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Proponen una "comisión de futuro" en el Congreso para adelantarse a los retos tecnológicos

Noticia   Parlamento  
  • Los juristas Roger Montañola e Ignasi Belda urgen a legislar antes sobre los avances tecnológicos y científicos

  • Apuestan por una “comisión de futuro” que se anticipe a estos retos legales y zanje problemas partidistas

  • El programa Parlamento se emite los sábados a las 16:00 en RTVE Play y en el Canal 24 horas

DIANA ARIAS y ROCÍO BLANCO
10 min.

La ciencia y la tecnología avanzan deprisa, mucho más que las leyes. Roger Montañola e Ignasi Belda, autores de “Diez retos tecnológicos, sociales y políticos: una visión regulatoria”, repasan en Parlamento algunos desafíos científicos que ya están aquí y necesitan una regulación específica. ¿Cómo afectará la carne de laboratorio al sector primario?, ¿en qué ámbitos habría que regular cuestiones como la manipulación genética?… Los dos expertos proponen la puesta en marcha de una “comisión parlamentaria de futuro” que aborde estos cambios.

Pregunta.- Roger Montañola e Ignasi Bel, habéis escrito "Diez retos tecnológicos, sociales y políticos. Una visión regulatoria". La verdad es que es apasionante ver cómo avanza la ciencia y la tecnología

Roger Montañola.- No. Básicamente tenemos una multiplicidad de retos que, de forma individual, podríamos asumir como sociedad. Tantos a la vez son muy difíciles de gestionar y, lo más difícil de todo, es cómo lo regulamos. Este es el foco del libro: definimos aquellos retos que ya están llegando. Y sobre todo, si esto sucede: ¿qué consecuencias sociales, políticas, económicas va a tener para nuestro mundo? Un ejemplo: hace 15 años el smartphone no existía. Y también vivíamos. Y las cuatro horas del día que hoy lo usamos no lo utilizábamos. ¿Qué hacíamos entonces? El mundo ha cambiado. Lo que intentamos es señalar que todas estas innovaciones tecnológicas conllevarán consecuencias positivas, pero también negativas, y que al menos es importante que podamos hablar de ellas antes de que se produzcan.

P.- En el Congreso se está poniendo en marcha ahora una oficina de asesoramiento científico, como la que ya existe en muchos otros países. ¿Seremos más competitivos y regularemos antes todos estos avances?

Si se legisla bien, seremos más competitivos; pero podemos caer en el riesgo de legislar mal

Ignasi Bel.- Puede que sí, puede que no. Lo que sí que es cierto es que se tiene que regular. Porque a veces nos damos cuenta de que hay tecnologías que permiten dar un salto importante hacia adelante y que la humanidad sea capaz de hacer cosas nuevas que antes eran impensables. Pero cuando ya somos capaces de hacerlo nos damos cuenta de que la ley no lo permite. Si se legisla y sobre todo si se legisla bien, sí seremos más competitivos. Pero también podemos caer en el riesgo de legislar mal.

La directora de Parlamento, Diana Arias, entrevista a los dos expertos. ROCÍO BLANCO

P.- Hay debates mucho más delicados, por ejemplo, los que tienen alguna connotación ética o moral en los casos de manipulación científica. Son decisiones que trascienden las que puedan tomar los gobiernos nacionales. ¿En qué ámbitos habría que abordar estas cuestiones más controvertidas?

La componente ética europea no es necesariamente la que pueda existir a nivel global

R.M.- Tenemos unas instituciones que al final no han cambiado mucho durante los últimos siglos. El Estado, las autonomías… no son útiles para legislar sobre conceptos como el de la modificación genética, sobre los límites de la inteligencia artificial… Porque Europa o estados como Francia o Italia pueden decidir que hay que poner un coto. Pero esto no significa que ese mismo coto exista en todo el mundo. Y entonces no limitar el desarrollo de la modificación genética puede resultar atractivo para algunos países pobres que pueden ver negocio en ello. La componente ética que desde la óptica europea podemos aportar no es necesariamente la que pueda existir a nivel global. Yo no sé a día de hoy lo que está pasando en este campo de trabajo en China o en países de África. Lo que sí que tenemos claro es que no hay instituciones globales fuertes. Las hay, pero no son fuertes, que puedan limitar eso. Si no podemos modificar genéticamente a un individuo en España quien tenga esta capacidad va a buscar un país en el mundo, el que sea, donde sí pueda.

Deslocalización de la ética

P.- No serviría de nada que un país lo prohibiera si el de al lado lo permite.

R.M.- Claro. Y quizá podemos pensar en grandes países, pero uno puede instalarse en un archipiélago del Pacífico y montar ahí un laboratorio y las leyes nacionales de ese territorio le pueden permitir eso y las consecuencias de esta modificación serán globales, no serán locales. Con lo cual hay que repensar también en estos retos globales... Quiénes o quién está al mando de ello, quién puede legislar, quién puede regular. Y quizá, la respuesta sería la ONU, digamos, la Organización Mundial por excelencia, pero todos sabemos también que su fuerza a día de hoy también es menor.

P.- Las leyes pueden favorecer o no los avances del desarrollo científico y tecnológico. ¿Qué otros avances podrían ser ya una realidad, pero no se puedan implantar porque la ley en España no lo permite?

I.B..- En el Reino Unido los primeros coches tenían que ir con una persona delante del vehículo con una bandera roja alertando de que venía un vehículo a una velocidad máxima de tres millas por hora. Es un ejemplo histórico donde la legislación está penalizado un sector emergente que evidentemente se tuvo que modificar, porque si no, no tendría ningún sentido el vehículo.

Transporte de paquetería con drones

R.M.- Un buen ejemplo es el transporte de paquetería a través de drones. En un núcleo con mucha población, una gran ciudad, esto es imposible. Pero igual en las zonas rurales tendría mucho sentido, porque podrían tener acceso a productos de forma fácil y el vuelo del dron en una zona sin mucha población podría ser factible. El eje rural-urbano también nos da una oportunidad para probar la implementación de tecnologías. Y en este caso, el concepto famoso de la España vaciada podría tener una oportunidad de desarrollo, porque hay cuestiones que en núcleos urbanos no pueden aplicarse, pero sí que podrían en estas zonas. Podríamos plantear modelos legislativos que puedan variar en función de la densidad de población, que es algo que a día de hoy no existe.

Un robot, médico de cabecera

P.- Hay máquinas que son capaces de hacernos un diagnóstico médico más exacto del que hacen los profesionales. En España no está permitido.

I.B.- Watson es una máquina que diseñó IBM hace unos años y se probó en un concurso tipo Pasapalabra... Y se demostró que era mejor que los mejores concursantes que del programa en toda su historia. IBM lo orientó al sector médico para servir como médico de cabecera. En Estados Unidos hay algunos hospitales donde los médicos de cabecera no existen o están más apartados. Es la máquina quien entrevista al paciente y junto con una enfermera, intenta entender qué le pasa y proponer tratamientos o derivarlo al especialista.

P.- ¿Y acierta más que el médico humano?

I.B.- Sí, porque está libre de prejuicios. Es decir, hay una serie de factores que facilitan que la máquina supere al humano en este caso. Eso en España sería impensable, porque para empezar una persona que atiende a un paciente tiene que estar colegiado, tiene que haber pasado un MIR y cumplir normativas que la máquina, evidentemente, no ha superado.

Dieta de insectos y carne artificial

P.- ¿Y cómo es esto de comer insectos?

La ciencia y la tecnología van a tal velocidad que va a ser imposible para nuestras instituciones dar respuestas

R.M.- Quizá sea la respuesta a un gran problema de la humanidad. En ciertos países se consumen de forma regular y ahora en Europa esto está empezando a ser una práctica habitual. Pero de nuevo se encuentra con las limitaciones que nos hemos dado a nivel regulatorio. Este tipo de debates que van apareciendo y cada vez a mayor velocidad. A nivel ejecutivo sí se trata un poco, pero hace falta que a nivel legislativo existan espacios, comisiones... donde todos los partidos y sin apriorismos ideológicos puedan conocer de primera mano aquello que está llegando o puede llegar y puedan ya debatir cómo se va a regular y qué se va a hacer. Porque si no, la exponencial de desarrollo de la ciencia y la tecnología va a tal velocidad que va a ser imposible para nuestras instituciones ser capaces de darle respuesta. En términos de alimentación otro ejemplo es la carne artificial producida en laboratorios. Carne, no la clásica hamburguesa.

R.M.- ¿Cuánta gente trabaja directa o indirectamente vinculada al sector primario en España? No sólo ganaderos: transportistas, cadenas de frío, mataderos... ¿Qué vamos a hacer si dentro de diez años alguien te ofrece un trozo de carne que tiene el mismo sabor? Que es carne, no es vegetal, es carne que se produce en un laboratorio que puede estar debajo de nuestra casa y no a 150 kilómetros en una zona rural. ¿Qué va a hacer la gente?

P.- Habrá quien piense: seguro que no tiene el mismo sabor.

Este libro al final no deja de ser una señal de alerta: esto va a pasar, no es que queramos o no queramos

R.M.- ¡Pues lo tiene! Y el hecho es que esto puede cambiar la economía española. Puede poner patas arriba el sector primario. ¿Por qué este debate no se tiene a día de hoy en los espacios que debe tenerse? Y además ya no queremos tanto que sea un debate quizá tan público que pueda generar controversias de partidos, sino que los responsables públicos, sobre todo los líderes, se puedan sentar y decir: tenemos estas tres, cuatro o cinco situaciones que en los próximos cinco o diez años vamos a tener que tratar. ¿Qué hacemos? ¿Cómo nos anticipamos? Este libro al final no deja de ser una señal de alerta: esto va a pasar. No es que queramos o no queramos.

Inteligencia artificial en la política

P.- Ya está pasando. Coches autónomos, trenes que circulan a más velocidad que los aviones. Y me pregunto… ¿En la política llegaremos también a poder ser gobernados por robots?

Cada vez que se quería hacer una nueva ley, antes se simulaba a ver qué iba a pasar

I.B.- Bueno, hay un experimento que en el libro lo explicamos, que se hizo en la isla de Chipre, que tiene una geopolítica muy complicada: hay turcos, griegos, rusos, la OTAN… cada uno con sus intereses. Hace unos años en Nicosia se probó un sistema de inteligencia artificial donde cada vez que se quería hacer una nueva ley, antes se simulaba a ver qué iba a pasar. Se pueden simular escenarios muy controlados de determinadas leyes. Puede que en un futuro los políticos empiecen a adoptar este tipo de simuladores para prever las consecuencias de la nueva legislación.

P.- Y en esa hipotética democracia digital, ¿los ciudadanos podríamos votar para que esas decisiones que se tomen tengan un sesgo ideológico?

Hace falta que exista alguna "comisión del futuro" donde los expertos expliquen lo que está sucediendo

R.M.- Es una cuestión de democracia directa, yo creo que sería otro debate. Lo que se aporta en Chipre es simplemente tener un apoyo. Dibujar escenarios sociales a través de tecnologías es algo que ya hacemos. Tomamos una serie de variables y vemos de qué manera puede comportar consecuencias. Nadie habla de sustituir a los humanos, somos los humanos los que tenemos que decidir sobre el destino de los humanos. Pero sí que es cierto que si tenemos elementos tecnológicos que nos pueden ayudar a tomar decisiones, tiene mucho sentido que se pueda prever. A veces hay debates que llegan al absurdo cuando hay datos que objetivamente nos indican que algo es de un modo u otro. Yo creo que es interesante que todas estas cuestiones que son estructurales y que van a generar cambios, que son delicadas, se aborden en nuestro sistema político. No es que España esté bien o mal al respecto. Es que Francia, Italia, la Unión Europea, los países más avanzados del mundo, tampoco... Quizás Estonia podría ser una referencia, pero en algunos aspectos. Hace falta que exista alguna comisión del futuro donde vengan responsables del ámbito de la tecnología, de la ciencia, a explicar lo que está sucediendo y que entre todos dibujen escenarios sociales, económicos, políticos... de futuros que nos puedan servir para estar preparados.

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