Las orquestas, las discotecas móviles y las ferias forman parte del paisaje estival de la geografía española gracias a las verbenas y fiestas populares. Pero este año la pandemia de coronavirus ha llevado a la cancelación de este tipo de eventos, poniendo contra las cuerdas a un sector falto de regulación y protección, con una situación laboral precaria en muchos casos, que depende casi exclusivamente de la facturación estacional.
"En la época de las fiestas patronales y el verano es cuando tenemos ingresos. El resto de los meses trabajamos en la preparación del espectáculo que vamos a vender, pero no ingresamos. Y ahora tenemos que esperar al verano que viene", explica Fernando Tamarit, presidente de la Asociación General de Espectáculos (AGE), en una entrevista para RTVE.es. Además, Tamarit forma parte de la directiva de CEVE, la Coordinadora Estatal de la Verbena y el Espectáculo, creada en estos meses de pandemia para hacer frente a una situación que muchos definen como dramática.
Artistas, técnicos, montadores o feriantes son solo algunos de los sectores cuya facturación anual se apoya en gran medida en las fiestas populares. En ausencia de un censo oficial, se calcula que trabajan en ellos entre 300 y 400.000 personas de manera directa, aunque, de manera indirecta, podrían ser hasta un millón de personas las que trabajen en actividades derivadas del sector, como mercadillos, carpas, etc. Un número muy elevado de familias cuyos ingresos se han paralizado y que, por el momento, se desconoce cuando podrán reanudar su actividad.
"Somos conscientes de que no somos el único sector perjudicado, pero hemos escrito a todos los grupos parlamentarios por medio de la mesa sectorial y no hemos recibido ninguna respuesta", lamenta Simón Cabezos, presidente de la Asociación Profesional de Técnicos Audiovisuales del Espectáculo (APTAMAD), adscrita a la Plataforma Estatal de Asociaciones de Técnicos del Espectáculo (PEATE). "Es verdad que se ve cierta intención de querer llegar a todo, pero no se está llegando y no tenemos ninguna información sobre cuál va a ser el planteamiento para el futuro", asegura Simón.
Intermitencia, la clave del sector
La mayor parte de las fiestas populares y verbenas celebradas en España tienen lugar entre los meses de abril y octubre, durante los cuales se produce "un pico de trabajo muy fuerte, que te permite mantenerte el resto del año", explica Carlos Rodríguez Cirre, técnico de luces y representante de PEATE en Cantabria. Aunque "las ayudas a los autónomos van llegando y vienen muy bien, hay compañeros que" en el momento en que se declaró el estado de alarma "estaban dados de alta como asalariados ni como autónomos y no tienen nada a lo que acogerse", añade.
Es aquí donde entra en escena el concepto clave para entender una de las grandes problemáticas del sector, la intermitencia: el trabajo es constante, pero los ingresos son estacionales, lo cual lleva a muchos trabajadores a darse de baja en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Según explica el presidente de la Asociación de Feriantes de Castilla-La Mancha, Manuel Martínez, "al dejar de tener actividad e ingresos, en torno al 70% de la gente se da de baja de la RETA. Y alrededor del 90-95% de trabajadores del gremio son autónomos". En los meses restantes se sigue trabajando, "desde noviembre se empieza a revisar y preparar las atracciones, en febrero se empiezan a preparar certificaciones y documentaciones...", pero son labores que no reportan ingresos.
Algo similar ocurre entre los músicos especializados en este tipo de espectáculos. "Hacemos 40, 50 o 60 actuaciones en todo el año, pero requieren ensayos, organización y preparación durante todo el año", detalla José Luis Nieto, presidente de la Asociación de Músicos Profesionales de España (AMPE). "El problema es que en la música nadie contrata como debe, nadie nadie da de alta como debe, las empresas intermediarias no cumplen con la normativa", lo que ha condenado a muchos trabajadores a un limbo de inexistencia de cara a las ayudas.
El Real Decreto 17/2020, que establecía las medidas de apoyo al sector cultural en su modificación posterior contemplada en el Real Decreto 19/2020, atiende a aquellos dados de alta como artistas dentro del Régimen General. Pero las asociaciones consultadas por RTVE.es recuerdan que hay muchos más trabajadores que rodean al artista, como técnicos, montadores, conductores, que desempeñan su función, en su mayoría, como autónomos y que carecen de un código de Clasificación Nacional de Actividades Económicas dentro del RETA, lo cual genera una disparidad que haya dificultado, cuando no imposibilitado, que se acojan a la retribución por cese de actividad.
"Hay mucho desconocimiento del sector", asegura el presidente de AGE, Fernando Tamarit, que considera que "los criterios diseñados por el Gobierno para las ayudas han dejado fuera a la mayor parte de nuestros trabajadores. Si hubiera alguien que supiera cómo funciona el sector se habrían dado cuenta de que no atiende a nuestras necesidades".
Un futuro incierto y dramático
Desde la llegada de la Covid-19 y la declaración del estado de alarma, se han sucedido las cancelaciones de eventos y espectáculos públicos. "Es catastrófico, no sabemos ni siquiera en qué temporada vamos a poder volver, ni en qué condiciones", lamenta Carlos Rodríguez, técnico de luces. Hasta entonces, el sector "necesita ayudas económicas concretas que habría que canalizar en función de la situación de cada trabajador", considera Fernando Tamarit. "Es imposible que nos mantengamos sin ingresos hasta el año que viene", asegura el presidente de AGE, si es que para entonces se ha recuperado la normalidad en los espectáculos.
“ Es imposible que nos mantengamos sin ingresos hasta el año que viene“
"Fuimos los primeros en caer y vamos a ser de las últimas actividades en reanudarse", recuerda Simón Cabezos, de APTAMAD/PEATE, que añade que "en la mesa sectorial no tenemos ninguna información sobre cuál es el planteamiento para los próximos meses. Hay mucho enfado y mucha ansiedad".
Ante la falta de información que aseguran sufrir, el sector reclama, al menos, poder reanudar su actividad en las poblaciones con menor número de habitantes. "España tiene unos 8.000 pueblos, cada uno con sus pequeñas ferias y actuaciones que, en realidad, serían las más seguras y fáciles de controlar", opina Manuel Martínez, de la asociación manchega de feriantes. En este sentido, desde la Coordinadora Estatal de Verbenas y Espectáculos reclaman a Sanidad "un protocolo sanitario para que los Ayuntamientos no tengan que cancelar las fiestas. Es indignante que pueda haber aglomeraciones en las playas y haya espectáculos en salas, pero nosotros no podamos tocar en pueblos de 200 personas".
Pero todos los representantes sectoriales consultados por RTVE.es coinciden en subrayar el olvido al que se ha abandonado al sector cultural en esta crisis sanitaria y económica. "España es un país de artistas y de arte, pero la cultura está, no en un segundo plano, en un quinto plano", apunta Carlos Rodríguez, técnico de luces. Según los últimos cálculos oficiales emitidos en noviembre de 2019, el sector cultural aportó un 3,2% al PIB de España. "Igual que para el sector del automóvil o para el turismo se han inyectado ayudas, el espectáculo también las necesita", exigen desde AGE.
Y es que la crisis provocada por la pandemia de coronavirus "ha destapado la cantidad de lagunas que hay en la contratación" y el problema "es que nos ha pillado desorganizados", expresa José Luis Nieto, músico y presidente de la AMPE. Ahora, antes de que sea demasiado tarde, llaman a "luchar para regularizar la situación" y que, "si llega otra situación tan mala como esta, que al menos tengamos todo el trabajo anterior reglamentado para poder acceder a ayudas como cualquier otro trabajador".
Para las ferias, al menos, no todo está perdido. Desde el gremio de feriantes proponen una alternativa que ofrezca un respiro y una vía de esperanza. Consiste en crear recintos de acceso controlado y compuestos por un gran paseo central, con atracciones a ambos lados. "Cada atracción será considerada una unidad, tendrá acceso limitado, entrada y salida diferenciadas y sus propias medidas de seguridad e higiene", detalla Manuel Martínez, de la Asociación de Feriantes de Castilla-La Mancha. "La rentabilidad será muy baja", reconoce, "porque habrá gastos mayores y habrá menos turnos, se van a generar ingresos para apenas subsistir, pero el planteamiento de este año es aguantar".
La otra cara, la España vaciada
Pablo Chamón tiene 29 años y es alcalde de la localidad conquense de Poveda de la Obispalía, adscrita al municipio de Altarejos, que cuenta con una población censada de 42 habitantes, aunque solo viven en ella alrededor de 15 personas. En verano, con motivo de las fiestas, se reúnen allí "entre 300 y 400 personas", explica Pablo, que residen en distintos puntos de España pero cuyas raíces están en el pueblo.
En este caso, el impacto de la cancelación de las fiestas no es tanto económico, sino de otra índole. De hecho, "ni siquiera hay comercios, solo un bar que acababa de comprar una familia de fuera" a la que la pandemia "le ha fastidiado la Semana Santa, las fiestas de mayo y ahora las de verano", lamenta Pablo. Pero "la venta ambulante de otros pueblos, panadería, pescadería y demás, sí que lo van a notar mucho".
Sin embargo, más allá de lo inmediata y puramente monetario, el joven alcalde de Poveda reconoce que "sí afecta mucho en el componente social y emocional del pueblo. Es una semana en la que ves a gente a la que ves dos veces al año". El propio grupo de jóvenes danzantes y músicos de la localidad es el encargado de la organización de las actividades diarias que ocupan toda la semana del 17 al 23 de agosto. Este año, sin fiestas, el pueblo atraerá a mucha menos gente, lo cual pone freno a la idea de Pablo de mantener vivo el apego por las raíces para intentar mantener a flote una localidad en la que solo uno de sus 15 habitantes está en edad activa.
“ Es mucho más atractivo volver al pueblo si hay unas fiestas. “
Poveda es un "claro ejemplo del abandono de la España rural y vaciada", lamenta Pablo. Tanto es así que recientemente se ha creado allí un pozo y se ha comenzado la canalización de agua potable para el consumo de sus pocos habitantes. En este sentido, el alcalde asegura estar haciendo lo posible, ya que es "el único joven que está cerca del pueblo y es triste ver cómo cada vez va a menos".
"A los de mi generación nos gusta juntarnos en el pueblo con cualquier excusa, aunque sea para tomar unas cervezas", subraya Pablo, pero reconoce que para mucha gente "es mucho más atractivo volver al pueblo si hay unas fiestas. Intentamos hacer cosas para que haya ambiente y la gente siga yendo al pueblo, que no caiga en el olvido". Ese atractivo, al menos por este año, tendrá que ser otro.