El ballroom va mucho más allá de un salón en el que realizar competiciones de baile y disfrutar de los desfiles de moda. El ballroom se creó y se ha caracterizado desde su origen por ser un refugio para la comunidad LGTBIQ afroamericana y latina. Nació en el barrio neoyorquino de Harlem en torno a los años 60 como una forma de acoger a las personas que rechazaba la sociedad.
"La escena ballroom es un espacio seguro, no te van a juzgar por quien seas o por de donde vengas o por cuál sea tu condición, tu sexualidad", defiende ante las cámaras de TVE Saphira, una integrante de la comunidad generada en torno a la disciplina.
Muchas personas del colectivo LGTBIQ no se muestran tal como son en el trabajo por miedo a represalias
Otra aficionada del ballroom, Inés, explica que en sus orígenes, la gente que lo practicaba y acudía a los balls -los eventos de la comunidad- "quería escapar de la realidad que les rodeaba, una realidad de racismo, de transfobia, de homofobia".
Saphira va más allá y señala que "el triángulo que hay en la sociedad (heteronormativa) está revertido, pues (en la del ballroom) arriba están las personas racializadas LGTBIQ. Son las que fundaron la escena", remarca.
El 'vogue', cada vez más integrado en la cultura urbana
Uno de los estandartes del ballroom es el estilo de baile conocido como vogue, cuyos movimientos recrean las poses con las que los y las modelos de revista posan para las portadas de revista de moda.
Un estilo que popularizó la cantante Madonna en los años 90 con la canción que recibe el mismo nombre y que se mezcla cada vez más con otro tipo de danzas urbanas del panorama actual.
"La gente de la que surgió esta cultura no tenía acceso a unos determinados campos, entonces creaban su propia fantasía con este tipo de eventos", explica Leo, quien participa actúa en diferentes balls.
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Estos movimientos y estas poses sirvieron entonces y siguen sirviendo a día de hoy para plantarle cara al odio.