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Las mayorías en juego de Feijóo y Urkullu y otras claves de las elecciones gallegas y vascas

JOSÉ Á. CARPIO
10 min.

Este domingo se celebran elecciones en Galicia y el País Vasco para conformar sus parlamentos, de los cuales saldrán también los ejecutivos de la Xunta de Galicia y el Gobierno Vasco para los próximos cuatro años. Unos 2,2 millones de gallegos y 1,8 millones de vascos están llamados a unos comicios que, en principio, se habían previsto para el 5 de abril, pero que tuvieron que aplazarse por la pandemia del coronavirus. Ahora, en la llamada nueva normalidad, los rebrotes de Covid-19 vuelven a hacer de esta convocatoria un evento fuera de lo común y marcados por el temor a los contagios.

Pero, al margen de lo relacionado con cómo se desarrollará una jornada electoral sin precedentes, está en juego la continuidad de los gobiernos del PP y el PNV, o el cambio a otras alternativas de gobierno. A continuación, se exponen las principales claves políticas cuando termine la jornada y se cuenten los votos.

Feijóo, cerca de convertirse en el nuevo Fraga

Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, Ourense, 1961) aspira en estas elecciones a igualar al mítico Manuel Fraga como presidente gallego por antonomasia. Si se cumplen las encuestas, alcanzaría su cuarta mayoría absoluta consecutiva, de modo que el eterno futurible presidente del PP volvería a ser a golpe de votos un referente dentro de su partido, conservando la única mayoría absoluta 'popular'.

El PP ha sido el partido predominante en el poder en Galicia desde los primeros comicios autonómicos, en 1981. Diez elecciones se han celebrado desde entonces y todas las han ganado los 'populares', salvo en 2005, cuando aunque Fraga ganó, se quedó a un escaño de la mayoría absoluta y la Xunta acabó en manos de una coalición de socialistas y BNG, una posibilidad que ha querido conjurar Feijóo a toda costa para aspirar a la cuarta mayoría absoluta, por otra parte el único resultado que le serviría para mantenerse al frente de la Xunta de Galicia.

La otra alternativa al frente del Ejecutivo gallego la conforma una alianza al menos de tres partidos, entre PSdeG, BNG y Galicia en Común, con el primer puesto entre estas formaciones en discusión entre socialistas y nacionalistas. Un inédito tripartito que, en caso de ser aritméticamente posible, tendría todo por definir a partir del lunes 13.

Urkullu, de nuevo favorito a la reelección

Iñigo Urkullu (Alonsotegui, Bizkaia, 1961) es también favorito para ganar las elecciones vascas y ser lehendakari, en su caso por tercera legislatura. Según todos los sondeos, el PNV, al que todos dan por seguro como primera fuerza, estaría en condiciones de repetir gobierno con ayuda del PSOE, que ya facilitó su investidura en 2016 y ha sido su socio preferente, además de que los nacionalistas también apuntalan en reciprocidad el Ejecutivo de coalición en Madrid.

El resultado más probable es que el PNV siga en el Gobierno, no solo por el resultado de las urnas sino por la mecánica del proceso de investidura, que en el País Vasco es peculiar, Urkullu se garantizaría la reelección con el PSOE o con Bildu, pero podría bastarle con el voto de sus propios diputados si no hay un candidato alternativo a la investidura que respalden todos los partidos de izquierda.

Aunque se repitiera el resultado electoral de 2016, con más escaños en la suma de EH Bildu, PSE y Podemos que por parte del PNV, esta mayoría alternativa -tendría que sumar 38 escaños- es vista con recelo por los socialistas, y no sería consentida por los diputados de PP+Cs.

El enigma de la participación

Una mujer combate el calor junto a una señal de colegio electoral en Pereiro de Aguiar (Ourense). EFE

Las elecciones en Galicia y País Vasco serán las primeras en celebrarse en España en plena pandemia del coronavirus. Con brotes activos de Covid-19 en ambas comunidades, el miedo a los contagios se dispara y con él, el miedo a la abstención. Como mínimo, las personas contagiadas con Covid-19 no podrán ir a votar por una cuestión de salud púlbica-.

La campaña electoral ha sido inédita por las medidas de distancia social que ha habido que garantizar, y el acto de ir a las urnas también lo será, con la presencia de hidrogeles, caretas y mascarillas, distancia de seguridad... Medidas excepcionales y obligatorias para unas elecciones también excepcionales.

Si el coronavirus desemboca en una mayor abstención lo indicará la comparación con los comicios de 2016. Es cierto que aquellos se celebraron el 25 de septiembre, una fecha con mayor actividad laboral que julio. En Galicia, hubo un 63,75% de participación para darle su tercera mayoría absoluta a Feijóo, quien en 2012 la alcanzó con algo menos del 55% de participación.

En el País Vasco, la participación en las elecciones autonómicas lleva cayendo desde 2005, y en 2016 Urkullu fue el más votado con la mayor abstención de los últimos 15 años, casi un 40%.

Los brotes de coronavirus acaparan el protagonismo y la polémica

El contexto de estas elecciones autonómicas era extraordinario, convocadas para poco después de terminado el estado de alarma y el confinamiento de los ciudadanos, y a propósito para que la recuperación de la movilidad no desembocara en posibles rebrotes. Estos, sin embargo, llegaron y coparon el protagonismo y la polémica.

Polémica por las decisiones adoptadas, por el conflicto entre la protección de la salud y el derecho al sufragio y, en especial, por la incertidumbre de los ciudadanos ante el peligro sobrevenido de ir a un colegio electoral en la zona de A Mariña (Lugo) y del municipio de Ordizia (Gipuzkoa).

En especial el de la comarca de A Mariña, al norte de Lugo, 14 municipios con un total de 70.000 habitantes que fueron confinados en plena campaña durante cinco días, de lunes a viernes. Una decisión ad hoc que suponía salir del encierro justo el fin de semana de las elecciones, lo que provocó las protestas de los partidos de la oposición, que veían "injustificado" desde el punto de vista epidemiológico un confinamiento de cinco jornadas -aunque revisable-, cuando el período de incubación del coronavirus es de 10-14 días.

¿Cómo se va a votar en las elecciones de Galicia tras el rebrote de coronavirus en A Mariña?

La situación se politizó, con unos alcaldes de la zona a favor o en contra de suspender las elecciones, según su color político, recursos administrativos de Marea Galeguista, Galicia en Común -también EH Bildu en Euskadi- y demanda de explicaciones y protocolos al presidente gallego. Finalmente, la Junta Electoral se pronunció tanto para A Mariña como para Ordizia y entendió en ambos casos que las medidas de seguridad son "adecuadas", y que no es preceptivo aplazar los comicios en estas zonas ni recurrir a un nuevo plazo de voto por correo, por otra parte ya inaplicable.

La primacía de la izquierda

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias apoyan a las candidatas del PSE, Idoia Mendia, y Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi. EFE

Extraer lecturas en clave nacional de estas elecciones autonómicas puede ser algo aventurado, y sin embargo será inevitable. Las primeras pasarán por tratar de emitir un diagnóstico sobre el estado de salud del gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos, cuya gestión de la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia de Covid-19 ha pasado por la campaña, al igual que los ministros que han desfilado por los mítines para defender su actuación.

Más concreto será comprobar cuál de estas formaciones, socialista o 'morada', es la primera en Galicia y País Vasco. En las elecciones de 2016, el PSOE se vio superado en ambos territorios, en el gallego por la coalición En Marea, hoy disuelta y disgregados sus integrantes en dos candidaturas diferentes (Marea Galeguista y Galicia en Común, que capitanea Podemos), y en el vasco por Elkarrekin Podemos, que entonces contaba con EU y con Equo Berdeak, ahora en solitario.

En estas elecciones de julio de 2020, sin embargo, las encuestas apuntan a un desplome de Podemos en Galicia y a una pérdida de presencia en el Parlamento Vasco, mientras que los socialistas podrían mejorar su representación en ambas cámaras, si bien en Euskadi el partido de izquierda más votado seguiría siendo Bildu y en Galicia el PSdeG mira de reojo a un BNG que podría darle el 'sorpasso'.

Crecimiento de los partidos nacionalistas, con su agenda aminorada

La candidata del BNG a la Xunta, Ana Pontón, y la candidata a lehendakari de EH Bildu, Maddalen Iriarte. EFE

El debate nacionalista no ha tenido espacio en estas elecciones, copada en el antes, el durante y el después por las consecuencias de la pandemia del coronavirus y los rebrotes. Sin embargo, si se cumplen unos sondeos que apenas han variado a lo largo de la campaña, los partidos nacionalistas e independentistas pueden verse reforzados en los parlamentos autonómicos, en especial el BNG en Galicia, que parte de seis escaños y los sondeos apuntan a que podría llegar a 14.

Ello no significa que la agenda soberanista de ambos partidos se imponga. En Galicia no será posible si se repite una mayoría absoluta del PP, y tendría que negociarse con los socialistas en caso de un eventual tripartito de izquierdas. En el País Vasco, es el PNV el que tiene la sartén por el mango, y su plan pasa por asegurar el actual Estatuto autonómico antes de avanzar a uno nuevo.

Lecciones de la coalición PP+Cs

Inés Arrimadas saluda al candidato de PP+Cs, Carlos Iturgaiz, en presencia de Pablo Casado. EFE

En el País Vasco, la fórmula de coalición PP+Cs aspira en teoría a sumar fuerzas y mejorar los nueve escaños actuales de los 'populares' y los 128.000 votos de ambas formaciones por separado en las elecciones de 2016. Sin embargo, diferentes encuestas auguran unos 6-7 diputados para la coalición encabezada por Carlos Iturgaiz, una apuesta directa de Génova para amarrar el voto más conservador, a costa del anterior líder del PP vasco, Alfonso Alonso.

Un resultado negativo en estas elecciones obligará a dar explicaciones internas tanto a Pablo Casado en el PP como a Inés Arrimadas, en el partido naranja, y abrirá un nuevo debate sobre el futuro de esta coalición para las próximas elecciones catalanas, que deberían celebrarse en otoño.

El factor Vox

Vox denunció al delegado del Gobierno en Galicia por "agresiones y amenazas" en campaña. EFE

Del resto de partidos, Vox, Ciudadanos, Marea Galeguista y Equo Berdeak aparecen en los sondeos lejos del 5% exigido para entrar al reparto de escaños.

En el caso del partido de Santiago Abascal, tercera formación a nivel nacional, su campaña por intentar entrar en los parlamentos gallego y vasco, hasta ahora inaccesibles, ha estado guiada por la polémica, primero con la propaganda electoral retenida por Correos porque pensaba que los mensajes de sus sobres vulneraban derechos fundamentales -la Junta Electoral dio la razón a Vox-, y luego con las denuncias por las manifestaciones, altercados y hasta agresiones incluidas contra miembros o simpatizantes del partido, en cada acto electoral tanto en el País Vasco como en Galicia.

Proclamas antifascistas por un lado, acusaciones de “chusma comunista comandada por Pablo Iglesias” por otro y abundante presencia policial en medio ha sido la tónica de sus mítines, lo que ha enardecido a los líderes de Vox para dar más fuerza a sus proclamas de defensa de España frente a lo “progre”. Lo más relevante del futuro de Vox tras estas elecciones puede llegar al margen de lo que ocurra en los parlamentos, con el anuncio de la próxima creación de un sindicato vinculado al partido.

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