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"Abuelo, no quiero que sea tu última Nochevieja": los dilemas familiares ante las Navidades más extrañas

ÁLVARO CABALLERO
6 min.

“Estas Navidades . María Teresa Rodríguez vive en A Coruña y este año no podrá reunirse con sus padres en Burgos, a quienes no ve desde hace un año, ni con sus hermanos y sobrinos. Reconoce que le da pena, pero cree que hay que tomárselo con “prudencia y sentidiño”.

Tras conocerse la propuesta del Gobierno de limitar las reuniones familiares a seis personas en las fiestas navideñas por la pandemia, muchas familias vieron cómo se tambaleaban los planes que llevan haciendo toda la vida. En la de Carmen Olmeda, por ejemplo, son casi 40 personas las que comen juntas el 25 de diciembre, pero ya ha asumido que este año no podrá ser. “Nos ha tocado esto igual que hay gente que le toca una guerra, pues habrá que esperar a que pase. Yo me lo tomo con relativa calma”, asegura.

“Nos ha tocado esto igual que hay gente que le toca una guerra, pues habrá que esperar a que pase"

Carmen tiene 73 años y desde marzo ha limitado al máximo sus salidas. Todavía no ha conocido a tres de sus sobrinos-nietos, nacidos durante la pandemia, pero prefiere esperar a después de Navidad para verlos. “Ya los conoceré, qué le vamos a hacer, no me voy a amargar la existencia”, dice con resignación.

"Si a mi madre le pasara algo no me lo perdonaría"

Que estas Navidades no serán como las de otros años ya está prácticamente asumido por todos, especialmente aquellos que han sufrido la enfermedad o la pérdida o la enfermedad de algún familiar. “Esto me da mucho miedo, mi hermano lo pasó y le faltó un pelo para entrar en la UCI”, cuenta Alfonsa Serrano.

También sufre por su madre, de 90 años, con quien ve difícil reunirse en estas fechas, a pesar de que a ella le hace mucha ilusión. “Está mirando los días que quedan hasta Navidad, le da pena porque normalmente ella nos junta a 30 personas en su casa, pero si le pasara algo no me lo perdonaría”, asegura.

Simón advierte de que hay más riesgo al reunir por Navidad a "seis personas de seis familias diferentes" que a "diez personas de dos familias"

Héctor, estudiante de máster de Cáceres, es quien tiene que convencer a sus abuelos del peligro de las reuniones familiares. “Abuelo, no quiero que sea tu última Nochevieja con nosotros porque seamos tontos, nos reunamos y nos contagiemos”, le dice. Afirma que no van a incumplir las restricciones de aforo ni de toque de queda –“no solo por ley, sino por seguridad”-, a pesar de que lo importantes que son las reuniones en su familia. “Mi madre va a llorar”, vaticina.

Para Francisco Javier Gómez, de Don Benito, es difícil tratar con los sentimientos de la gente mayor de su familia. Su tía supera los 80 años y también es grupo de riesgo su suegra, pero cree que “ellas prefieren correr el riesgo antes que pasar la noche solas, lo pasarían mal”. Aún no saben qué harán en Nochebuena y Navidad y reconoce que tiene miedo a que se puedan contagiar.

Las alternativas: videollamadas o una Nochebuena en verano

Sin reuniones multitudinarias, muchos han tenido que ponerse creativos para buscar alternativas. “El riesgo de juntarnos me parece tan alto que no merece la pena, teniendo el Whatsapp y las videollamadas”, explica Carmen. Descubrió las videollamadas durante el confinamiento, cuando cada domingo se tomaba un aperitivo virtual con sus hermanos y sobrinos. Ahora, cuenta que lo seguirán haciendo en Navidad.

La familia de Alfonsa ya ha planificado una “Nochebuena veraniega”, y planean reunirse, si el virus lo permite, en una casa de campo con piscina, para “hacer una barbacoa, tirar cohetes y tirar la casa por la ventana”.

Algunos se consuelan organizando planes futuros, para cuando todo haya pasado. Khawla, una estudiante murciana de origen marroquí, planea un futuro viaje a Marruecos con toda su familia. También ha usado mucho las videollamadas para estar en contacto con sus padres, a los que no ve desde hace meses. “Hemos celebrado el cumpleaños de mi sobrino por videollamada, es triste, pero es lo que hay”.

Carmen bromea con ir con su numerosa familia a Bérchules, un pueblo granadino en el que se toman las uvas –y los polvorones y el mazapán- en agosto. Si no, también ha pensado en quedar un día de estas navidades en un parque y, con mascarillas y distancias, poder conocer a sus nuevos sobrinos.

Las dudas entre los jóvenes que vuelven a casa por Navidad

Una de las mayores preocupaciones de las autoridades ante estas fechas es la movilidad de los miles de jóvenes que vuelven a sus casas familiares. María Teresa le ha pedido a su hija, que trabaja en Madrid, una PCR antes de viajar a Galicia. También toma precauciones con su otro hijo, a quien ve una vez a la semana, pero siempre con mascarilla.

Héctor procura no salir mucho de fiesta durante estas semanas, antes de reencontrarse con su familia en su pueblo. Cuenta que se ha saltado el toque de queda un par de veces, las dos hasta poco después de la medianoche, pero que siempre que queda lleva mascarilla y no toca a nadie.

“Yo a mi hijo lo meto en el coche con mascarilla y guantes. Cuando llega a casa va derecho a la ducha, lavamos su ropa y guardamos distancias”, explica Alfonsa, que también tiene a su primogénito trabajando en Madrid. Eso sí, “a los pocos días ya le doy besos y abrazos”, añade.

Hay otros que tal vez ni siquiera se podrán reencontrar con sus familiares. Khawla duda mucho que pueda volver a su casa en Murcia, donde suele celebrar la Nochevieja con su familia. “No tenemos familiares de riesgo, pero como no sabemos cómo actúa el virus puede que no vaya. No sé si mis padres van a pasarla solos”, lamenta.

La Nochevieja más casera, "con dominó y parchís"

Otra de las fiestas navideñas que tendrá que cambiar, y mucho, es la de Nochevieja. El Gobierno ha propuesto un toque de queda a la 1 de la madrugada, mientras que algunas comunidades, como Madrid o Cataluña, pretenden alargarlo hasta la 1:30. En todo caso, para quien salía esa noche de fiesta tras tomarse las uvas los planes han dado un giro de 360 grados.

Isabel, la hija de Alfonsa, tiene 25 años, y este año sustituirá la Nochevieja por la “Tardevieja”, una tradición cada vez más asentada en varias ciudades españolas. Algo parecido hará Héctor también, que ha quedado con sus amigos en pasar la tarde del 31 de diciembre jugando a juegos de mesa en vez de salir hasta la madrugada.

Alfonsa lo tiene claro: ella está encantada con el toque de queda. “No te puedes imaginar lo a gusto que voy a pasar el final de año con mis hijos en casa, jugando al dominó y el parchís”.

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