Durante meses, los récords del precio de la luz se han convertido en un mantra diario, y el kilovatio hora en una medida presente en cualquier conversación cotidiana. Sin embargo, en cada vez más puntos de España pueden pasar su día a día ajenos al continuo vaivén de un precio que parece no tener techo. Viven en comunidades energéticas, donde la mayor parte de la energía que necesitan proviene del autoconsumo de renovables, especialmente placas solares en los tejados de viviendas, industrias o marquesinas instaladas ad hoc.
Este último es el caso de Crevillent, un municipio alicantino de unos 30.000 habitantes, pionero en Europa al acoger la primera comunidad energética local. En la pequeña pedanía de El Realengo, sus 300 vecinos obtienen el 50% de la energía que consumen de una instalación de 120 kilovatios de placas fotovoltaicas situadas en lo que antes era un solar en desuso en el centro del pueblo.
"Los vecinos están encantados. Han conseguido, con una única instalación colectiva y sin invertir nada, tener un 20% de ahorro en la parte variable de su factura de la energía", explica a RTVE.es Joaquín Mas, director general de ENERCOOP. Esta cooperativa local es la que ha impulsado, con la ayuda de las administraciones públicas, el proyecto de El Realengo, que ya se está replicando en cinco "células" más en el resto del municipio y planea llegar a más de 20 en 2030.
En el caso de la pedanía valenciana, y a diferencia del autoconsumo tradicional, donde la inversión para instalar las placas solares suele correr a cuenta del propietario, en este caso ha sido una entidad financiera la que ha asumido el coste, por lo que los vecinos no han tenido que pagar un euro. La deuda se irá devolviendo gracias al propio ahorro energético, en un periodo de amortización de cinco a siete años, calcula Mas. A partir de ahí el ahorro en la factura puede llegar a ser del 30%.
Comunidades incipientes en España
Esta es, según la cooperativa, una de las principales ventajas de las comunidades energéticas, una figura legal que todavía no está constituida como tal, pero que ya está despuntando en España. Se trata de figuras jurídicas, constituidas tanto por ciudadanos, como por entidades locales o PYMES, mediante las cuales "todos pueden decidir qué se va a hacer con la energía que se produce y se consume", aseguran desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el organismo público responsable de apoyar esos proyectos.
La Unión Europea ha impulsado estas comunidades como una parte fundamental de su estrategia de reducción de un 55% de las emisiones de CO₂ de aquí a 2030. España, que lidera la instalación de grandes plantas eólicas o fotovoltaicas en Europa, todavía va muy rezagada en autoconsumo en las viviendas, lejos de otros países con menos sol como Alemania.
Allí, según un estudio del Joint Research Centre de la Comisión Europea, en 2019 había 1.750 comunidades, lejos de las 33 en España, aunque el número exacto de comunidades energéticas en nuestro país no está definido y puede haber más. La principal razón de esta diferencia es cultural, ya que en España "no hay esa iniciativa del asociacionismo que es muy típica de otros países del centro de Europa", asegura Luis García Benedicto, jefe del departamento de Gestión de la Demanda e Integración de Renovables en Red de IDAE.
Para invertir esta tendencia, el Ministerio de Transición Ecológica ha puesto en marcha varias ayudas: 100 millones de euros para comunidades energéticas y otros 1.320 millones para autoconsumo, pero que en el reparto priorizará también a estas comunidades, detallan desde el IDAE. A nivel autonómico, comunidades como la valenciana o el País Vasco también tienen sus propias subvenciones para el autoconsumo limpio.
Independencia de los precios del gas
La empresa de no lucro Ecooo, que asesora a ciudadanos y empresas para la instalación de autoconsumos, ha vivido en los últimos meses un "boom" de interés por este tipo de proyectos. "Todas las semanas recibimos a lo mejor 20 propuestas de información. Interesa mucho y cada vez más", asegura Laura Feijóo, responsable de autoconsumo de Ecooo.
Muchos acuden a ellos preocupados, e indignados, por el alza del precio de la luz. "Cuanto más generemos nuestra propia energía, más independientes vamos a ser de los precios del mercado", reivindica por su parte el director de ENERCOOP.
“Cuanto más generemos nuestra propia energía, más independientes vamos a ser a los precios del mercado“
"Cuando vemos las noticias sobre la luz pensamos que el Gobierno o las comercializadoras tienen que actuar. Pero además, el consumidor también tiene que mirarse al espejo y ver qué puede hacer, cuál es nuestra responsabilidad en bajar la factura. Y sin duda alguna, la fórmula más eficaz y eficiente es producir nuestra propia energía", asegura.
Con las comunidades energéticas, defienden sus promotores, se reduce además la dependencia de los combustibles fósiles. Estas comunidades no solo sirven para producir electricidad, sino que también se pueden crear para mejorar la eficiencia de un edificio, instalar fuentes de energía para la movilidad eléctrica o instalar sistemas de calefacción renovables. "Se pueden climatizar, con energías renovables, barrios o municipios enteros. Y eso nos desvincula de los problemas del gas y nos autoabastece", reivindica García Benedicto.
En el autoconsumo colectivo que ha puesto en marcha Ecooo en el barrio madrileño de Lavapiés, el ahorro es del 50% en la factura mensual respecto a lo que pagaban antes de la instalación, y puede crecer si se concentra el consumo en las horas de sol.
En Vitoria, el primer autoconsumo en una vivienda del País Vasco ha conseguido también un ahorro de la mitad en su primera factura, según cuenta su propietario, Juan Peraita. Con unas placas solares instaladas en la cubierta, que proporcionan el 50% de lo que consumen los ocho hogares que se benefician de la instalación, se dejan de emitir 2,7 toneladas de dióxido de carbono al año, calcula.
Participación ciudadana
El autoconsumo de energía no es nuevo en España. Lleva ya décadas regulado en nuestro país, aunque el impuesto al sol del Gobierno de Mariano Rajoy supuso un importante freno al aumentar los costes de la instalación de placas solares en el ámbito privado. Sin embargo, desde que en 2018 se eliminó este impuesto, el sector ha vivido un crecimiento continuado. En 2020, se instalaron 596 megavatios en España, un 30% más que el año anterior, según la Unión Española Fotovoltaica.
Pero las comunidades energéticas van más allá. Permiten la participación ciudadana de todos los miembros que constituyen estas entidades -que se pueden constituir por ejemplo como cooperativas-, que deciden cómo consumir y cuándo. "Permite vincular la energía al momento en que se produce más barata y también elegir qué tipo de energía se usa. Además, es para toda la vida, ya que la comunidad se va a ir adaptando a los momentos coyunturales" de los precios de la energía, asegura García Benedicto.
En la comunidad pionera de Crevillent, los participantes deciden qué ahorro van a tener -dependiendo de qué parte dediquen a pagar la deuda con el banco o a bajar la factura- o de qué se va a ocupar cada uno en la cooperativa. Pero también toman decisiones conjuntas sobre cuestiones estéticas de la instalación, por ejemplo: "El color de la pista deportiva debajo de la cubierta solar, qué tipo de árboles plantar en la nueva plaza remodelada o la forma de la instalación", enumera Mas.
Papeleo, desinterés de las eléctricas y "falta de formación", las principales trabas
A pesar del creciente interés que suscitan, las comunidades energéticas están en España todavía en fase embrionaria. La principal barrera, para Feijóo es "la falta de formación e información": "Cuando hablas de energía, de la factura eléctrica, la gente se pone nerviosa. Hay una sensación de que me van a engañar, de que es una estafa".
Cree que a nivel técnico ya no hay ninguna dificultad, por la madurez del desarrollo de las renovables. En cambio, a nivel normativo empiezan los problemas. Coincide con Mas en criticar como "arbitraria" la limitación del autoconsumo a hogares que se encuentren a máximo 500 metros de la producción de la energía.
Aquellos que se embarquen en la instalación se enfrentan además a una maraña burocrática en la que están inmersas la administración local, autonómica y central. Desde el IDAE se han encontrado con que muchos ciudadanos interesados no encuentran la figura legal adecuada para constituirse como entidad y así crear una comunidad energética. No obstante, aclaran que en la actualidad están en proceso de definir legalmente cómo son estas comunidades, y que cuando este proceso esté culminado y haya más ejemplos en España, será más fácil para otros proyectos encontrar la manera de constituir una comunidad.
Peraita ve el principal impedimento, no obstante, en las empresas eléctricas. Cuenta que ya en abril tenían sus placas instaladas y enviaron la solicitud para activarlas a la compañía que se encargaba del suministro en su bloque, Iberdrola, que no la aceptó hasta septiembre. Las grandes eléctricas "o no quieren o no pueden" acelerar estos trámites, asegura, ya que perderían gran parte de sus ingresos si este modelo se extendiera "a todos los edificios de España", y denuncia que el proceso suele ser más largo aún que en su caso.
“El autoconsumo se van a convertir en el aire acondicionado de hoy, que hace diez años nadie tenía y ahora hay en casi todas las casas“
También puede suponer una traba el coste de instalación de las placas solares. En el caso de Vitoria, fueron 13.000 euros, de los cuales 3.000 los subvencionó el Gobierno vasco y el resto lo pusieron los propietarios. Para Mas, la ventaja de las comunidades energéticas frente al autoconsumo es que al dividirse entre más personas permite reducir el precio, o incluso recurrir a bancos para que lo financien.
A pesar de todo, Feijóo se muestra optimista. "El autoconsumo se van a convertir en el aire acondicionado de hoy, que hace diez años nadie tenía y ahora hay en casi todas las casas. Yo creo que se va a convertir en un electrodoméstico más, pero que dará energía en vez de consumirla", confía.