El futuro viene a vernos en una pantalla de cine. Titane anuncia una nueva era y Julia Ducournau es su profeta. La ganadora de la Palma de Oro en Cannes se estrena en España para asaltar al espectador: Titane entra a golpes por la retina y se queda grabada a fuego en el cerebro durante días. Ducournau no oculta su ambición de crear un mito moderno a través de Alexa (Agathe Rousselle): una serial killer embarazada de un coche que huye cambiando su género y encuentra el amor haciéndose pasar por el hijo desaparecido de un bombero (Vincent Lindon).
Conviene hacer una tabla rasa de prejuicios antes de entrar a la sala. No por los temas de la película; no por la ultraviolencia de algunas secuencias; no por la voluptuosidad del estilo de la cineasta en sus encuadres, movimientos de cámara y uso del color; no por vertiginosidad narrativa; ni por la ausencia de psicologismo; ni por la acumulación discursiva intelectual; sino por todo ello junto: Titane no se parece a nada y eso simplemente hay que celebrarlo.
La existencia precede a la esencia, decían los filósofos existencialistas, una afirmación capital en el cine de Ducournau: Alexa buscará furiosamente un significado para su vida y en su (brutal) camino tritura conceptos como masculino, femenino o familia y aborda la fluidez de género, el transhumanismo, y, esencialmente, el amor. Con su tremendo entusiasmo y seguridad en sí misma, la cineasta explica, durante el último Festival de San Sebastián, alguna de las claves.
P.: Desde Justine en Crudo (2016) a Alexa en Titane tu cine habla de liberación. ¿Sientes ese deseo de liberación? ¿Sobre qué?
R.: Oh, tío, esa es una pregunta muy vasta. Por supuesto: todo el mundo lo siente. Liberarse es lo que todo el mundo busca, ya sea en sexo, religión o lo que sea. Todo va de liberarse. Porque es muy duro ser humano. Estamos atascados aquí, bajo el peso de la gravedad y no podemos escapar. Liberación es todo lo que tenemos (risas).
P.: En Titane la liberación se relaciona con la transformación traumática.
R.: El trauma se inicia al comienzo y es lo que dispara su transformación. Creo que la transformación tiene algo que ver con la liberación porque es como mudar la piel. Constantemente pienso en las serpientes cuando pienso en mis personajes. Es como mudar la piel y acercarse cada vez más a tu esencia, que probablemente nunca alcances, pero la tensión de ir hacia delante es muy importante. Así que sí: la transformación tiene que ver con acercarse a ti mismo. No he inventado nada. Todo es filosofía existencialista. Tienes que ser muchos para conseguir ser uno.
P.: ¿El cine puede ayudar a acercarse a temas como la fluidez de género por ejemplo?
R.: Creo que sí. No para entender, sino para ampliar nuestro espectro. Porque lo que aceptas en los personajes es lo que aceptas en el mundo real. Sí, hay algo de ampliar el espectro, no con el fin de tocar esos temas, sino de entrar en el paisaje. Pienso que es algo que ocurre en estos tiempos. Pero espero ir más allá del tema y que sea un retrato de ese mundo de modo natural. Que lo aceptemos como es.
P.: ¿Piensas que hay un cambio en marcha? ¿Qué cada vez estamos más cerca de derribar las etiquetas?
R.: Sí, sería genial. Pero lo que hace más daño que las etiquetas, desafortunadamente, son los dogmas. Incluso cuando avanzas hacia delante desmontando estereotipos aparecen más separaciones: se crean más dogmas porque la gente no se pone de acuerdo en el modo en que los estereotipos de género nacen, se manejan, donde están, a quién se aplican. Mi miedo es que entremos en una era que sea más dogmática que la que conocí en la infancia.
P.: ¿Porque haya también una reacción a esos dogmas?
R.: No creo que sea por una reacción, sino por dar la posibilidad de expresar lo que quieras expresar constantemente con las redes sociales. Puede que sea porque no lo hemos hecho antes, es algo relativamente nuevo y todavía no sabemos cómo usarlos de modo correcto. No uso redes sociales.
P.: En el centro de Titane hay una historia de amor muy particular. ¿Cuál es tu visión del amor?
R.: Mi visión, o lo que trato de mostrar en Titane, es lo que el amor puede ser, no lo que el amor debe ser porque, como decía antes, no me gustan los dogmas. Lo que la humanidad puede en realidad llegar a ser y a lo que puede guiarte. Una aceptación total de ti y el otro más allá de cualquier determinismo posible a través de la esencia. Pero es por eso que digo ‘puede ser’ porque no pienso que encontrar tu esencia o la de cualquier otro sea algo duradero a lo largo de tu vida. Es una tensión, pero si hay un modo de acercarse a eso es a través del amor, por supuesto.
P.: La reacción a Titane suele ser duradera. No sé si tiene que ver con lo que decía Luis Buñuel: el misterio es el elemento clave en toda obra de arte.
R. Lo que decía Buñuel es verdad. Confío mucho en el público. Confío en las herramientas que tengo como cineasta para acercarme al público, pero también tengo fe en el público. Estoy segura de que se necesitan muchas explicaciones. Personalmente, como público, odio cuando las películas se explican a sí mismas. Lo mata todo. Estamos para crear preguntas y no dar respuestas. Crear debate. Para dejarte preguntándote y en contacto con tus propios sentimientos. Si lo explicas todo, ¿cómo vas a conseguirlo? Confío mucho en el público y en la experiencia de la sala de cine. En la oscuridad, en la pantalla grande, en la proximidad con el otro. No importa lo que digamos, es diferente a verlo en un ordenador. Y la experiencia de las salas es crucial para lograr experimentar la película.
P.: ¿Estás de acuerdo en que el cine es cada vez más narrativo y menos poético o experimental?
R.: No lo sé. Es una afirmación muy general para analizar. Para ser honesta, he visto muchas películas que encuentro muy poéticas, especialmente de género donde creo que hay una nueva ola. Antes hablabas de Buñuel y él no estaba lejos de esa nueva ola actual. No estoy de acuerdo porque puedes encontrar ese cine poético en el cine independiente. Y no puedo estar de acuerdo porque hablamos de mi generación y no quiero decir que mi generación es así. Sería horrible.