 con jefas de gobierno. En los parlamentos del mundo hay un 26,1% de mujeres. "Es ver la botella medio llena o medio vacía, porque todavía hay tres de cada cuatro parlamentarios que siguen siendo hombres, pero es verdad que la proporción se ha rebajado en los últimos años. Hemos avanzado, sí, pero una lentitud muy dolorosa, porque significa que tardaremos 130 años para conseguir la paridad y yo creo que esto no es posible.
“Tardaremos 130 años en conseguir la paridad y eso no puede ser“
No se trata sólo de una cuestión de cantidad. Las mujeres aportan su experiencia, nuevos temas a las agendas, nuevas perspectivas. Cristina Gallach pone un ejemplo: "Cuando Hillary Clinton fue nombrada secretaria de Estado, entre otras muchísimas cosas, se propuso trabajar para acabar con los hornillos de carbón en zonas menos desarrolladas, ¿por qué? Porque la salud de las mujeres que cocinaban todos los días y estaban 24 horas pendientes de esos hornillos de carbón era muy frágil. Ese cambio de emplear los fondos para entregar otro tipo de hornillos y que las mujeres no sufrieran ese impacto de salud tan grave fue muy transformador. Pensar con esta amplitud cuesta más que lo hagan los hombres. Creo que las mujeres, por la vida cotidiana que han tenido, contribuyen a unas transformaciones más profundas". No obstante, cree que el futuro está también en que los hombres en los círculos de poder se abran a esa actitud: "Que los hombres también piensen cómo romper estereotipos, cómo romper procesos, cómo romper actitudes para realmente ser transformadores".