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Los trastornos alimentarios se multiplican en la pandemia: "Las redes sociales son como la boca del lobo"

Reportaje La hora de la 1  
  • 400.000 personas sufren Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) en España

  • La pandemia ha agravado la situación de unos pacientes con alta recaída

  • Hablamos con pacientes, progenitores y terapeutas en la víspera del Día Mundial de Acción por los Trastornos Alimentarios

8 min.

Hacer comida en casa. Hacer deporte en casa. Fue el leitmotiv de la cuarentena y posterior confinamiento. Un cóctel explosivo para las personas que ya sufrían trastornos alimentarios, que vieron empeorar su situación: unas 400.000 en nuestro país. Los nuevos casos se han multiplicado, según los expertos. Uno de los problemas de estos trastornos es la resistencia al tratamiento: un 60 % de los afectados tiene tendencia a la recaída.

¿Está bien dotado nuestro sistema de salud para tratar a este casi medio millón de pacientes? El equipo de investigación de ‘La Hora de La 1’ habla con personas que los padecen, progenitores y terapeutas en la semana en la que se celebra el Día Mundial de Acción por los Trastornos Alimentarios.

TCA y confinamiento, un dueto difícil de sobrellevar

Marta tiene 29 años y está diagnosticada de anorexia nerviosa desde los doce. Ahora, su psicóloga le ha permitido hacer deporte, pero durante el confinamiento lo tenía prohibido ya que estaba en tratamiento desde casi un año antes del comienzo de la pandemia. Consuelo tiene una hija enferma de 23 años y ha vivido su recaída en estos meses. No pudo pasar el confinamiento con ella porque sabía que necesitaba día y noche a los especialistas cerca: “Había días que nos decía: Mamá por favor, venidme a buscar. No lo entendéis, yo no puedo estar más aquí, es que necesito estar con vosotros, necesito que me deis un abrazo. Y claro, cómo le explicas que eso no es posible, que no podemos salir de casa”, confiesa.

Marta y Consuelo son la cara visible de unas 400.000 personas en nuestro país. Familias para las que el confinamiento ha sido todavía más duro que para el resto, ya que los casos de trastornos de la conducta alimentaria se han multiplicado desde marzo del año pasado. En el Hospital de Día Prisma de Zaragoza, no dan abasto para atender el creciente número de consultas. La directora del centro, Laura Andreu Camas, asegura que desde noviembre han tenido “muchísima más llegada de pacientes” y que el núcleo o la banda de edad en la que están encontrando o registrando más casos incipientes es la de los 12 a los 18 años.

Para la psicóloga del hospital, especialista en Trastornos de la Alimentación, son “niñas muy vulnerables, muy jóvenes, a medio construir”, cuyas familias han descubierto el problema, en muchos casos, con la reclusión provocada por la situación sanitaria: “No podemos atender a todas las peticiones que hay de familias preocupadas y con un problema que se ha puesto de manifiesto. Ya había un previo, que ya había conductas disruptivas con la comida y que han sido mucho, mucho más evidentes a raíz de la pandemia”.

Paula está en tratamiento por bulimia nerviosa desde hace cinco años: “La ansiedad se me comía. Yo tenía las manos rígidas por completo, los brazos también. No me podía mover y el confinamiento fueron malas semanas, de llorar mucho y de mucho agobio”, asegura la joven mientras su madre recuerda que ella le decía: “Paula mira a ver que no estás saliendo en la habitación, te estás metiendo más”. El relato de Paula en TVE pasa por contar que con la comida se agobió mucho porque pensó que se le estaba “yendo el control” y era algo que no quería. “Era miedo al miedo a que se me fuese la mano”, confiesa.

Las redes sociales, la boca del lobo

La única ventana al exterior estando encerrados en los domicilios era el móvil. El contenido de las redes sociales, que se centró en potenciar el culto al cuerpo y la comida sana, afectó todavía más a Paula: “Todo el mundo te recordaba que ibas a engordar o que no ibas a hacer nada o que si no cocinabas no eras nadie. Nunca me había parado a pensar ni en lo que comía ni en mi cuerpo y de repente ahora estoy con muchísima obsesión y con mi atención centrada ahí”.

Para Lucía el problema viene de más atrás: hace cinco años le diagnosticaron bulimia nerviosa purgativa. Ella asegura que "si no estás bien, las redes sociales son como la boca del lobo”. En su caso, continúa, percibía que en el mundo digital era todo “deporte, deporte, deporte, no sé por qué la gente se está volviendo tan loca con el deporte, con adelgazar, con comer bien. José Luis, su padre, explica que cuando llegó el tratamiento tuvieron que erradicar las conversaciones sobre la comida en casa: “No se hablaba ni siquiera de qué íbamos a comer mañana y, entonces, de repente, te encuentras en una pandemia en la que los temas estrella eran aplaudir a los médicos, comida y deporte”.

Si no estás bien, las redes sociales son la boca del lobo. En el confinamiento todo era deporte, deporte, deporte

“El hecho de practicar deporte es bueno, pero solo si está reglado y con un tiempo fijado”. Es lo que cuenta Lucía. Una pauta a la que se suma Marta, nuestra primera protagonista y que está diagnosticada desde los doce años. que reconoce que “nosotras el ejercicio no lo sabemos manejar de una manera sana y normal” y que ahora, que está mejor, su psicóloga le ha permitido hacer deporte, no como durante el confinamiento que lo tenía prohibido: “Reconozco que aunque al principio no lo entendía muy bien, ha sido recuperarlo y qué maravilla. Yo no recordaba hacer deporte sin pensar en cómo me muevo, no me muevo, cuánto me muevo, si quemo, si no quemo”. Ahora, asegura, aunque ha pasado mucho miedo, todo está un poco mejor: “Pensaba que sin el deporte no me iba a poder sostener. Todo está un poco mejor, pero está con pinzas”

Según la directora del hospital aragonés esta relación tóxica con el ejercicio físico es algo que se repite continuamente: “Lo que vemos con mucha frecuencia, episodios de atracones, de compensación a esos ejercicios con purgas o con ejercicio, con hiperactividad”.

Una década conviviendo con un trastorno alimentario en casa

Consuelo tiene una hija enferma de 23 años y ha vivido su recaída en pleno confinamiento, por lo que la joven debía estar aislada en su habitación. Asegura esta madre, que también es presidenta de la Asociación TCA Aragón, tiene que soportar, además de lo alimentario, ver como su hija está triste, tiene cambios de humor y está irritable e irascible. Aún así, y evitando estar a su lado, recuerda que “sabía que lo mejor era que estuviera en el hospital porque necesitaba día y noche a los especialistas”. No fue fácil, claro: “¿Cómo le explicas a tu hija que no podíamos ir a verla, que no podíamos salir de casa?”, pregunta retóricamente.

El teléfono de la asociación aragonesa suena cuatro veces al día con familias angustiadas. Las llamadas, dicen, se han triplicado y con casos muy graves. Episodios como el que relata la madre de Paula, Pilar, que cuenta que su hija “se ha intentado tirar por la ventana, porque esta enfermedad tiene muchos incidentes de suicidios, lo que pasa que no se dice”. Lo mismo que Consuelo que reconoce que ha temido muchas veces por la vida de su hija: “Ha habido intentos en los que por fortuna hemos llegado a tiempo y hemos podido salvarla y esperemos que no se repita porque, ¿y si un día no llegamos a tiempo?”.

La sanidad pública debe dar solución porque cuando se cronifica el trastorno es inasumible

A estas dos madres se une también Patricia Cervera, cuya hija, Aleixandra, lleva una década sufriendo por esta enfermedad. Fue Cervera, precisamente, quién consiguió con una campaña de movilización social que en su comunidad, Andalucía, se establecieran unidades especializadas en TCA. O, al menos, consiguió una promesa. Así lo ha explicado en 'La Hora de La 1' donde ha argumentando que "nos prometieron dos unidades para Andalucía pero, actualmente, solo se está atendiendo en consultas externas y en hospitales de día". Tanto es así, continúa, que su propia hija está ingresada en Ciudad Real viviendo ella en Granada.

Firmas por un centro para los trastornos alimentarios - Escuchar ahora

Para Cervera, que va a acudir hoy mismo al Parlamento Andaluz a exponer esta problemática, esta situación es insostenible porque viene de un "periodo horrible, horrible, como fue la pandemia". "Ella estaba sondada en casa y yo estuve que estar de enfermera 24hr. La ingresaron y en navidad acabó en la UCI, en una situación muy crítica, y ahora ha tenido que ser derivada a Castilla - La Macha", ha explicado. Asegura también esta madre que lucha por una pelea común que se las apañada "muy mal, porque cuando están mal precisamente lo que más necesitan es cariño y abrazos. Las mededidas tan restrictivas para evitar los contagios ahondan en su aislamiento y tienen un déficit que dificulta muchísimo la recuperación de la enfermedad".

Para ella, como para tantos otros progenitores, la principal reclamación es que la sanidad pública sea "capaz de dar solución a estas personas, ya que, añaden, "las consecuencias son horribles, pero cuando se cronifican son inasumibles. Muchas madres ttienen que dejar su trabajo, su carrera profesional, están en tratamiento psicológico, o hay hermanos con abandono de estudios", concluye.

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