Keanu Reeves nunca ha destacado por ser un gran actor ni por su expresividad, pero en esta película consigue lo que parecía imposible, tener la misma cara durante 100 minutos, independientemente de lo que esté haciendo: negociar, follar o luchar por su vida. Y es que una cosa es intentar parecer misterioso y otra parecer parte del decorado (lo que le podía servir para Neo aquí no ayuda nada a un personaje que acaba importándonos bastante poco).
Si a eso le sumamos un guion previsible y una dirección sin ninguna tensión, la película acaba dejándonos tan fríos como su título (Siberia). Y es que resulta aburrida, lo peor que se puede decir de un thriller.
Incluso las escenas de sexo nos dejan fríos, aunque se pretendan muy reales. Y es una pena porque la historia podría haber funcionado con un guion un poquito más animado y un protagonista más humano.
Destacar la ambientación de la película, en la que se masca el frío siberiano y a los actores secundarios, sobre todo a Ana Uluru, que interpreta a Katya, la rusa de la que se enamorará Lucas Hill (Keanu Reeves), y a Pasha Lychnikoff, un estupendo actor ruso que interpreta al gángster que quiere comprar unos diamantes a Lucas y que da bastante miedo.
Keanu reeves quiere vender unos diamantes muy especiales
¿Diamantes azules?
Lucas (Keanu Reeves) es un traficante de diamantes que viaja a San Petersburgo para vender unos diamantes únicos en el mundo, ya que son azules. Pero la desaparición de su socio con el material provoca que tenga que viajar a Siberia en su búsqueda. Allí conocerá a Katya (Ularu) propietaria de una pequeña cafetería, con la que surgirá una apasionada y carnal relación. Un amor que le hará pensar cómo podría haber sido su vida en otra realidad.
Pero según ese romance se va haciendo más tórrido y apasionado, los problemas de Keanu con un peligroso traficante (Lychnikoff) van aumentando, hasta que el protagonista se verá atrapado en un callejón sin salida.
Un thriller supuestamente intenso y erótico que nos hace añorar clásicos como El cartero siempre llama dos veces o Fuego en el cuerpo. Pero lo que allí era pasión, aquí se vuelve tedio. Y es que hay que reconocer que el cine ha perdido mucho de su erotismo en lo que va de milenio (recordemos que 50 sombras de Grey también pretende ser erótica)
Reeves parece haber querido interpretar un personaje con más registros que sus dos mayores éxitos, Neo y John Wick, pero no consigue que los espectadores simpaticemos con este supuesto perdedor romántico.
Lucas (Keanu Reeves) se enamorará de Katya (Ana Ularu)
El equipo técnico y artístico
Lo peor es que el equipo creativo prometía, ya que Matthew Ross venía de dirigir una película con los mismos ingredientes pero con resultados mucho más interesantes, Frank & Lola (2016), claro que el protagonista también es mucho mejor actor que Keanu, Michael Shannon (La forma del agua, Take Shelter).
Y el guionista es Scott B. Smith, ganador de un Oscar al Mejor guion adaptado por Un plan sencillo, de Sam Raimi. Pero su intento de recuperar esos thillers eróticos con regusto clásico, como los que mencionábamos antes, se ha quedado en algo muy plano.
Destacar, como decimos, a la actriz rumana Ana Ularu, a la que habíamos visto en papeles secundarios en películas como Infierno (Ron Howard, 2016) y Serena (Rachel Hermann, 2014) que interpreta a esta joven rusa atrapada en un pueblo de Siberia del que no puede escapar. Por eso la llegada del personaje de Keanu será toda una revolución para ella.
Ana ULaru en una escena de la película
Y al veterano actor ruso Pasha Lychnikoff, que interpreta a Boris Volkov, el gángster que pondrá a Keanu contra las cuerdas. Con más de 80 películas a sus espaldas, su aspecto físico ha hecho que le ofrezcan muchos papeles de villano como este. Y la verdad es que da miedo.
Destacar la breve aparición de Molly Ringwald en el papel de recepcionista del hotel donde se aloja Keanu. Una actriz mítica por sus películas de los ochenta dirigidas por el añorado John Hughes (como Dieciséis velas, El club de los cinco o La chica de rosa)
Siberia se estrena este viernes, 20 de julio.
Keanu Reeves en una escena de la película