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El autor de la matanza de Utoya, Anders Breivik, reclama su libertad haciendo el saludo nazi

  • Ha alegado los atentados al "lavado de cerebro" que sufrió a manos de una red extremista

  • El ultranacionalista está dispuesto a renunciar a la política si recibiera una inesperada libertad vigilada

RTVE.es / EFE
4 min.

El ultraderechista Anders Behring Breivik, autor de la matanza de Utoya y Oslo, Noruega, en la que murieron 77 personas en 2011, ha declarado este martes ante el tribunal realizando el saludo nazi y pidiendo su libertad alegando al "lavado de cerebro" que sufrió a manos de una red extremista.

"Es crucial que entiendan el lavado de cerebro que sufría hace diez años. No es mi culpa. Son quienes lavan el cerebro en la red los que tienen casi toda la responsabilidad por el 22 de julio de 2011 (fecha de los atentados)", ha defendido el terrorista.

Breivik ha apuntado como culpable de su radicalización a la red extremista Blood & Honour, que lo usó como "un soldado", a la vez que ha asegurado que ya no es esa persona ni un activista militante y violento.

"Condeno la violencia y el terrorismo y los objetivos del manifiesto (que publicó en 2011 al cometer los atentados). Pero eso no significa que no siga luchando por el triunfo del nacionalsocialismo en Noruega y en Occidente", ha dicho Breivik ante el juez. El ultra noruego, de 42 años, ha repetido al inicio de la vista el saludo nazi hecho en comparecencias anteriores ante los tribunales noruegos y ha mostrado una pancarta con el mensaje "Detengan el genocidio contra las naciones blancas" (en inglés).

Breivik colocó una furgoneta-bomba en el complejo gubernamental de Oslo el 22 de julio de 2011, que mató a ocho personas. A continuación se desplazó a la isla de Utøya, escenario del campamento anual de las Juventudes Laboristas, donde ejecutó durante algo más de una hora a decenas de personas que consideraba defensores del multiculturalismo y una amenaza para Noruega.

Reconoce los atentados, pero niega ser un criminal

Más moderado que en comparecencias pasadas, Breivik ha admitido que los atentados, en los que murieron 33 menores de edad, fueron "algo cruel", pero ha rechazado ser un criminal y ha confesado haber llorado mucho por las víctimas "de ambos lados de la guerra cultural" que, según él, enfrenta a liberales y socialdemócratas contra los nacionalsocialistas.

Breivik se ha postulado como líder de un futuro partido nacionalsocialista noruego, una idea que estaría dispuesto a abandonar si el tribunal lo considera necesario y así irse a vivir a alguna zona aislada del Ártico noruego.

"Si lo aceptan, dejaré lo que sea problemático de la ultraderecha y haré todo lo que digan", ha declarado Breivik, dispuesto al perdón recíproco y a mostrar "misericordia" si sus correligionarios también lo reciben, a la vez que aseguraba contar con "miles de apoyos".

Las perspectivas de libertad son nulas

Breivik solicitó hace unos meses la libertad vigilada, a la que se ha opuesto la Fiscalía, una vez cumplido el tiempo mínimo de la condena fijada contra él en su día, una especie de prisión indefinida para presos peligrosos, aunque las perspectivas de que sea liberado son nulas.

El ultra fue condenado a 21 años de custodia, castigo máximo fijado entonces por las leyes noruegas y figura que puede equivaler a una cadena perpetua, puesto que se puede prorrogar de forma ilimitada, aunque el reo tiene derecho a que sea revisada de forma periódica.

La declaración de Breivik ha estado precedida por la de la Fiscalía, que ha dedicado buena parte de su intervención a relatar con detalles los atentados y las heridas causadas por el ultra, así como las consecuencias para familiares y supervivientes.

La fiscal Hulda Karlsdottir ha citado la sentencia de 2012 para recordar que los hechos "no tienen comparación" en la historia noruega, que fueron planeados durante años y que hay un peligro real de que se puedan repetir y de que Breivik tenga "voluntad y capacidad para hacer nuevos atentados".

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