El bloqueo de la situación política en Italia ha llevado al presidente de la República, Sergio Mattarella, a lanzar un ultimátum a los partidos políticos: o alcanzan algún acuerdo en los próximos días que permita avanzar en la formación de un gobierno, o intervendrá personalmente, ante la "urgencia" de contar con un Ejecutivo para adoptar decisiones clave para los italianos.
Mattarella ha concluido este viernes la segunda ronda de consultas con los líderes políticos tras las elecciones generales celebradas a principios de marzo, en la que ha vuelto a constatar que la fragmentación salida de las urnas y los respectivos vetos de los de los partidos impiden la formación de un gobierno que cuenta con apoyo parlamentario suficiente.
"Es evidente que las conversaciones entre los partidos políticos para dar una mayoría en el Parlamento que apoye a un Gobierno no han progresado", ha explicado Mattarella a los periodistas tras reunirse con los presidentes de la Cámara de los Diputados y el Senado, así como con su antecesor, el expresidente Giorgio Napolitano.
“Esperaré algunos días y valoraré cómo proceder para salir del estancamiento que se ha creado“
Sin embargo, el jefe del Estado considera que es urgente que el país tenga un Gobierno "con plenas funciones", especialmente ante los retos internacionales que se avecinan, como las negociaciones sobre el Brexit en el seno de la Unión Europea y el aumento de la tensión en Siria. Por ello, ha avisado de que no concederá mucho más tiempo: "Esperaré algunos días y valoraré cómo proceder para salir del estancamiento que se ha creado".
La victoria del M5S y el auge de la Liga abocan a Italia a la ingobernabilidad
Vetos cruzados
Pasados 40 días desde las elecciones, ninguna de las fuerzas políticas ha cedido en ninguna de sus reivindicaciones tras dos rondas de consultas con el jefe de Estado. La coalición de derechas, formada por la Liga, Forza Italia y Hermanos de Italia, sigue reivindicando ante Mattarella su derecho a gobernar, pero para ello necesita apoyos.
Sin embargo, la segunda fuerza política más votada, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) rechaza sentarse a negociar un gobierno en el que se encuentre Forza Italia y su adversario histórico, Silvio Berlusconi, un veto que se ha convertido en el principal escollo para que se pueda llegar a un acuerdo.
Mientras tanto, el Partido Demócrata, que ostentó el Gobierno durante la pasada legislatura y ha sido el gran perdedor de las elecciones, ha elegido por el momento no apoyar a ningún partido, al insistir en que su papel será el de estar en la oposición.
En los días que Mattarella ha dado de plazo, tendrá que esperar a que o el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, ceda a las pretensiones del M5S y destruya la coalición, o a que los movimentistas den un paso atrás y acepten la presencia de Berlusconi.
La presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti Casellati, durante la ronda de consultas. EFE
Una figura política que busque un consenso
Pero Il Cavaliere ya dejó claro este jueves, en una teatral intervención tras su reunión con Mattarella, lo que piensa del M5S, al tiempo que reiteraba que no piensa quitarse de en medio: "Hay que diferenciar entre los verdaderos demócratas de quienes no conocen ni el A, B, C de la democracia".
"Volveré a pedir a todos que sean responsables. Hay dos vetos contrapuestos del M5S y de Forza Italia y si se continúa así, si continúan así, los italianos se van a cansar y también me cansaré yo. O lo dejan o se vota", ha advertido este viernes el líder de la Liga, Matteo Salvini, que aspira a convertirse en primer ministro.
Ante este estancamiento, Mattarella que tiene varias opciones si se agota el plazo, desde volver a convocar elecciones a promover la formación de algún tipo de gobierno de consenso. Los medios italianos apuntan a la elección de una figura política, que podría ser la presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti Casellati, para que explore la posibilidad de pactos.
Salvini, sin embargo, ya ha expresado su total negativa al nombramiento de una personalidad que vaya "a la caza" transversal de escaños para conseguir una mayoría y ha reiterado que el próximo gobierno debe respetar el resultado expresado por los italianos. Aunque sea un puzzle imposible de cuadrar por ahora.