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Guerra en Ucrania

La violación de mujeres como arma de guerra: "Todo es para aterrorizar, es un daño imborrable y de por vida"

EBBABA HAMEIDA
10 min.

Oksana Hasko atiende cada semana "entre cinco y diez casos" de violaciones en Ucrania. En lo que va de guerra, Rokada, la organización en la que trabaja como psicóloga, ha proporcionado ayuda a medio centenar de personas. “Los médicos hace unos días me remitieron un caso de una joven de 16 años. Es difícil hablar de ello y no me gustaría contar más detalles”, dice conteniendo el aliento. En un conflicto todo es traumático, explica Hasko, aunque “escuchar los testimonios de abusos contra mujeres y niñas es lo más doloroso”.

Las organizaciones internacionales de derechos humanos ya están sobre el terreno investigando posibles crímenes. Human Rights Watch ha documentado un caso de violencia sexual reiterada. “Una mujer nos contó que un soldado ruso la había violado repetidamente en una escuela de la región de Járkov donde ella y su familia se habían refugiado el 13 de marzo. Dijo que la golpeó y le hirió la cara, el cuello y le cortó el pelo con un cuchillo. Al día siguiente, la mujer huyó a Járkov, donde pudo recibir tratamiento médico y otros servicios", explica a RTVE.es la directora asociada para Europa y Asia Central de Human Rights Watch, Judith Sunderland.

“Revisamos dos fotografías que compartió con nosotros en las que se veían sus lesiones faciales”, indica Sunderland. Desde la organización aseguran que no hay pruebas de que la violencia sexual sea masiva o se utilice de forma sistemática. “No es que no esté ocurriendo, sino que simplemente todavía no tenemos documentación al respecto, ni hemos visto esa documentación fiable proporcionada por otros en este momento”, asegura.

“El 9 de marzo documentamos el caso de una mujer que ha aportado pruebas. Resulta que los soldados rusos ejecutaron a su marido y después la violaron en varias ocasiones. Su hijo estaba escondido en la caldera”, asegura a RTVE.es Maribel Tellado García, portavoz de Amnistía Internacional en España. Un equipo de investigación de esta organización también está investigando abusos y violaciones en lo que va de ofesiva rusa en Ucrania.

En cualquier conflicto, la violencia sexual es usada como una estrategia de terror. En el caso de Ucrania aún es pronto decir que se esté “utilizando como arma de guerra”. La violencia sexual puede ser tanto oportunista en la guerra como usada intencionadamente, pero “en este momento no tenemos pruebas en cuanto a la intención y, no es que no se estén dando agresiones, simplemente no tenemos la documentación para probarlas en este momento”, dice Sunderland. En la práctica, las agresiones sexuales contra mujeres y niñas son comunes en los conflictos y en “muchas ocasiones se producen de forma sistemática, por lo que hace falta que se investigue y que no se permita la impunidad, porque en muy pocos casos, los responsables rinden cuentas”, añade Tellado.

Según el Gobierno de Colombia, 3.500 mujeres son victimas de violaciones y torturas por parte de los militares, paramilitares o guerrilleros.

Un "sistema jurisdiccional muy activo" para investigar en Ucrania

La situación en Ucrania es muy diferente a otros conflictos armados porque por primera vez la Fiscalía de la Corte Penal Internacional está teniendo la oportunidad de investigar la comisión de posibles crímenes internacionales con una cierta inmediatez, explica la Defensora Principal de la Oficina Pública de Defensa de las Víctimas de la CPI, Paolina Massidda.

Este hecho es de de suma importancia para investigar los delitos, ya que “hasta ahora la CPI había intervenido en situaciones muchos años después de la comisión de los crímenes, lo que le ha dificultado el acceso a las pruebas”.

Massidda también considera que hay que destacar que en Ucrania hay un sistema jurisdiccional nacional muy activo. “Diferentes ministerios públicos en Ucrania ya han abierto investigaciones”, explica. Además, al regirse la Corte Penal Internacional por el principio de complementariedad, los tribunales nacionales tienen prioridad en la investigación y enjuiciamiento de los delitos que se cometen en su territorio. “La Corte splo interviene cuando un juez nacional no puede o no quiere proceder”, concluye.

Massida, en sintonía con las responsables de las organizaciones de derechos humanos con las que RTVE.es ha podido conversar, también es prudente a la hora de hablar de delitos sexuales. “No descartaría que se estén cometiendo porque mi experiencia me dice que en este tipo de situaciones siempre se da”, recuerda. Uno de los motivos es que las tropas no respetan al 100% el derecho internacional humanitario. “Los delitos sexuales siempre se han cometido en todas las guerras y en todos los países, y prácticamente en todos las épocas”.

De hecho, este tipo de delitos se habían considerado excusables durante mucho tiempo como “una recompensa a los soldados después de una privación prolongada de relaciones sexuales y , por otro lado, también porque no había suficiente disciplina en las filas militares para poder, eventualmente, reprimir este tipo de delitos”, argumenta la abogada.

La guerra de Etiopía: la violación para la limpieza étnica

El informe Los borraremos de esta tierra: Crímenes contra la humanidad y limpieza étnica de Tigray Occidental de Amnistía Internacional y Human Rights Watch documenta cómo las nuevas autoridades de Tigray Occidental y las fuerzas de seguridad de la vecina región de Amhara, con la aquiescencia y posible participación de las fuerzas federales etíopes, expulsaron a varios cientos de miles de civiles tigrayanos de sus casas. Para ello recurrieron a las amenazas, homicidios ilegítimos, violencia sexual, detenciones arbitrarias masivas, pillajes, traslados forzosos y negación de ayuda humanitaria.

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Estos ataques generalizados y sistemáticos contra la población civil de Tigray equivalen a crímenes de lesa humanidad y de guerra. Sin embargo, las autoridades etíopes han restringido el acceso a la zona imposibilitando el escrutinio independiente de la situación sobre el terreno, lo cual, según denuncian las firmantes de este informe, posibilita mantener oculta la campaña de limpieza étnica en gran medida. “La violencia sexual tiene, lamentablemente, un papel central. Ha sido generalizada, ha habido violaciones en grupo que se acompañan de insultos étnicos, de tortura, de mutilación sexual, de esclavitud sexual”, asegura la portavoz de Amnistía Internacional en España.

Las ONG han constatado violaciones en grupo que incluían a varias niñas que fueron hospitalizadas durante meses. “Tenían desgarros genitales producidos probablemente por fusiles, según los propios informes médicos”, relata. Otro caso estremecedor es el de una mujer de 27 años que fue violada en grupo. Durante la violación, sus agresores le espetaban que “los tygrianos deben desaparecer de este territorio. Estamos purificando tu sangre”.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el fenómeno cobró mucha más importancia porque los delitos sexuales, en especial la violación, se utilizaban como medio para aterrorizar a la población civil y a para desmoralizar a las tropas enemigas. “Los hombres se sentían impotentes ante la violación de sus mujeres y, por lo tanto, la moral de las tropas se resentía”, asegura la letrada Massida.

Desde la II Guerra Mundial ha habido muchos ejemplos, no solo de violaciones perpetradas en gran número, sino también de esclavitud sexual de mujeres. La memoria lleva a los conflictos de Bosnia-Herzegovina, Ruanda o la antigua Yugoslavia en los años noventa. Durante décadas también se han registrado en Colombia, Nigeria con Boko Haram, los Rohinyas en Myanmar o Irak.

Deshumanizar y degradar a las propias mujeres

La violencia sexual en un conflicto tiene muchos objetivos, como el de deshumanizar y degradar a las mujeres infringiendo daños físico y psicológico. “Es un daño imborrable y de por vida”, asegura Tellado García. Pero sus autores también buscan aterrorizar y someter a la población. En muchos casos, esa violencia sexual tenía como objetivo la limpieza étnica. Por este motivo, la violencia sexual en los conflictos es un crimen de guerra y puede llegar a ser crimen de lesa humanidad.

“En otras ocasiones, los comandantes casi se inclinan a dejar pasar este tipo de conductas porque lo ven como una recompensa tras una batalla y como un placer consecuencia de la guerra”, asegura la abogada. “Esto tiene que ver con la desigualdad de género imperante que adquiere muchísimas formas. Es una manera más de violencia de género. La violencia sexual en un conflicto se suma al componente de discriminación y violencia hacia las mujeres con el objetivo de aterrorizar”, argumenta la portavoz de Amnistía.

La violencia sexual es lo más inmediato cuando estalla un conflicto, explica la letrada experta en la CPI. Además, existen otros tipos de violaciones como los embarazos forzosos. “Cuando alguien te viola y ese hijo es fruto de esa violación, sientes que es algo ajeno a ti y estas son frases que he escuchado con mucha frecuencia por parte de las víctimas”, relata. Asegura que muchas mujeres se autolesionan al no poder abortar en condiciones seguras.

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Además, esta conducta opresiva hacia las mujeres no solo se ha materializado en esclavitud sexual o matrimonios forzosos. La experta en la Corte Penal Internacional recuerda que muchas veces, estos crímenes se han llevado a cabo por parte de más de un individuo y en público, delante de miembros de la comunidad, familiares e incluso delante de niños. “Todo es para aterrorizar y se han documentado muchos casos que se han hecho con objetos y armas de guerra”, concluye.

El derecho internacional: la investigación devuelve la dignidad a las víctimas

En la historia reciente cabe destacar dos casos paradigmáticos por haber creado las condiciones para la efectiva incorporación de la violación entre los delitos de guerra: los conflictos de Yuguslavia y Ruanda. La abogada y Defensora Principal de la Oficina Pública de Defensa de las Víctimas en la Corte Penal Internacional, Paolina Massidda, explica que la jurisdicción de los Tribunal Internacionales especiales para la ex Yugoslavia y para Ruanda, el delito de violación se incluyó dentro de los delitos punibles junto con la violencia sexual. Es ahí donde “comienza precisamente la sanción, pero también el reconocimiento, porque evidentemente no basta con que solo se tipifique este delito.”

Reconocer la especificidad de este delito, aseguran las expertas, tiene un efecto e impacto en la rehabilitación de las víctimas, pues “reconocer lo que se ha sufrido es una forma de devolverle la dignidad a la víctima y ayuda a cambiar de página”, explica la abogada.

Las expertas coinciden en que, en los tiempos que corren, partimos de una buena base, pero todavía queda mucho por lograr. “La lucha de las mujeres ha sido clave”, aseguran. Esto permite que haya más confianza e interés por parte de la sociedad. Pero no quiere decir que no llevará tiempo clarificar el caso de Ucrania. Debido a la naturaleza del delito de violencia sexual y a sus ramificaciones sociales y psicológicas, así como a la frecuente falta de servicios accesibles en tiempos de guerra, “pueden pasar meses o incluso años antes de que se conozcan y documenten los casos de violencia sexual en los conflictos, o antes de que comprendamos la magnitud total del problema”, asegura la portavoz de HRW.

Desde las organizaciones de derechos humanos consideran vital la inclusión en las investigaciones sobre posibles crímenes de guerra, la violencia sexual cometida en Ucrania. Por ello, es necesario que sea documentada por profesionales cualificadas y con experiencia, utilizando un enfoque que ponga en primer lugar las necesidades de las sobrevivientes, y obtenga las pruebas forenses y de otro tipo, al tiempo que se busque mitigar los riesgos de aumentar el trauma que han experimentado. “Esto incluye no someter a las supervivientes a repeticiones innecesarias de exámenes físicos o entrevistas sobre el incidente o los incidentes, o a exámenes realizados por personas que pueden no tener experiencia en la respuesta a la violencia sexual y en la recogida de pruebas”, concluye Judith Sunderland.

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