Primero han sonado los aplausos, casi una ovación. Después los comentarios: “es una colección estupenda”, “qué gran trabajo”, “esta chica tiene mucho talento”… La chica en cuestión tiene 31 años, es valenciana y su currículo no está nada mal. La primera vez que supimos de Sonia Carrasco fue en septiembre de 2014, cuando se impuso en un concurso para jóvenes creadores en la extinta pasarela MFSHOW.
En septiembre de 2015 dio el salto a EGO, el espacio para nuevos talentos de Madrid Fashion Week, y presentó el primer Fashion Film 360º Realidad Virtual del mundo. Luego hizo las maletas y en 2016 ya trabajada en McQueen, con Sarah Burton. Después se pasó a Céline. “Pero en la Céline buena”, dice haciendo referencia a la etapa de Phoebe Philo. "Trabajar en estas dos grandes casas me ha dado todos los valores que tiene mi marca, querer hacer esto y querer hacerlo bien".
Se estrena en la 080 Barcelona Fashion con una colección que pretende poner el foco de atención en los problemas o las ‘heridas’ del planeta. La moda es uno de los sectores más contaminantes y ella está decidida a cambiar la historia para que el final sea feliz. “Vamos a llamar a las colecciones con las coordenadas de diferentes lugares o zonas donde haya contaminación o la situación sea crítica”, dice. Su colección de estreno es 33.394759,-124.969482, el punto donde está la llamada Isla de plástico, en el Pacífico, con una superficie de basura más grande que Francia. Una propuesta realizada con algodón, lana o denim hechos con plásticos de los océanos y papel reciclado. Lanzamos basura al mar pero gente como Sonia la recoge y la convierte en moda.
Las prendas van muy trabajadas y también los conjuntos, con atractivas superposiciones. Hay piezas muy estructuradas y otras en cambio tienen un patrón muy sencillo.Carrasco reinventa el minimalismo dotando a este concepto de un valor que va más allá de lo estético. Su trabajo es soberbio, cuidado, medido. No hay temporadas, no hay etiquetas de género, no hay artificio. La diseñadora reinventa patrones y huye de la feminidad explícita, aunque hace algún sutil guiño a la lencería de mujer. “Mi moda no tiene género porque lo importante es la identidad de la marca”.
El color, no color, llama la atención por su timidez y porque cede todo el protagonismo a la personalidad de la prenda. Carrasco tiende al look monocolor y utiliza una paleta que va desde el blanco inmaculado hasta el azul intenso del mar pasando por toda la gama de tonos neutros, arena, beige y verdes. Todos vinculados con la naturaleza.
Una propuesta moderna, en el buen sentido de la palabra, porque tiene mensaje y porque lleva prendas muy versátiles: combinan muy bien unas con otras pero además llevan ‘trucos’ para transformarse por antojo. Para eso se vale de los botones, elemento que permite unir dos partes de una prenda o cambiar las solapas de un trench. “Todos los botones están hechos con papel reciclado, algodón ecológico o nuez de corozo”, añade. “Y también todo el packaging, e incluso las etiquetas que las hacemos con sobrantes de tejido. Guardamos todos los sobrantes y vamos a hacer un tapiz enorme con ellos”.
Produce sus prendas en su taller de Barcelona y trabaja bajo demanda para evitar una producción innecesaria. "En siete días puedes tener la prenda lista, y cada una de ellas es única, es más especial. Además informamos en la web y en redes sociales sobre todo el proceso para que la gente sepa quién ha hecho la prenda, queremos que la transparencia sea total".
Huye de la palabra sostenibilidad poque cree que se está utilizando mal y que no todo lo que dice ser sostenible lo es. Para que quede claro lo que significa la lleva estampada y explicada en su camiseta. Sostenibilidad: Evitar el agotamiento de los recursos naturales para mantener un equilibrio ecológico. Y en otras camisetas se puede leer: Don’t be Fooled (no te dejes engañar).
Antes del desfile pudimos ver un vídeo con imágenes impactantes de los desastres que sufre la tierra, del deterioro imparable de nuestro ecosistema, de esas heridas sangrantes que Carrasco quiere curar. Al final del desfile queda claro que sí es posible hacerlo, que todos podemos poner nuestro granito de arena. La moda, tal y como está concebida ahora, está destruyendo nuestro planeta pero ahora tiene el deber de poner freno a la superproducción y la contaminación. Solo así la moda tendrá futuro.
Su discurso se suma a los de otros jóvenes creadores españoles como Carlota Barrera o Moisés Nieto. Modistos que intentan frenar la compra compulsiva, el consumo masivo y la producción excesiva. Y todo en una jornada interesante, marcada por las propuestas de Killing Weekend, Nous Étudions, Aubergin, Mans Concept Menswear y Txell Miras, encargada de cerrar la segunda jornada de esta edición. Ayer fue el turno de veteranas de esta pasarela como Krizia Robustella y nuevos nombres como Nicholas K.