El líder rohingyá Mohammad Mohibullah, principal representante de esta comunidad en los campos de refugiados de Cox's Bazar, en el sur de Bangladesh, ha muerto este miércoles tras recibir un disparo por parte de un grupo de asaltantes no identificados, según han confirmado fuentes policiales.
"Varios testigos presenciales escucharon disparos" en el interior del campamento, ha indicado a Efe el portavoz de la policía de Cox's Bazar, Rafiqul Islam, y agregó que, "tras ser alcanzado por una bala, (Mohibullah) fue trasladado a un centro de salud de Médicos Sin Fronteras (MSF), donde los médicos certificaron su muerte".
Tras el suceso, "la situación (en el campamento) está tranquila" y se ha reforzado la seguridad, apuntó Islam. Hasta el momento se desconoce la identidad de los asaltantes.
Mohibullah huyó de Birmania a Bangladesh durante el éxodo de 2017 y fundó junto a varios voluntarios la Sociedad Arakan Rohingya para la Paz y los Derechos Humanos (ARSPH).
Esta organización nació con el objetivo de recopilar pruebas de un presunto genocidio por parte del ejército de Birmania durante su ofensiva en el estado occidental de Rakhine, donde los rohingyás han estado viviendo durante generaciones.
Su trayectoria
El líder de esta minoría saltó a la fama en 2019 cuando representó a la comunidad rohingyá durante las reuniones con delegaciones de alto nivel en el campamento de Cox Bazar.
Ese mismo año viajó a Ginebra para describir la difícil situación de los rohingyás al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Unos 738.000 rohinyás llegaron a Bangladesh tras el estallido en agosto de 2017 de una campaña de persecución y violencia por parte del ejército de la vecina Birmania, que la ONU calificó de ejemplo de limpieza étnica y un posible genocidio, crímenes de lesa humanidad que investigan los tribunales internacionales.
Desde entonces, Bangladesh y Birmania han intentado hasta en dos veces repatriar a los miembros de esta minoría mayoritariamente musulmana, pero estas iniciativas han fracasado debido a que se niegan a regresar hasta que se les garantice la ciudadanía y la seguridad en su tierra natal.
El golpe de Estado militar en Birmania el pasado 1 de febrero ha sembrado nuevas dudas sobre el posible retorno en un futuro próximo a sus hogares en la región birmana de Rakáin.