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Problemas pulmonares, neuromusculares, de coagulación... ¿Cuáles son las posibles secuelas del coronavirus?

RTVE.es / AGENCIAS
5 min.

Según transcurren las semanas y los estudios clínicos avanzan, se va conociendo más sobre el verdadero alcance del zarpazo que produce el coronavirus en el organismo humano. Aunque no hay duda de que se trata de un virus respiratorio, y como tal ataca con mayor agresividad a los pulmones, cada vez más pruebas apuntan a que es capaz de dañar a otras partes del cuerpo, y también de provocar secuelas importantes a quienes superan la enfermedad.

"Sabemos que hay pacientes que tienen problemas relacionados fundamentalmente con el corazón, como cardiopatías, y sabemos que otros pacientes pueden tener problemas en el sistema digestivo o en el sistema urinario", ha valorado el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, durante su comparecencia diaria ante los medios de comunicación.

"Los clínicos están haciendo muy buen trabajo de descripción de la enfermedad y hay ya muchos artículos científicos publicados", ha proseguido el epidemiólogo, "es cierto que es un virus que está generando unos cuadros clínicos más amplios de lo que habitualmente estamos viendo en otros virus y en otras patologías, pero también es cierto que el principal cuadro que produce este virus sigue siendo un cuadro respiratorio".

Si tomásemos una instantánea de la epidemia este viernes 24 de abril, comprobaríamos que más de 92.300 pacientes han recibido el alta médica en los hospitales españoles tras superar la enfermedad COVID-19. Esa es siempre la mejor noticia de los informes diarios publicados por el Ministerio de Sanidad. Pero algunas de estas personas que han regresado a sus hogares podrían arrastrar problemas derivados, algunos temporales pero otros de carácter crónico.

Todavía es pronto para valorar el impacto real del paso del virus por el cuerpo humano, aunque los primeros trabajos científicos apuntan en algunos casos a secuelas pulmonares, otras de coagulación sanguínea, además de problemas de carácter respiratorio y neuromuscular motivados por estancias prolongadas en las UCI.

El nuevo coronavirus es un virus respiratorio, y como tal ataca con mayor agresividad a los pulmones. EFE / EPA / ETIENNE LAURENT

Fibrosis y embolias pulmonares

"Es pronto para saber cuántos pacientes pueden tener secuelas, pero debemos estar prevenidos ante dos de tipo respiratorio: fibrosis y embolias pulmonares", ha explicado a Efe el jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, David Jiménez.

Sin vacuna y sin fármacos antivirales específicos, la única defensa que tiene el organismo humano frente al nuevo patógeno es el sistema inmunológico. Pero en muchos pacientes, normalmente de edad avanzada, este ejército protector se activa hasta tal punto que se desencadena un proceso inflamatorio conocido como "tormenta de citoquinas", que es una reacción inmunitaria exagerada y potencialmente mortal, que puede conducir a un fallo multiorgánico.

En la fase grave de la COVID-19, si se desata esta respuesta inmune desmedida, las citoquinas son las causantes de una inflamación en las vías respiratorias que se puede extender a otras partes del organismo. "Esa respuesta inmunológica desproporcionada pone en marcha todos los mecanismos de reparación que tiene el pulmón y uno de ellos es la fibrosis"", señala el neumólogo.

La fibrosis es una especie de cicatriz que dificulta la función básica del pulmón, que es ese intercambio de oxígeno y anhídrido carbónico que se produce en los alvéolos. "Nos preocupan esas cicatrices -apunta- pero todavía no sabemos en qué grado los pacientes van a desarrollar fibrosis y eso nos obliga a seguir con detalle a aquellos con radiografías de tórax todavía no normalizadas".

Otra de las consecuencias de la infección por coronavirus podría ser la embolia pulmonar, cuando se forman coágulos en las arterias de los pulmones, como ocurre en otras neumonías. "Estos pacientes requerirán un tratamiento de anticoagulación durante un tiempo mínimo de tres meses y puede que algunos de forma indefinida, por lo que necesitarán un seguimiento a largo plazo", indica el experto.

Desajustes de coagulación

Esta "tormenta de citoquinas" que el virus desencadena en los casos más graves, también es capaz de producir "desajustes en los sistemas de coagulación", según el doctor Fernando de la Calle, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

"Hemos tenido varios pacientes con ictus, cuadros neurológicos por minitrombos a nivel cerebral, encefalitis leves e incluso anemias, todo ello causado por la inflamación en una fase aguda" de la enfermedad, indica el infectólogo, que trabaja en el Hospital La Paz de Madrid.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología, las manifestaciones neurológicas relacionadas con COVID-19 más frecuentes registradas hasta la fecha son encefalopatía leve-moderada (28,3%), ictus (22,8%), pérdida de olfato (19,6%) y cefaleas (14,1%). "Estas alteraciones conllevan secuelas durante la convalecencia, un trombo pulmonar puede hacer que la capacidad del pulmón sea menor o que sea necesario temporalmente un tratamiento anticoagulante", apunta De la Calle.

Síndrome post-UCI

Además, si los pacientes críticos han pasado estancias largas en las unidades de cuidados intensivos también podrían sufrir las secuelas de la inmovilización.

Según la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), el síndrome post-UCI supone secuelas físicas, principalmente respiratorias y neuromusculares, con una importante pérdida muscular y funcional. También registran problemas cognitivos, como alteración de la memoria y de la atención, y psíquicos, como depresión, ansiedad o estrés postraumático.

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