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España avanza a tres velocidades: del 'alivio' de Madrid a las terrazas en Granada o el chapuzón en La Gomera

JESSICA MARTÍN
8 min.

Tres velocidades diferenciadas a base de normas son las que marcan el ritmo de la desescalada en España, que ha dejado este lunes a algunos territorios anclados en una Fase 0 'atenuada' con pocos cambios desde el punto de vista social, mientras los municipios que entran en la Fase 1 vuelven a las terrazas y en las islas 'aventajadas' disfrutan ya de un chapuzón en la playa o un baño de sol sobre la arena.

Son La Gomera, El Hierro y La Graciosa -de Canarias- y Formentera -de Baleares- las cuatro islas que hoy han saltado a la Fase 2 y que, por tanto, están más cerca de alcanzar la todavía lejana 'nueva normalidad' con la que se sueña en toda la geografía española.


El ocio en la playa, el principal cambio en las islas que pasan a la Fase 2

“Aquí no hay teatro y no tenemos centros comerciales, así que yo creo que no va a notarse la nueva fase. Además, ya la gente no se estaba cortando mucho, y ahora harán más o menos lo mismo”, explica a RTVE.es Candelaria, que vive en El Hierro.

En esa isla, como en el resto de las mencionadas, ya podrían reabrir centros comerciales con aforo limitado, así como los cines, teatros o salas de conciertos, si los hubiera. También se puede volver al interior de los bares y restaurantes, que permitirán un 40% de su capacidad y solo ofrecerán servicio a mesa, aunque esta opción no parece estar asentada de momento.

Formentera, La Gomera, El Hierro y La Graciosa disfrutan desde este lunes de más deporte, reuniones sociales y ocio

En La Gomera, lo que sí han agradecido de la nueva fase es poder ir a la playa por puro placer y divertimento, ya que hasta este lunes solo estaba permitido hacerlo para pasear o hacer deporte.

“Antes jugar como tal en la playa no se podía, y ahora el Ayuntamiento lo permite. Yo tengo un niño pequeño y ya estoy con él ya aquí porque ya lo necesitaba”, explica Verónica en una conversación telefónica desde la playa de La Punta, donde a mediodía calcula que había unas 50 personas. Muchas de ellas han podido darse un chapuzón, tomar el sol o jugar en la arena con sus hijos, que estaban ansiosos por coger el cubo y la pala.

A la espera de cambios en los restaurantes

El resto de actividades relacionadas con la vida social, como las visitas a familiares o los encuentros en la terraza de un bar ya las tenían bastante interiorizadas, explican José y Raquel, una pareja que vive en San Sebastián de La Gomera, donde todavía hay pocos negocios abiertos y los locales de restauración tienen “poquitas mesas” en las terrazas.

“Ahora se inicia algo que todavía tenemos que experimentar. Por ejemplo, estamos esperando para poder ir a restaurantes porque ayer fue nuestro aniversario de boda y no pudimos ir a comer”, señala Raquel, que afirma que en su zona es necesario hacer cola para sentarse en una terraza.

Ella también está a la espera, al igual que su pareja, de saber si hay algún cambio en lo relativo a los centros de educación. Ambos son profesores y saben que la Fase 2 permite, en la teoría, el desarrollo de clases voluntarias en 4º de ESO y 2º de Bachillerato, y la reapertura de los centros de infantil para favorecer la conciliación.

“De momento, no nos han comunicado nada y no está yendo nadie a los centros. Está paralizado todavía porque es necesario organizar los espacios”, señalan.

Reencuentros y terrazas llenas en Granada o Málaga

Mientras tanto, en otros puntos de España han experimentado el movimiento entre fases más significativo en este momento, el que se produce en los territorios que se encontraban en Fase 0 y que se adentran ahora en la Fase 1, donde se encuentra el 70% de españoles. Este el salto crucial de la desescalada, aseguran algunos, porque es el que permite los reencuentros.

En el pueblo de Valencia en el que reside Andrea hoy han vivido ese cambio de escenario y lo primero que ha hecho su familia por la mañana, dice, es reunirse en casa de una de sus tías que cumple años para cantarle el 'cumpleaños feliz' al unísono y con guitarras.

Junto con las reuniones, otra de las novedades que el cambio de fase ha llevado a la vida social de miles de personas es la reapertura de las terrazas, que llega justo cuando el sol brilla en todo el país.

“Aquí en el centro de Granada las terrazas están llenas. Está la ciudad como si nada”, explica Alejandra, que de momento prefiere “esperar un poco” para el ocio. También en algunos pueblos de esa misma provincia y en Málaga capital se han visto este lunes terrazas con el aforo permitido al completo.

El 70% de de los españoles ya está en la Fase 1

Esto es lo habitual en las provincias que ya llevan una semana en Fase 1, como Vitoria, donde Unai explica que las pocas terrazas abiertas están “a reventar”, o Las Palmas de Gran Canaria, donde hacer una cola para sentarse también es lo habitual y la espera resulta algo incómoda.

“Incluso hay gente un poco agresiva. Te miran como diciendo ‘ponte a la cola, que llevo una hora para tomarme algo sentado”, relata Jonatan, quien apunta que los bares en los que él se ha reunido con amigos están cumpliendo las normas y además utilizan vasos y cubiertos desechables.

"Es todo muy raro y parece que estés haciendo algo malo"

Eso mismo es lo que perciben Teresa y Josefina, dos amigas de Murcia que han quedado este lunes en una cafetería.

“Es todo muy raro y parece que incluso estés haciendo algo malo. No tienes la alegría que tenías antes para tomar un café porque estás mirando al de al lado o al camarero con la mascarilla y no sabes ni cómo ponerte. No hacemos más que echarnos gel porque piensas que estás infectando. Esto no es volver a los bares”, recalcan.

No hacemos más que echarnos gel porque piensas que estás infectando

También es muy “extraño” hacer visitas a casa de gente cercana y estar manteniendo las medidas de seguridad, subraya Jose, que vive en Vigo y admite que todavía hay mucha confusión sobre qué se debe hacer en las reuniones familiares o con amigos.

“Como hay que respetar unos horarios y unas normas, al final te confundes. Y realmente no haces vida social, intentas recuperar un poquito la normalidad pero no estás tranquilo. Ayer nos reunimos en una casa, éramos diez y nadie se dio un beso ni se acercó mucho al resto. Se hace muy raro ver a tu madre y saber que no la puedes ni tocar”, explica.

Visitas "escalonadas" a familiares

Más difícil aún resulta seguir las reglas cuando en la familia hay un bebé que nació en Fase 0 y al que ahora todos quieren conocer en Fase 1.

“Lo haces escalonado. El lunes lo visita una abuela, el martes otra abuela, el miércoles un tío… Y hay otra cosa. Nosotros los mayores no nos abrazamos entre nosotros ni tenemos contacto físico, pero sí cogemos todos a la niña en brazos. Yo no me acerco a mi madre porque es de riesgo pero ella sí está con la niña, así que es muy complicado”, confiesa Jose.

En lo que todas las personas consultadas coinciden es en que el cambio de fase requiere de una pequeña adaptación e inciden en que el primer día tienen que recapitular para asimilar cuáles son las nuevas normas.

Además, muchas familias hacen su propia desescalada interna a la hora, por ejemplo, de visitar o no visitar a un familiar vulnerable.

La 'Fase 0,5': sin grandes cambios

Estas dudas por ahora no pueden planteárselas quienes viven en provincias o municipios que están en la denominada Fase 0 atenuada o 'Fase 0,5', en la que solo se encuentran Madrid, la ciudad de Barcelona y algunos puntos de Castilla y León, y donde se ha producido un ligero ‘alivio’ este lunes.

“Yo por ahora no noto nada el cambio. En Madrid supuestamente pueden abrir los museos pero todavía por lo que he visto están cerrados, y esta mañana quería pedir un libro en una biblioteca porque lo necesito para mi tesis y veo que al menos en esa aún no se permiten los préstamos”, cuenta Pablo.

Él seguirá disfrutando de su único paseo diario en la capital tras largas horas de teletrabajo, mientras que en su pueblo, ubicado en la provincia de Pontevedra, van un paso por delante.

Los obstáculos de quienes viven entre dos comunidades en distintas fases

Justo lo contrario le ocurre a Judit, que se trasladó con su pareja desde Madrid a Vigo el día anterior al inicio del estado de alarma, porque así lo tenían previsto antes de que se expandiera la pandemia, y ahora se encuentra con una mudanza “a medias”.

“No podemos viajar a Madrid para recoger nuestras cosas y aquí solo tenemos lo básico. Estamos un poco agobiados por esto, porque, a medida que nosotros pasamos de fase y Madrid se queda atrás, vemos más difícil poder volver para terminar la mudanza”, revela la joven.

Su situación, como la de otros muchos españoles que viven a caballo entre varias comunidades o que residen lejos de sus familiares, refleja con claridad los obstáculos con los que muchos se topan en el borroso camino que impone la desescalada.

Las líneas entre las fases a menudo se diluyen y este avance desigual se convierte en una frustración para algunos. Solo cuando todas las comunidades lleguen a la meta la palabra normalidad, dicen, volverá a cobrar algo de sentido.

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