El movimiento #MeToo lleva un año en la cresta de la ola, pero comenzó mucho antes. La primera que utilizó la etiqueta "yo también" para intentar sacudir conciencias sobre el acoso sexual generalizado fue la feminista afroamericana del Bronx Tarana Burke en 2006. A raíz del caso Wenstein, la actriz Alyssa Milano revitalizó el hastag y en 24 horas se tuiteó 12 millones de veces.
Hace un año un artículo del New York Times sacaba a la luz las agresiones sexuales del todopoderoso productor de Hollywood, Harvey Wenstein. Las víctimas rompían el silencio. La primera en acusarle de violación fue la actriz Rose McGowan, pero luego denunciaron abusos otras estrellas como Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow, Uma Thurman o Salma Hayek.
Poco después el New Yorker añadió otros casos y la pujanza del movimiento fue reconocida por la revista Time que eligió a #MeToo como personaje del año. Las acusaciones de acoso llegaron también al seno del Parlamento Europeo y esta misma semana la portavoz de Izquierda Unida en la Eurocámara dimitía porque la formación no había abierto expediente de oficio ante dos denuncias.
Hollywood dio visibilidad global a la lucha contra el abuso sexual y uno de los hitos más sonados fue el discurso de Oprah Winfrey en la gala de los Globos de Oro. Las actrices vestidas de negro acudieron acompañadas de activistas y aprovecharon el escaparate mediático para gritar con contundencia contra el machismo. La presentadora afroamericana se dirigió a "los hombres poderosos y brutales" que han dominado la industria del cine y la política para anunciarles que "su tiempo ha acabado", en inglés "Time's up", el nombre de otra iniciativa para ayudar a las víctimas de abusos sexuales.
El día internacional de la mujer llenó de una marea violeta las calles. En España cientos de miles de mujeres secundaron la huelga del 8 de marzo para reclamar la igualdad efectiva con lemas imaginativos. Pese a que los sindicatos mayoritarios descafeinaron la convocatoria con un paro solo de dos horas, la amplitud de la movilización fue noticia en los medios globales.
Tras la sentencia de 'La Manada', en la que se considera que una joven penetrada oral, anal y vaginalmente por cinco varones en un portal de Pamplona había sufrido "abuso sexual con prevalimiento" en lugar de violación, la marea feminista volvió a las calles con el grito "yo sí te creo" y el lema "no es abuso, es violación".
La sociedad va más rápido que las leyes pero algo parece estar cambiando. El Tribunal Supremo ha fijado que cualquier contacto no consentido para obtener una satisfacción sexual supone un delito de abuso sexual y no de coacciones leves. Los tipos penales están anclados en estereotipos de género del siglo XIX y los psicológos explican en una carta que la pasividad de una víctima de violación no puede confundirse con el consentimiento por lo que es necesaria una redacción del Código penal que proteja mejor a las mujeres y a los menores.
El feminismo sale y entra en el armario
#MeToo también ha logrado que el feminismo saliera del armario y que hombres y mujeres se identificaran con el término, algo impensable hace unos años. Incluso la moda se ha subido al carro y firmas de lujo como Dior han sacado una camiseta con el lema "Todos deberíamos ser feministas", que es el título del ensayo de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie (We all should be feminist). La actriz Leticia Dolera ha hecho su aportación a la causa feminista con Morder la manzana.
Centenares de actores, directores, presentadores de televisión, políticos y cómicos han sido denunciados en todo el mundo, con el escándalo salpicando incluso al Nobel de Literatura.
En Francia, una campaña reivindicativa animaba a dar el nombre de los depredadores sexuales con la etiqueta #balancetonporc (dale un empujón al cerdo). En sentido contrario, levantó polvareda una carta firmada entre otras por Catherine Deneuve en la que se reclamaba la "libertad sexual de molestar".
Un año después parece que se vuelve al punto de partida, con manifestaciones en Estados Unidos contra el juez candidato al Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, bajo sospecha por abusos sexuales y un inquilino en la Casa Blanca que piensa sobre las mujeres que "si eres una celebridad puedes hacer con ellas lo que quieras".