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El viaje de la vacuna

Bolivia: bulos que cuestan vidas

  • Los temores infundados, fomentados por la desinformación, han provocado que las vacunaciones hayan descendido

  • Especial El viaje de la vacuna, un recorrido virtual por los cinco continentes

SAMUEL A. PILAR
8 min.

Los cuatro vacunadores, ocultos de pies a cabeza bajo sus trajes de seguridad, avanzan por una de las calles de la urbanización Nuevo Amanecer, en la ciudad boliviana de El Alto. El equipo acaba de inmunizar a una niña en el domicilio donde vive junto con sus padres, tíos y primos. En total, diez personas bajo el mismo techo. Una constante que se repite en este barrio humilde de casas de ladrillo desnudo y calzadas a medio pavimentar, habitado mayoritariamente por migrantes aimaras.

La pandemia de coronavirus ha provocado que muchos padres hayan dejado de ir a los centros sanitarios a vacunar a sus hijos por temor a exponerse a la nueva enfermedad. Por ello, los sanitarios han decidido pasar a la acción, y que sean las vacunas las que acudan al encuentro con los niños, puerta por puerta. Pero los bulos y la desinformación han irrumpido con fuerza en este escenario ya de por sí inestable, incrementado los recelos, por lo que estos equipos no siempre son bien recibidos.

No ha sido el caso de la familia que acaban de visitar, cuyos miembros son plenamente conscientes de la importancia de las vacunas. “Todos estamos vacunados, la pequeña es la última que faltaba, porque los problemas y los bloqueos del coronavirus han impedido que su mamá la pudiese llevar al centro de salud”, explica Giovanna Pari Flores, una de las tías, quien cuenta cómo algunos de sus vecinos no abren la puerta a los vacunadores, una actitud que desaprueba: “Es una obligación que los papás tenemos, para que nuestros hijos estén sanos y no se enfermen, para cuidarlos”.

Los vacunadores están ocultos bajo trajes de seguridad contra la COVID-19. UNICEF BOLIVIA

La cobertura de vacunación en Bolivia ha registrado un preocupante descenso que se ha acentuado durante los últimos meses. La situación sociopolítica que atravesó el país en el último trimestre de 2019, sumada a la pandemia de COVID-19, han provocado que miles de niños, jóvenes y adultos no completen o ni siquiera inicien el calendario de vacunación indicado.

En la ciudad de El Alto, la segunda mayor del país, siete de cada diez menores no han recibido las vacunas recomendadas para su edad. Además, el 90% de las niñas de entre 10 y 15 años no han completado el esquema de la vacuna VPH y están expuestas al virus del papiloma humano, que es la principal causa de cáncer de cuello uterino.

Campaña de apoyo a la vacunación

Los temores infundados han sido uno de los principales motivos de esta caída, por lo que las autoridades sanitarias bolivianas, en colaboración con UNICEF, han decidido poner en marcha un proyecto para apoyar a las vacunas. Una estrategia de comunicación, información y movilización social cuyo principal objetivo es recuperar las coberturas perdidas.

“Hay un obstáculo importante que tiene que ver con el miedo a los efectos secundarios a la vacunación, o con la desinformación que circula en las redes sociales, y esos mensajes también han llegado hasta las familias y las comunidades”, asegura Eduardo Rivero, especialista en promoción de la vacunación de UNICEF, quien explica que “si los padres no sienten la confianza hacia el personal de salud o hacia el producto vacunal, es muy difícil que ellos acudan a los servicios, y también que el país logre las metas de vacunación establecidas para cada año”.

Durante la pandemia de COVID-19, los vacunadores van puerta por puerta para inmunizar a los niños. UNICEF BOLIVIA

Enfundados en sus trajes blancos que los protege del coronavirus, los vacunadores se dirigen hacia la próxima vivienda de la lista. Cargan con neveras portátiles en las que transportan las vacunas, además de mochilas con todo el material sanitario que necesitan, como jeringuillas o gel hidroalcohólico. Uno de ellos también lleva un megáfono, para anunciar su presencia desde lejos y que los padres puedan ir preparando a sus hijos.

Nuevos casos de sarampión después de 20 años

El calendario nacional de vacunación de Bolivia ofrece protección contra 23 enfermedades prevenibles, algunas de ellas mortales y altamente infecciosas como el sarampión, la poliomielitis, el cáncer de cuello uterino, la fiebre amarilla o el tétanos. La inmunización ha jugado un papel muy importante en la erradicación de dos patologías tan potencialmente devastadoras como la polio y el sarampión, aunque de esta última han vuelto a reportarse casos en 2020, después de más de 20 años sin registrarse ninguno, una señal de alarma que aparece cuando la cobertura vacunal desciende.

Los principales obstáculos a los que se enfrenta la inmunización en Bolivia son, en primer lugar, geográficos. Una parte muy importante de su territorio es selvática, y también es un país muy montañoso, lo que provoca que escaseen medios de transporte y sistemas logísticos para llevar las vacunas, especialmente a las comunidades remotas.

Por supuesto, los motivos económicos también son importantes, ya que una gran parte de la población carece de recursos para desplazarse a los centros de salud que están lejos de sus hogares, lo que hace que el desplazamiento de los vacunadores hasta estos domicilios sea esencial. Además, en muchas ocasiones tampoco se dispone de los fondos necesarios para garantizar el mantenimiento de la cadena de frío, que representa uno de los principales quebraderos de cabeza en las campañas de vacunación de los países más pobres.

Desinformación y creencias falsas

Finalmente, están los escollos de carácter cultural, relacionados con la desinformación y las creencias falsas; algunas muy extendidas, como que las vacunas provocan esterilidad o dañan a los niños. Este tipo de ideas sin ningún fundamento están más arraigadas de lo que puede creerse, especialmente en algunas comunidades indígenas. Aunque, en general, la aceptación de las vacunas por parte de la población boliviana es alta.

Zulema León distrae a su bebé en el momento de recibir la vacuna. UNICEF BOLIVIA

Buen ejemplo de ello es Zulema León, una auxiliar de enfermería que tuvo que dejar su trabajo cuando la pandemia de coronavirus irrumpió en mitad de su embarazo y la convirtió en persona de riesgo. Afortunadamente, esa amenaza nunca se materializó y ahora, varios meses después, ha llevado a su hijo de cuatro meses a un centro de salud de El Alto para vacunarle. “Como he estudiado, sé la importancia de las vacunas, y mis hijos tienen que vacunarse sí o sí para que no enfermen posteriormente”, manifiesta sin vacilar, para resumir en una frase todo lo que piensa sobre la obligación que tienen los padres respecto a las vacunas: “Quien quiere a sus hijos, quiere que no enfermen”.

La principal virtud de las vacunas, cualquiera de ellas, es su calidad indiscutible. Pocos productos disponen de un aval científico tan rotundo, que sitúan su seguridad y eficacia fuera de toda duda razonable. Ningún otro medicamento ha salvado tantas vidas. Por eso, convencer de su uso es una tarea relativamente sencilla; no hace falta más que realizar un ejercicio de transparencia.

"Nuestro objetivo es generar encuentros con los padres; espacios de diálogo y de conversación", recalca Eduardo Rivero, quien explica el principio en el que se basa su trabajo: "informar de manera constante a la población" sobre cómo funcionan las vacunas y los efectos que producen en el organismo humano.

Sin embargo, en el éxito de las vacunas está también su mayor punto débil, porque la invisibilidad de las enfermedades es un factor que puede jugar en su contra. "Treinta o cuarenta años atrás, las familias conocían de cerca las enfermedades que hoy están eliminadas o en vías de eliminación gracias a las vacunas. Ahora los padres más jóvenes no saben lo que es tener un hijo con sarampión. Y probablemente nunca han visto un caso de polio. No saben de los beneficios que la vacuna le ofrece a la sociedad", reflexiona Rivero.

En la ciudad de El Alto, siete de cada diez menores no han recibido las vacunas recomendadas. UNICEF BOLIVIA

La campaña iniciada por las autoridades sanitarias bolivianas y UNICEF se apoya en herramientas novedosas, como el eduentretenimiento y la comunicación lúdica, cuyo objetivo es hacer que el mensaje de apoyo a la vacunación sea más atractivo, especialmente para niños y adolescentes. Por supuesto, también presta especial atención a las redes sociales, el verdadero campo de batalla de la desinformación.

"En las redes sociales, en los diálogos entre padres, se nota que los mensajes contrarios a la vacunación están produciendo efecto", prosigue Eduardo RIvero, quien cree que aún queda mucha gente "que no está segura de lo que el producto vacunal proporciona", ni "sabe de los beneficios que la vacuna le ofrece a la sociedad", lo que a su juicio hace que estas iniciativas de comunicación sean tan importantes.

Aunque el recibimiento generalmente es el adecuado, la vacunación a domicilio se ha convertido en una suerte de lotería en la que a veces los sanitarios se encuentran literalmente con la puerta en las narices. En una época en la que la ciencia y la medicina disfrutan de su mayor desarrollo y reconocimiento, paradójicamente también los bulos y la desinformación nunca han tenido tanta facilidad para campar a sus anchas. Una epidemia de ignorancia en la que solo hay unos perdedores: todos esos niños cuyos padres toman por ellos la decisión equivocada.

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