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Turismo rural. Outes, A Coruña

Marisqueo, astilleros, pazos...: los tesoros de la ría de Muros-Noia en A Coruña

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  • En la costa del municipio se recogen los mejores berberechos y almejas de Galicia

  • Fue el centro de los pequeños astilleros de ribera que construían los barcos marisqueros

  • Gastronomía de calidad y alojamientos singulares completan su oferta turística

ÁNGEL SÁNCHEZ
12 min.

Aunque Outes se encuentra tierra adentro su litoral alberga más de la mitad de la ría de Muros-Noia. En sus aguas de poca profundidad y lechos arenosos se encuentra su principal recurso económico: el marisco. De su explotación viven miles de familias que trabajan durante la temporada de marisqueo que se extiende entre los meses de septiembre y marzo. Ellos recogen los tesoros de la ría.

El marisqueo, primera ocupación de la ría

Cada mañana frente a la playa de Broña, entre el otoño y la primavera, centenares de embarcaciones se reparten por la ría. Muchas de ellas llevan a bordo sólo dos personas, a veces matrimonios, que se dedican al marisqueo. En turnos que coinciden con las mareas extraen del fondo sobre todo berberechos y almejas que –dicen allí- son los mejores de Galicia. También algunas ostras. Es la principal industria de los habitantes entre las poblaciones de Muros y Noia, cuyo producto se recoge en la lonja del puerto de O Freixo, el puerto de Outes. Allí el ir y venir de los mariscadores es incesante. Quien más quien menos lleva un barreño lleno de berberechos o almejas. Se entregan a los clasificadores que, recogida la mercancía, devuelven un justificante con la cantidad, calidad y precio del marisco.

Mariscadoras en O Freixo

Mariscar a flote y mariscar a pie

El trabajo de los mariscadores para quienes salen con sus botes a la ría, a flote, es duro. Pero lo es más para quienes lo hacen a pie, caminando con el agua casi hasta los hombros. Las condiciones climatológicas van del frío del invierno al sol primaveral. Claro que la equipación ha cambiado mucho. Las mariscadoras a pie –es un trabajo que desempeñan mayoritariamente mujeres- van mejor equipadas que hace décadas. El neopreno es su uniforme. Protege del frío al menos unas horas aunque al final trabajar varias horas en el agua pasa factura.

Mariscar, un oficio duro

El marisqueo está regulado por la Xunta de Galicia para evitar el furtivismo y la sobreexplotación. Loredana Caamaño es una de las mujeres autorizadas para esta actividad. Es su único empleo entre septiembre y marzo. Para muchos, cuenta, es una ocupación que se complementa en verano con la hostelería y los puestos de trabajo relacionados con el turismo y la hostelería. Pero en su caso es la única fuente de ingresos. Trabaja seis meses, lo que dura la temporada, pero el dinero tiene que durar 12.

Es muy duro, porque se hace un trabajo físico importante

La actividad requiere fuerza y conocimiento reconoce Caamaño:Sí que es muy duro, porque se hace un trabajo físico importante. Pero bueno, es muy saludable y somos autónomas. Cada una hace un poquito lo que puede”.

El rastrillo y las herramientas de las mariscadoras

Las mariscadoras arrastran tras de sí su equipo. Un flotador, que suele ser un neumático inflado, un cubo y un par de bolsas de red sujetas a la cintura. Pero su principal herramienta es el rastrillo: de aluminio, rematado en el extremo por una cesta con dientes en el borde de hasta once centímetros para la almeja y un mango de unos dos metros con asas laterales.

“Lo echamos a la arena y con fuerza para abajo, cuanto más hondo más posibilidad de almeja fina te va a venir. Y con toquecitos hacia atrás haces una buena rastreada y lo levantas”, dice Loredana desde el agua. Esta vez ha habido suerte: “Aquí ya quitas pues en este caso tres berberechos y una almeja japónica”. No siempre se acierta con el marisco. Muchas de las veces sólo se sacan piedras. Este ejercicio de rastrillar la arena del fondo es agotador. Todo para conseguir un máximo de tres kilos de cada uno de los tipos de bivalvos.

Loredana Caamaño, mariscadora

“De berberecho tenemos cuatro tamaños y la almeja fina, la almeja japónica y también trabajamos con la almeja babosa, pero bueno en nuestro caso la almeja babosa es principalmente de los barcos”. La más apreciada es la almeja fina, la autóctona, sobre todo si alcanza un buen tamaño y tiene categoría especial.

Disfrutar los manjares de la ría

El marisco es el plato estrella de los restaurantes de O Freixo. Ríos o Pepe do Coxo en el Paseo de Ribeira están situados junto a la lonja. Todos los días ofrecen en su carta ostras, almejas, berberechos aparte de una variada carta. Pepe do Coxo tiene su propia depuradora en la que se prepara el marisco para el consumo con ozono y rayos ultravioleta durante 24 horas antes de ofrecerlo al público.

Explica cómo distinguir una almeja fina de una japónica. Se hace observando los sifones, las estructuras tubulares por las que fluye el agua, que emplean para moverse, alimentarse, respirar y reproducirse, y que se asoman en el momento en que la almeja abre un poco su concha. “Si te fijas -dice mientras mientras la sostiene en la mano- los sifones en la fina están separados. Pero en la japónica están más cerrados. El sabor de ésta última es inconfundible. Se parece más al berberecho”.

Cocina en 'Pepe do Coxo', Outes

Aparte de su marisco 'Pepe do Coxo' nos ofrece sus magníficos arroces. En este caso, su cocinero, Samuel Suárez, nos presenta uno con otra joya de la ría, el salmonete: "Empezamos haciendo el sofrito con la cebolla y el pimiento y un poquito de ajo, le añadimos tomate natural y vino blanco. Dejamos que reduzca, añadimos el arroz y luego ya regamos con caldo y dejamos cocinar... Nosotros le damos eso 4 ó 5 minutos a fuego fuerte y sobre doce o catorce a fuego más bajo". Y a comer... sin olvidar las carnes de la tierra.

Arroz con salmonetes

Carne a la brasa de 'Pepe do Coxo'

La industria de la ría: los astilleros de ‘ribeira’

El marisco a flote no habría sido posible sin embarcaciones apropiadas. Desde finales del siglo XIX el municipio de Outes ha sido un importante centro de carpintería de ribera. Decenas de pequeños astilleros se instalaron para construir pequeñas embarcaciones de pesca y otras mayores para carga de mercancías.

Astillero de ribeira

Hoy la mayor parte ha desaparecido y sólo sobreviven los pocos que se han modernizado. “Outes fue el epicentro de la carpintería de ribeira de la contrucción de pequeñas embarcaciones y no tan pequeñas de madera sobre todo a finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX”, recuerda su alcalde Manuel González.

Outes fue el epicentro de la carpintería de ribeira a finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX

El ayuntamiento de Outes ha puesto en marcha un proyecto para recuperar uno de ellos y convertirlo en museo. Es el de Cipriano Domínguez que mantuvo su actividad hasta los años 70.

Astillero de Ciprián Domínguez

“Aquí vamos a albergar, vamos a construir, reconstruyendo tal cual está este pequeño astillero, un museo, un centro de interpretación de la carpintería de ribera para que la gente de aquí y sobre todo la gente que nos venga a visitar sepa de lo que se hacía en estas instalaciones, de nuestro enorme patrimonio, en este caso patrimonio industrial, patrimonio artesanal que es parte de nuestra personalidad”, asegura González.

El balandro Joaquín Vieta, superviviente de la carpintería de ribera

Pocas embarcaciones permanecen navegando todavía de esa época, pero en el puerto de O Freixo encontramos una de ellas. Un pequeño carguero cuya construcción propiedad de la familia catalana de los Vieta, que se instaló en Galicia hace más de un siglo. Joaquín Vieta Ros, industrial conservero, lo encargó a los astilleros Ríos en 1915 y se terminó en 1916. Su casco original es de madera de pino, con una eslora de 15 metros y un arqueo de 22,5 toneladas. Se dedicó en principio al transporte de madera y otras mercancías entre Muros y Vigo. En su siglo largo de vida cambió de manos varias veces y sufrió algunas reformas. Su último empleo fue como bateeiro en la ría.

Es uno de los barcos más antiguos que está operativo, que aún lleva gente para visitas turísticas

A punto de ser desguazado en 2004, fue rescatado por un grupo de enamorados de la navegación que se convirtieron en su tripulación y constituyeron la Asociación balandro Joaquín Vieta. Con algunas ayudas y mucho trabajo personal consiguieron reformar el barco y darle utilidad. Hoy se dedica al turismo surcando las aguas de la ría cargado de visitantes. “Es uno de los barcos más antiguos que está operativo, que aún lleva gente para visitas turísticas”, nos dice María Teresa Couto, miembro de la asociación. De hecho es el decano de estas aguas.

Balandro 'Joaquín Vieta'

Navegando por la ría entre bateas y submarinos

Bajo la mirada experta de Xan al timón, con María Teresa, Enrique, Pedro y otros miembros de la tripulación se puede contemplar la ría desde otro punto de vista surcándola en el Joaquín Vieta. Enrique Blanco nos habla de la reforma del barco que hicieron en la primera década de los 2000.

Es el único que queda en Galicia de esta edad, tiene 105 años, y lo ideal es eso, mantenerlo y ver que hay un pedacito de historia de aquí de Galicia

“Todo cuanto se ve, la jarcia, todo, los mástiles, todo lo que está montado, lo hicimos los de la asociación trabajando físicamente nosotros aquí. Eran barcos hechos especialmente para la ría, donde hay poco calado, hay poca agua y entonces son barcos muy barrigones y tienen poco calado. Son muy anchos y el pantoque es casi plano... ”, explica Enrique mientras muestra orgulloso del balandro. “Es el único que queda en Galicia de esta edad, tiene 105 años, y lo ideal es eso, mantenerlo y ver que hay un pedacito de historia de aquí de Galicia, de Noia,y que es parte del patrimonio”, recuerda.

María Teresa Couto

miembro de la Asociación 'Balandro Joaquín Vieta' a bordo del barco

En esta mañana soleada, desde la borda se puede contemplar más de cerca el trabajo de los mariscadores en sus botes o las bateas de mejillones donde se mantuvo anclado el Joaquín Vieta en los que casi fueron sus últimos años a finales del siglo XX. Enrique nos cuenta que en estas aguas hubo mucha actividad durante la Segunda Guerra Mundial. “Allí -dice señalando hacia la salida de la ría- hay un submarino alemán hundido y varios aviones. Los alemanes venían mucho a esta zona para comprar el ‘wol’ (wolframio)”.

Este mineral, wolframio o tugsteno era esencial para dar dureza al acero del blindaje de los tanque alemanes, de ahí el interés del régimen de Hitler por hacerse con él. De hecho, en Galicia están hundidos 35 submarinos nazis.

Los veintidós ojos del Ponte Nafonso en la desembocadura del río Tambre

El Pazo do Tambre, un lujo del siglo XIX

Si tomamos la ría hacia tierra, hacia el interior llegamos al Ponte Nafonso, uno de los más antiguos que la atraviesan. A través de sus veintidós ojos el río Tambre toma el camino del mar. Y muy cerca se encuentra otro monumento en el que merece la pena detenerse, el Pazo do Tambre. Una lujosa construcción de finales del siglo XIX, rodeada de jardines, en la que revivir aquella época.

El pazo es original de 1898, es una construcción de Antonio Palacios, para una familia de nobles portugueses

Entrar en su interior, pasear por sus salones, es dar un salto en el tiempo de más de cien años.”El pazo es original de 1898, es una construcción de Antonio Palacios, para una familia de nobles portugueses, que después más adelante, vendieron”, señala Javier Hurtado, el directo del palacio.

Fachada principal del 'Pazo do Tambre'

La construcción está dedicada hoy a la hostelería, alojamiento y celebraciones. Hurtado la resigue son su memoria: “Vamos e encontrar todo tipo de elementos que nos trnasportan a otra época. Camas con dosel, tapices gigantes, chimeneas talladas a mano de mármol. Todo se ve que es un trabajo muy artesanal que nos traslada una idea perfecta de cómo se podía vivir dentro de un pazo en aquella época…”

Interior del Pazo do Tambre

Las Cabañas de Albeida, dormir en un premio nacional de arquitectura

Y para terminar el recorrido otro lugar dedicado al descanso, las Cabañas de Albeida, un alojamiento rural singular que se integra y convive con el bosque. Forma parte de un proyecto ‘Cabaniñas do Bosque’ de la empresa famliar Do Artesanato, con sede en Outes, que desarrolla actividades relacionadas con el turismo rural desde 1998. Tres años después ponen en marcha su construcción más innovadora, las Cabanas de Carmen, en las que la integración en el paisaje constituye su razón de ser.

Vista de las Cabañas de Albeida, integradas en el bosque

Después vendrían Os Apriscos, Finca Mourelos, Cabanas do Barranco, Cabanas de Broña, Cabanas sen Barreiras… Y las últimas, 'Cabanas de Albeida'.

Lo que se busca es el contacto con la naturaleza, el respeto por el entorno y por el patrimonio ya construido

Están situadas en esta población, en medio de un bosque caducifolio. Son nueve cabañas, cuyas terrazas atraviesan en algunos casos los árboles. Además se han recuperado cinco ‘pallales’. Todas con vistas a la desembocadura del río Tambre y la ría. “Lo que se busca es el contacto con la naturaleza, el respeto por el entorno y por el patrimonio ya construido y sobre todo la interacción del usuario, del cliente con la naturaleza y con el paisaje”, nos dice Francisco Liñares, arquitecto y creador del proyecto.

Interior de uno de los alojamientos con vistas a la ría desde las Cabañas de Albeida

“A pesar de estar en una cabaña en el bosque, no renunciar a las comodidades que te puede ofrecer pues eso, estar en la terraza, poder ver una puesta o un nacimiento de sol preciosos en un espacio de agua muy bonito, con intimidad poder ver las estrellas, es maravilloso”, señala Liñares. Cierto, pero mucho mejor verlo en el próximo programa de Agrosfera que contarlo…

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