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Coronavirus | Baleares

De trabajar en un hotel a formar parte de las colas del hambre

ROSER PUY
4 min.

Antonio llevaba 10 años como cocinero en un hotel como empleado fijo discontinuo, es uno de los más de 150.000 trabajadores que están en un ERTE en Baleares. Trabajaba como mucho seis meses. En las islas la temporada es muy estacional y en invierno quedan abiertos solo los hoteles urbanos y los que trabajan para el IMSERSO.

El verano pasado se sacaba unos 1.400 euros al mes con las horas extra, ahora ingresa solo 700 porque el subsidio cubre el 70% de la base de cotización. De momento, la empresa le ha dicho que no tiene intención de abrir el establecimiento dedicado al turismo alemán.

La historia de Antonio la cuenta su mujer, que hace cola para recibir comida de la asociación de vecinos AVASO. Es la primera semana que acude a recoger víveres, dice que nunca se hubiese podido imaginar estar en esta situación. Tampoco han podido pagar el alquiler del piso y ya es el tercer mes. Pagan 700 euros, “lo más barato que encontramos”, asegura.

Empleo temporal

Su historia se repite. Las colas del hambre de Baleares, como en muchos otros puntos, son más largas. Han crecido al ritmo que los aeropuertos se han vacíado y los que las engrosan tienen un perfil muy concreto, trabajadores del sector turístico que no se han podido incorporar a su empleo porque este año, de momento, no hay ni un turista.

La asociación de vecinos AVASO ha pasado de atender a 150 familias a 650 desde que empezó la crisis del coronavirus. Algunos de los habituales en verano podían prescindir de su ayuda. Este año, en cambio, no restan usuarios si no que los suman.

Son trabajadores que se han visto atrapados por un alquiler muy alto y empleos con condiciones precarias, con una temporalidad que no les han permitido ahorrar. Ahora están directamente sin ingresos o con muchos menos de los que esperaban.

Alquileres altos

La llegada masiva de turistas en temporadas anteriores que batían récords han generado una gran demanda de mano de obra, siempre temporal, no más allá del otoño, y una burbuja que ha disparado los precios de la vivienda, sobre todo del alquiler.

En la misma calle de Palma donde cada martes y miércoles se forma la cola de gente con carros y bolsas vacías, vive María (nombre ficticio). Paga 900 euros de alquiler por un piso de tres habitaciones cerca del centro de la ciudad. Hasta ahora lo podían asumir.

En la crisis del 2008 ya perdieron su casa, el banco se quedó la vivienda cuando dejaron de poder pagar la cuota de la hipoteca. Ahora, su marido está en un ERTE y aún no ha cobrado, ella trabaja a media jornada como limpiadora en unas oficinas y ninguno de los tres hijos que viven con ellos tiene trabajo.

Los tres jóvenes hicieron la temporada pasada en hoteles. Todo en un trabajo temporal que no les permitió cotizar lo suficiente para poder cobrar el paro. Han tenido que pedir el aplazamiento del pago del alquiler. Como ellos, muchos de los que tienen dificultades económicas por esta nueva crisis sanitaria son los mismos que aún no se habían recuperado del todo de la anterior.

Plan piloto para adelantar la temporada

El Govern balear ya había implantado la renta mínima, una ayuda que ha tenido que ampliar por la emergencia social con una partida específica para los afectados por la pandemia. También adelantará las ayudas de alquiler pero sobretodo ahora busca reactivar la economía.

El ejecutivo autonómico negocia avanzar la temporada turística y empezar antes del 1 de julio, junto con hoteleros y turoperadores, propone empezar con un plan piloto el 15 de junio con la llegada de grupos de alemanes para probar los protocolos de aerolineas, hoteles y toda la cadena turística.

Pasillos desiertos en el aeropuerto de Palma

La prueba se podría hacer en la playa de Palma, en Alcudia o en Menorca, donde no se han registrado nuevos contagios desde hace más de dos semanas. Los hoteleros quieren que se hagan test masivos a los trabajadores y a los visitantes en origen y en destino.

Baleares pide avanzar la temporada turística

La Conselleria de Salut asegura que tiene capacidad para testar a todos los pacientes con síntomas leves, tanto locales como extranjeros. El Gobierno español es el que tiene que dar el visto bueno a este plan piloto. Un último intento para salvar el verano y encarar un invierno que se prevé gélido para muchas familias.

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