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Ken Loach: "Está creciendo la idea de que el racismo es algo aceptable"

ESTEBAN RAMÓN
3 min.

Ken Loach lleva 50 años martilleando el mismo clavo. Es el gran cineasta social contemporáneo y para quienes piensen que su cine se repite tiene una respuesta sencilla: la lucha de clases no ha terminado. Parece que tampoco la vigencia de su cine. Ganó la Palma de Oro en Cannes con Yo, Daniel Blake, la historia de un hombre decente a quien la burocracia privatizada lleva a la pobreza extrema. Yo, Daniel Blake está nominada a mejor película europea en los Goya, y Ken Loach acudirá el sábado a la ceremonia.

En un coloquio abierto al público en la sede de la Academia de Cine de Madrid, el cineasta británico ha respondido a cuestiones sobre lucha política, sociedad, cine, izquierda, Brexit y el inevitable Donald Trump.

Loach, 80 años, tiene un discurso sin fisuras y dos razones para la esperanza. “La primera es que la historia no ha acabado, es algo dinámico. Y la segunda es que lo que tratamos de reflejar es que hay un conflicto inevitable en el corazón de la sociedad: el conflicto entre los empleadores y la clase trabajadora. Y esto no va a cambiar hasta que ganemos”, dice.

Eso sí, desde que comenzó su carrera hace 50 años algo ha cambiado. “Al principio pensábamos que si no ganábamos este siglo, ganaríamos en el siguiente. Pero ahora hay una cuenta atrás con el medio ambiente: los científicos nos han dicho que no tenemos siglos, sino décadas. Solo podemos resolver problemas trabajando juntos internacionalmente”, alerta. “Rosa Luxemburgo dijo ‘socialismo o barbarie’ y ahora es ‘socialismo o supervivencia’.

"El Brexit es muy negativo para la clase trabajadora"

Su compromiso no le ciega y opina que los tiempos han empeorado. Por ejemplo: los personajes de su película probablemente habrían votado a favor del Brexit, una salida que valora negativamente por muchos motivos. “¿Qué va a hacer que los grandes inversores inviertan en un país que no esté en el mercado de la Unión Europea? Pues que la mano de obra sea barata, que se pueda despedir fácilmente, que los impuestos sean pequeños para las empresas. Todo eso es muy negativo para la clase trabajadora”, explica, “Y parece la dirección que quiere llevar Theresa May. Veremos”.

No cree que el arte pueda cambiar el mundo, pero sí que sus películas pueden ser "una voz dentro de un gran coro y, a partir de un gran coro, puede surgir un proyecto para definir ideas y un programa”.

Y aunque lamenta que su cine no ha calado en Estados Unidos, en Pan y rosas (2002) filmó un alegato de los derechos de los inmigrantes latinoamericanos en EE.UU. que ahora tendría su público. “Las políticas de Trump son aberrantes. La idea de construir muros es lo opuesto de lo que sentimos. Los ataques a los musulmanes están espantando el fantasma del racismo y está creciendo la idea de que el racismo es aceptable”.

Por último, ha señalado que los líderes de la izquierda no han podido explicar que “la clase obrera es un fenómeno internacional” ni han tenido “confianza en la fuerza de la clase trabajadora”. Si ha quedado algo por decir, tal vez mañana, sobre el escenario y con un Goya en la mano, añada algo.

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