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Ucrania

Babi Yar, el barranco donde los nazis mataron a 34.000 judíos

  • Hasta 1943, en este barranco cerca de Kiev fueron asesinadas 150.000 personas

  • Los presidentes de Ucrania, Israel y Alemania homenajean a las víctimas

  • La memoria del Holocausto en Europa del Este queda diluida con la de la dominación soviética

RTVE.es
4 min.

Entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis mataron a tiros a casi 34.000 judíos ucranianos (hombres, mujeres y niños) en Babi Yar (el "barranco de la abuela", en ucraniano), un lugar situado en un bosque a las afueras de la capital de Ucrania, Kiev.

Esta fue solo una de las matanzas que se produjeron en el lugar. Hasta que los alemanes se retiraron en 1943, más de 150.000 personas fueron asesinadas en Babi Yar, la mayor parte de ellas judíos, pero también gitanos, prisioneros de guerra soviéticos o polacos, comunistas, nacionalistas ucranianos y otros enemigos de la Alemania de Hitler.

Ucrania celebró el aniversario de la matanza la semana pasada, pero este miércoles se ha inaugurado un memorial con la presencia de su presidente, Volodímir Zelenski, y sus homólogos de Alemania e Israel, Frank-Walter Steinmeier e Isaac Herzog.

"Fueron a Babi Yar y nunca regresaron"

Polina Dudchenko, médica de 48 años, es una de miles de residentes de Kiev cuyos familiares fueron asesinados en ese lugar: su abuelo, Noah Lifshitz; su tío-abuelo, Moisés; y su bisabuela, Sofía.

"Los nazis les dijeron a todos los judíos que vinieran a Babi Yar con sus documentos y pertenencias. Se rumoreaba que los enviarían a trabajar a Alemania", ha explicado Dudchenko a Efe. "Mi abuela comenzó a hacer la maleta, pero su esposo le dijo: 'quédate en casa con nuestro hijo; mi hermano y yo iremos a ver qué está pasando'. Fueron a Babi Yar con su madre y nunca regresaron".

Los Einsatzgruppen (escuadrones de la muerte que actuaban a las órdenes de las SS) conducían a niños, mujeres y hombres de forma indiscriminada hasta el borde del barranco, donde eran ejecutados sistemáticamente a tiros para que sus cuerpos desnudos cayeran cuesta abajo en una enorme fosa común y anónima.

Fue la primera gran matanza de judíos publicitada desde que empezó la ofensiva sobre la URSS

Esta no fue la primera ni la última masacre perpetrada por los nazis en Europa del Este, pero si fue "la primera gran matanza de judíos publicitada desde que empezó la ofensiva sobre la URSS, en junio de 1941", explica a RTVE.es Francesc Vilanova, director del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona. "Puso sobre la mesa la práctica criminal usual, que será habitual en el espacio soviético, de las matanzas continuas de población judía", añade.

Su impacto histórico es mayor aún porque los nazis tomaron fotografías para documentar el exterminio.

Para Vilanova, "Babi Yar es la piedra angular a partir de la cual se pueden explicar y vincular el resto de grandes episodios" ocurridos en los países bálticos, Polonia o la URSS.

Solo en Ucrania, los nazis mataron al menos a 1,5 millones de judíos, una cuarta parte de todas las víctimas del Holocausto en Europa, según datos del gobierno ucraniano.

80 años de la Operación Barbarroja: la invasión nazi de la Unión Soviética

Algunos de los miembros de los escuadrones de la muerte que participaron en la matanza fueron posteriormente juzgados por este y otros crímenes contra la humanidad, entre ellos Paul Bloble, comandante de inteligencia de las SS, ejecutado en 1951. Otros responsables del exterminio escaparon a cualquier persecución judicial.

Una memoria difícil

Babi Yar se ha convertido en un símbolo de la brutalidad de los nazis y en un episodio clave en la memoria del Holocausto. Así se representa, por ejemplo, en el Museo Yad Vashem, en Jerusalén. Sin embargo, esta memoria no está exenta de conflicto en los países donde sucedieron los hechos.

"En los países de la antigua órbita soviética, la memoria del exterminio nazi de la población judía, así como de población ucraniana, polaca o rusa, ha quedado en parte oculta o diluida en otro estrato memorialístico, que es la memoria de la dominación soviética", explica Vilanova. "No se ha perdido, pero se ha tergiversado" para minimizar la participación de los colaboracionistas locales.

El profesor pone como ejemplo la ley polaca que criminaliza a quienes se atreven a sugerir la colaboración de los polacos con la ocupación y el exterminio, y que ha causado indignación entre los historiadores.

La familia de Polina Dudchenko ocultó su identidad judía durante la ocupación alemana e incluso una vez terminada la guerra, y ahora la está redescubriendo. Esta nieta de supervivientes subraya la necesidad de no olvidar a las víctimas. "Necesitamos recordarlas, porque si no lo hacemos esas atrocidades pueden repetirse", advierte.

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