De Kabul a Bilbao, pasando por Dubái y Madrid. Así ha sido la larga travesía de Nilofar Bayat, la capitana del equipo paralímpico de baloncesto afgano que ha logrado ser evacuada de su país junto a su pareja, Ramish, gracias a una cadena solidaria que ha implicado a periodistas, a la Federación Española de Baloncesto y a otras autoridades.
No ha sido fácil para ellos. Durante sus últimas horas de Bayat en Afganistán, la joven pasó por momentos de dudas y angustia ante la posibilidad de quedarse en tierra. "Esperamos en el aeropuerto durante dos noches y días, sin nada para comer y sin sitio para sentarnos", cuenta a TVE.
Sin embargo, los esfuerzos de todos los implicados -entre ellos el Ministerio de Asuntos Exteriores, el Consejo Superior de Deportes o varios periodistas de reconocido prestigio, entre ellos las compañeras de esta casa Paloma del Río y Carolina Pecharromán- lograron sus frutos y ambos pudieron finalmente despegar el jueves en dirección a Dubái junto a otros 108 pasajeros.
Bilbao, su nuevo hogar
Ahora ya en Bilbao, donde iniciarán su proceso de regularización y fijarán su residencia, se muestran felices y con ganas de adaptarse cuanto antes. "Quiero aprender el idioma. Me gustaría hablar con la gente y encontrar amigos", dice ella.
El Bidaideak Bilbao BSR, actual campeón de la División de Honor de Baloncesto en Silla de Ruedas, ya les ha dado la bienvenida. "Ya estáis en vuestra casa", le han transmitido a través de un comunicado. El equipo confirmó esta semana que ha iniciado los trámites para lograr la expatriación de la jugadora afgana y acogerla.
El equipo vasco ha sido el único club de baloncesto interesado en recibir a Bayat en su plantilla. Otros, como el CB Minusval Melilla, del Grupo C de la Segunda División de baloncesto en Silla de Ruedas, también se ofrecieron.
"Lo aceptamos sin pensarlo porque queremos jugar al baloncesto cuanto antes", cuenta la propia Nifolar Bayat en su entrevista con el Telediario. Sin embargo, aunque tienen la mirada puesta en su nueva vida, no olvidan lo que dejan atrás. "Hemos salvado nuestras vidas, pero nuestras familias siguen allí", se lamenta Bayat.