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La vacunación en mayores de 80 años, un rayo de esperanza para el grupo más castigado por la pandemia

ALBERTO LEÓN
6 min.

El anuncio de Sanidad de que los mayores de 80 años serán el siguiente grupo en percibir la vacuna del coronavirus ha significado un rayo de esperanza para una franja de población especialmente castigada por la pandemia. No solo porque la mortalidad ha sido muy alta en este grupo de edad sino porque además el confinamiento les ha abocado a meses de soledad y alejamiento de sus seres queridos, agravando en muchos casos enfermedades previas.

Según los datos del INE a 1 de enero de 2020, en España hay 2.851.054 personas de 80 o más años, lo que representa el 6% del total. Sin embargo, según la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, por encima del 60% de los fallecidos a causa del covid pertenecían a esta franja.

Las previsiones del Ministerio de Sanidad sitúan en marzo el inicio de la vacunación en este grupo de edad, excluyendo a los que viven en residencias de ancianos, que ya habrán recibido para entonces las dosis correspondientes.

Para muchos de ellos, la vacuna es un primer paso para recuperar cierta normalidad. "Llevo un año encerrada con mi marido, solo salgo para ir al médico y mis hijos nos traen la comida, nos sentimos aislados", cuenta a RTVE.es Luisa, de 83 años, quien lamenta especialmente no haber podido abrazar a su nieto desde marzo: "Eso a mí ya no me lo da nadie", añade.

"No veo el momento en que me llamen del centro de salud para vacunarme, mi marido tiene un poco de miedo pero se va a vacunar", asegura Luisa, quien confía en que "podamos hacer una vida lo más normal posible, porque en nuestro caso nos queda poco".

"Confiamos en las instituciones sanitarias"

También Nicolás y Pilar, de 83 y 84 años, viven prácticamente encerrados desde marzo, especialmente en las últimas semanas, en las que "por temor a constiparnos estamos haciendo un confinamiento voluntario, paseamos mucho por casa y poco más".

Pilar es dependiente y la persona que les ayudaba dejó de venir al inicio de la pandemia "por temor a que trajera algún contagio", dice Nicolás, aunque han contado con la ayuda de sus hijos.

Por ello, la pareja ha recibido "con esperanza y mucha ilusión" la noticia de que pronto serán vacunados. "Creemos que es bueno, somos partidarios de la vacuna porque confiamos en los médicos y en las instituciones sanitarias; si ellos dicen que hay que ponérsela, lo haremos, igual que nos ponemos todos los años la antigripal y no nos planteamos si es bueno o no".

Sin embargo, considera que "tendrá que pasar mucho tiempo" hasta que vuelvan a la normalidad: "Hasta que no se vacune toda la población el riesgo siempre va a existir", concluye.

Los mayores de 80 años serán los siguientes en recibir la vacuna contra la COVID-19

Un caso más grave es el de los dependientes que se encuentran en esta franja de edad, como Encarnación, de 82 años. Esta madrileña, que sufre alzheimer en fase avanzada, es usuaria de un centro de día y su exposición al virus es mayor pues, al no ser consciente de que hay una pandemia, no atiende a las medidas de seguridad. A ello se añade el avance de su demencia provocado por el confinamiento, pues desde marzo solo va de casa al centro de día.

"Es prioritario que vacunen y rápido a este grupo de población, porque en su caso los riesgos son altísimos y el daño por el aislamiento durante tantos meses no tiene vuelta atrás", asegura su hijo Jorge.

"Son los más vulnerables y los demás podremos recuperar nuestras vidas cuando todo esto pase, pero ellos están sus sus últimos años y esto ha sido un golpe muy duro", añade.

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"No creo que pueda recuperar la vida normal"

No todos los mayores tienen tan claro que se vayan a vacunar. Así lo asegura Marisa, una mujer de 83 años que asegura no estar decidida "porque no me fío". En su caso, lleva desde marzo prácticamente sin salir de casa "aunque yo antes salía todos los días a tomar el aperitivo", dice. Solo las visitas de su hijo y de su nieto -"siempre con mascarilla"- y la ayuda de estos para suministrarle comida y otros productos necesarios le han permitido tener cierta normalidad, aunque sin pisar la calle.

"No creo que pueda recuperar la vida normal", añade con pesimismo.

Tampoco Pilar, de 86 años, está muy animada a vacunarse "porque me puse la vacuna de la gripe y me sentó fatal" dice, aunque asegura que, si se lo recomienda su médico, lo hará. Esta vecina de Talavera de la Reina (Toledo) también vive sola, aunque tiene muy cerca a una de sus nietas. "Como tengo artrosis no salgo mucho a la calle, por lo que el confinamiento no me ha afectado demasiado" aunque lamenta "no poder bajar a misa".

También sufre el hecho de no poder ver a menudo su familia -tiene nueve hijos y varios nietos- pero habla con ellos por teléfono "y si viene alguno, con mascarilla y mucha prudencia", advierte.

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"Que acabe con esta peste"

Un caso muy especial es el de Concha, una mujer de 102 años que vive sola "aunque mi hija se enfada conmigo porque quiere que me vaya con ella", cuenta a RTVE.es. A pesar de su avanzada edad, Concha mantenía una vida social muy activa, que se vio truncada por la pandemia. "Yo no paraba en casa, salía todos los días a jugar a las cartas, pero eso cambió radicalmente", asegura.

Por eso se muestra decidida a vacunarse aunque espera que puedan venir a su domicilio a ponerle las dosis "porque ahora me duelen mucho las piernas y no me puedo mover de casa". Concha confía en que la vacuna pueda "salvar vidas y acabar con esta peste" y, además, le permita recuperar su vida social "porque ahora no viene nadie a verme".

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