“Que no se olvide que no deberían haber perdido su vida por haber ayudado a los demás”. Blanca es hija de Inmaculada Hernández Beltrán, una de los 14 médicos en activo que fallecieron en Madrid durante la pandemia de Covid-19. “Ningún trabajador sanitario tendría que ir a jugarse la vida a su puesto de trabajo”.
Es una de las voces que conforman Vocación, el documental que homenajea a los muertos en primera línea de la mayor emergencia sanitaria del siglo en España. Médicos de cabecera, cirujanos, jefes de servicio, especialistas o incluso jubilados que no dudaron en presentarse voluntarios aunque tuvieran patologías de riego.
“Para un sanitario, en una epidemia, no trabajar es contrario a su vocación”, resume María, que perdió a su marido, el nefrólogo e investigador Alberto Tejedor, despedido con una enorme pancarta en frente a su hospital escrita en presente: “Tú eres el Marañón”.
La iniciativa del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) encontró en el cineasta Polo Menárguez (El plan) a su mejor aliado. Hijo, hermano y pareja de sanitarios, la idea de realizar algún día un documental o ficción sobre la sanidad le rondaba la cabeza hace tiempo: “La sanidad pública, ese sentido de la protección de todos por todos es lo más bonito que tiene esta sociedad”.
Para el presidente del Colegio de Médicos, Miguel Ángel Sánchez Chillón, Vocación habla “de esa sensación de orgullo por ese familiar que ha dado su vida por la profesión que quería” y espera que la profesión médica “se sienta reconocida”.
Orgullo y amor son las claves de los testimonios. Hay un consenso en destacar el humanismo, la generosidad, la vocación de cuidar al otro, la empatía, el esmero en la atención al paciente. Un altruismo definido por Juan, hijo del Juan Manuel Rey Naya, médico militar jubilado de 72 años que regresó al servicio y, cuando enfermó, decidió que no quería respirador porque “era mejor cedérselo a otra persona”.
Menárguez ha buscado en el montaje un equilibrio pudoroso para evitar lo dramático, pero tras las descripciones de lo más luminoso de los fallecidos vibra latente un profundo dolor.
“Te pone delante del duelo y la tristeza: esto es el dolor, esto es perder a un ser querido“
“Te pone delante del duelo y la tristeza: esto es el dolor, esto es perder a un ser querido”, piensa el director. “Es importante verlo: la gente que ha tenido la suerte de no vivir el dolor y la tristeza, lejos de obviarlo, tiene que enfrentarse a ello”.
Más víctimas que héroes
La viuda de Manuel Garrido, médico en el Centro de Salud Alameda lo explica así en Vocación: "Un héroe hace un acto desinteresado y se sacrifica de forma consciente: mi marido en ningún momento fue consciente de que podía perder la vida".
“Un héroe jamás diría que es un héroe: son poco egocéntricos“
El otro consenso de los testimonios es subrayar que no fueron héroes, sino víctimas del virus, el desbordamiento del sistema y de la falta de recursos materiales.
“Si la palabra héroe aleja de una reflexión pública de los problemas que han llevado a que un sanitario ponga su vida en riesgo es una palabra que hace daño, porque nos hace olvidar su condición de víctimas”, opina el director. “Sin embargo, últimamente pienso que un héroe jamás diría que es un héroe: son poco egocéntricos”.
Las flaquezas de la vocación
Lo vocación puede parecer firme, pero muchos sanitarios –una profesión que ya vivía el límite del burn-out, de alta exigencia y cada vez más precaria- se cuestionan su presente y futuro ante lo que queda de pandemia.
“El virus ha señalado con su dedo índice las costuras del sistema sanitario “
“El virus ha señalado con su dedo índice las costuras del sistema sanitario y no vemos que se esté reforzando”, denuncia Sánchez Chillón. “Como sociedad invertimos mucho dinero en formar profesionales de la medicina, pero cuando han acabado su ciclo formativo se van del sistema, incluso fuera del país, porque aquí las condiciones no son ideales. Es un error y es absurdo”.
La muerte y el duelo en aislamiento –opina Menárguez- ha revestido muchas entrevistas de terapia: “A veces era la primera vez que compartían ese dolor con alguien que no pertenecía a su círculo íntimo”. La madre del cineasta, enfermera jubilada, regresó al oficio durante la pandemia. Tras el ver el documental le confesó que ahora quizá no volvería a hacerlo. Una muestra de que las carencias de la primera oleada no deben repetirse.