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Una mirada a la violencia obstétrica en España: "Estamos atendiendo el parto como si fuera una patología"

SOFÍA SOLER
7 min.

¿Cómo debería ser un parto? Posiblemente no exista una única respuesta satisfactoria. Y, aun poniéndonos de acuerdo, no siempre podría llevarse a cabo, puesto que en este “proceso fisiológico” humano también pueden aparecer complicaciones. Profesionales e investigadoras que han dedicado su trabajo a caminar hacia un “parto respetado” y eliminar lo que consideran “violencia obstetricia” aseguran que solo puede haber una protagonista en su definición: la mujer.

“El parto es una parte sana de la fisiología de la vida sexual y reproductiva de las mujeres. No puede ser que los estemos atendiendo como si fuera una patología”, ha afirmado Desirée Mena-Tudela, profesora de Enfermería en la Universitat Jaume I, en declaraciones a RTVE.es. “Un hospital, con profesionales médicos y sanitarios especializados, aporta seguridad y, probablemente, reduce las tasas de mobimortalidad maternal, pero tiene consecuencias que hay que sopesar también”.

Desde que la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas han llamado la atención sobre los tratos “irrespetuosos, abusivos o negligentes” a las mujeres en los centros sanitarios durante su embarazo y, muy especialmente, en el momento de dar a luz, el problema es una sombra incómoda en los servicios de ginecología y obstetricia. También en España. La ONU advierte: son derechos humanos.

¿Por qué “violencia obstétrica”?

Hablar de “violencia” levanta ampollas entre algunos profesionales, que consideran que se pone en cuestión su labor y criterio, por lo que es necesario acotar el concepto, con implicaciones físicas y psicológicas, para el que no existe un consenso internacional. Países latinoamericanos, como Argentina o Venezuela, lo contemplan en sus legislaciones y también algunas autonomías españolas.

Por un lado, la “violencia obstétrica” se refiere a la tendencia a “medicalizar, patologizar y sobreintervenir sin necesidad” el momento del alumbramiento, ha apuntado la socióloga y antropóloga Virginia Murialdo y vicepresidenta de la asociación ‘El parto es nuestro’ durante su intervención en la mesa ‘Propuestas para erradicar la violencia obstétrica del sistema sanitario’, dentro de los Conversatorios Salud Sexual y Reproductiva, organizado la semana pasada por el Instituto de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Igualdad.

"El uso de prácticas que no están avaladas por la evidencia científica supone una vulneración de la libertad de la mujer y su autonomía”

Si lo llevamos a la práctica, esto implicaría “realizar una episiotomía (incisiones en la pared vaginal y el perineo) cuando no corresponde, hacer tactos vaginales reiterados por profesionales distintos, utilizar oxitocina para acelerar el proceso normal del parto o hacer la maniobra de Kristellen”, entre otras, según ha explicado a RTVE.es el profesor de Enfermería Juan Miguel Martínez Galiano, de la Universidad de Jaén.

Esta última práctica, que consiste en ejercer presión sobre el útero, está desaconsejada por la OMS, el Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Sin embargo, es una de las principales denuncias. “El uso de estas prácticas críticas, que no están recomendadas y no están avaladas por la evidencia científica, supone una vulneración de la libertad de la mujer y su autonomía”, ha señalado Martínez Galiano.

“No realizar una cesárea cuando es necesaria también es violencia obstétrica”, ha subrayado por su parte Esther Vivas, periodista y autora del libro Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad en la mesa redonda del Instituto de las Mujeres, destacando también el plano psicológico del problema, considerado como "violencia de género". “También lo es que te obliguen a dar a luz sola cuando no es necesario, que no te informen de los procesos o que te acusen de que puedes hacer daño a tu bebé”, ha añadido.

En ese sentido, Martínez Galiano ha destacado “otras actitudes como la infantilización de la mujer, no tenerla en cuenta o ignorar su opinión”. Para el enfermero, el profesional médico o sanitario luego podrá actuar “como considere que tiene que proceder”, pero resultan imprescindibles la comunicación, la escucha y, sobre todo, la información veraz.

Las consecuencias físicas y psicológicas

Según las expertas, estos factores son los que dibujan un panorama de la atención perinatal en España con unas tasas elevadas de cesáreas y episiotomías. En los hospitales públicos en 2018, el 21 % de los partos fueron por cesárea, cuando la OMS recomienda que se oscile entre el 10 y el 15 % (y en los centros privados españoles la cifra es aún más elevada). Además, en el mismo año, en el sistema nacional de salud se practicaron incisiones en la vagina en el 27 % de los alumbramientos, una tasa más cercana al 30 % que recomienda la OMS. Se han hecho importantes avances: en 2010, más del 40 % de los partos vaginales en España implicaron episiotomías, según datos del Ministerio de Sanidad.

Más allá de las cifras, la situación impacta en la salud física y mental de las madres. Las consecuencias van desde la pérdida del útero, las incontinencias o el dolor en las relaciones sexuales a la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático, los problemas de lactancia materna o la pérdida de la confianza en el sistema sanitario, según ha enumerado Mena-Tudela. El miedo de algunas mujeres, asegura, les lleva a renunciar a tener más hijos.

Un concepto incómodo para los profesionales: no son “el enemigo”

En contraposición, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia ha cuestionado públicamente el concepto de “violencia obstétrica” y también las acusaciones de “trato deshumanizado”. En un comunicado en 2018, defendió su vigilancia de las malas praxis y la buena evolución de la mortalidad en bebés y mujeres. Muchos profesionales se sienten representados en esta posición, en tanto que pone en valor su compromiso y entrega.

“No es una violencia interpersonal, es una violencia institucional”, ha recalcado, en cambio, la asesora de la Secretaría de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, María Naredo. “Que toda una cultura médica pueda estar detrás de una violación de los derechos humanos hace todavía más complejo el abordaje y el cambio”.

“El parto se ha idealizado y se ha mitificado mucho"

También Mena-Tudela ha advertido a RTVE.es del riesgo de que la “falta de actualización” de algunos profesionales y el “negacionismo” se traduzca en una “normalización” de una violencia que es “percibida” por las mujeres, según evidencia un estudio del que es coautora. A partir de las respuestas de más de 17.000 cuestionarios realizados en nuestro país, concluyeron que en torno a cuatro de cada diez de las mujeres encuestadas percibieron violencia obstétrica y consideraron que fueron sometidas a procedimientos innecesarios, a veces, dolorosos.

En ese sentido, el profesor Martínez Galiano ha recalcado que “normalmente se enfoca en la matrona o el matrón, en la ginecóloga o el ginecólogo, pero hay otros muchos profesionales que intervienen y que influyen mucho en ese trato: anestesistas, pediatras, auxiliares de enfermería…”. No obstante, el investigador también previene de los riesgos del debate:

“El parto también se ha idealizado y se ha mitificado mucho, cuando es un proceso que tiene sus complicaciones. Puede derivarse la aparición de patologías y que no todo salga tan bonito”, ha afirmado, para destacar que esas expectativas, promovidas en ocasiones desde grupos y blogs sin criterios médicos, pueden dañar la salud de las mujeres. El personal sanitario debería percibirse siempre como “un aliado y un colaborador”, nunca como “el enemigo”.

Más formación e información

En todo caso, los profesionales especializados en el tema coinciden: la solución pasa por más formación “obligatoria” para los profesionales médicos y sanitarios, y más información también para las mujeres, y toda la sociedad. Solo con más datos e investigación, para desentrañar incógnitas como “por qué hay menos partos los sábados y los domingos que entre semana”, el sistema pueda mejorar; para todas.

“Es muy importante para que una mujer independientemente de sus ingresos pueda tener acceso a este trato. Debería ser un derecho y no un privilegio”, ha aseverado la escritora Esther Vivas en el debate del Instituto de las Mujeres. Ello exige más recursos por parte de la administración, como demuestra que las comunidades autónomas con más inversión en sanidad tienen tasas más bajas de intervención en los partos.

Finalmente, consideran herramientas como el plan de parto y el consentimiento informado, ya incluidos en los planes y protocolos actuales, deben fomentarse y respetarse. “El profesional debe ser el garante de que todo el proceso se desarrolla de modo que no se ponga en riesgo la salud y la vida ni de la madre ni del futuro hijo, respetando las opciones, las decisiones, la integridad y la autonomía de la mujer”, ha resumido Martínez Galiano, llamando a empoderar a la mujer: “Una de las mejores opciones para esto es la información y formación veraz y de calidad, proveniente de fuentes fiables, válidas y no sesgadas”.

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