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Elecciones generales 2019

Santiago Abascal, la extrema derecha clavó la bandera

  • El exdirigente del PP y fundador de Vox irrumpe como factor desequilibrante y quizá decisivo en las elecciones generales

JOSÉ Á. CARPIO
4 min.

BIOGRAFÍA

Lugar y fecha de nacimiento: Bilbao, 1976

Formación: Licenciado en Sociología

Años en política: En el PP entre 1994 y 2013: fue concejal de Llodio (1999-2007), miembro de las Juntas Generales de Álava (2003-2004) y del Parlamento Vasco (2004-2009). Preside Vox desde 2014.

Santiago Abascal Conde, que dista de ser un recién llegado a la política, ha revolucionado el tablero con la irrupción de la extrema derecha de Vox y sus 12 escaños en Andalucía y la fractura que ha abierto en el voto de derechas. El que fue durante 20 años miembro del Partido Popular se ha convertido en su látigo, el líder más bronco del escenario nacional, sin ocultar su inspiración en otros populistas radicales europeos como Mateo Salvini, Viktor Orban y Marine Le Pen, modelos cuyas políticas aspira a reproducir en una España que no había conocido este fenómeno desde que Blas Piñar perdió su escaño en 1982.

Salió del PP vasco tras 15 años de trayectoria, discrepante con la línea oficial, y encontró en Madrid la protección de Esperanza Aguirre, que le puso al frente en 2010 de la Agencia de Protección de Datos y, después, de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, de la que era el único trabajador y sin un cometido claro.

En lo personal, está casado en segundas nupcias y padre de cuatro hijos -el último de los cuales nació el 20 de diciembre de 2015, día de las elecciones generales-. En lo político, la relación con los nacionalistas siempre marcó sus posicionamientos. Ya en 2008 firmó en el famoso Congreso de Valencia una enmienda a la línea política 'popular' para pedir que antes que con los nacionalistas se pactara con el PSOE. En 2013 envió una carta a Mariano Rajoy para darse de baja del PP, acusándole de haber "traicionado" a los 'populares'. Al año siguiente fundó Vox con la idea de "regenerar la vetusta política española, fortalecer la unidad de España y dinamizar la economía de mercado".

Junto a esas premisas, su discurso, centrado en las redes sociales y los actos en la calle con sus simpatizantes, ante su desconfianza en los medios de uno u otro signo -otro rasgo que le emparenta con el populismo de Donald Trump-, ha traído de vuelta polémicos debates sobre la violencia de género, el feminismo, el uso de armasy planteamientos extremos como ilegalizar a Podemos por no defender la unidad de España ni renunciar al marxismo o suspender la autonomía de Cataluña "hasta la derrota sin paliativos del golpismo".

Defensor de la "cultura de la vida y la familia ", del centralismo, la deportación de inmigrantes sin papeles o la abolición de la ley de memoria histórica, sus mensajes y apariciones se envuelven de abierta épica de (re)conquistador -caballo y pistola incluidos, Abascal dice que siempre lleva una-. Sobre todo, alcanzan tal resonancia mediática que lleva meses siendo el centro del debate sin necesidad de estar presente (excepción hecha de la conocida foto en la plaza de Colón junto a Pablo Casado y Albert Rivera y de una anunciada entrevista en un programa de entretenimiento con Bertín Osborne), pero podría hacerse imprescindible para formar Gobierno, y ese es su mayor poder.

Santiago Abascal, en tres frases

"Hay que intervenir la Generalidad de Cataluña urgentemente. Porque continúa con el golpe y a la vez gestiona las cárceles donde deberían encerrar a los corruptos y los golpistas".

"La veleta naranja y la derechita cobarde, los dos partidos incapaces de decir a la izquierda que deje de remover los odios, que deje a los muertos en paz, que deje de tratar de imponernos su visión sectaria de la historia".

"No es lo mismo un inmigrante procedente de un país hermano hispanoamericano, con una misma cultura, una misma lengua, con una misma cosmovisión del mundo, que la inmigración procedente de los países islámicos”.

Expectativas electorales

En las generales de 2015, Vox tuvo en toda España 57.000 votos (0,23%). Fueron menos en 2016, menos de 47.000 (0,21%). Son casi los mismos que obtuvo únicamente en la provincia de Granada en las elecciones andaluzas, dos años después. Los casi 400.000 votos y 12 escaños de este Parlamento autonómico ya le han garantizado entrar en el Senado antes de las elecciones del 28A.

La encuesta preelectoral del CIS le atribuye una estimación de voto del 11,9% y una horquilla de entre 29 y 37 escaños, con la posibilidad de lograr representación en la mitad de las circunscripciones. Su entrada en el Congreso en torno a la treintena de diputados le podrían convertir en llave de un gobierno 'a la andaluza' en Madrid, a expensas del balance del bloque de izquierdas y de su propia capacidad, ya demostrada, de superar las expectativas.

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