Ana vuela de un perchero a otro. Recorre una maratón en los pocos metros cuadrados de su vestidor y a la vez ordena, con educación a todo el personal que rodea los burros cargados de ropa y a modelos, ayudantes y asistentes.
Parece un caos. Esta colección comienza con tejidos rotos y desgastados, poniendo énfasis en destruir los tejidos para repararlos después y lograr que el nuevo tejido tenga una nueva vida.
“De este primer caos se evoluciona hacia algo más coherente, ir del caos a la armonía”, dice entusiasmada con su colección. Una propuesta joven, destinada a chicas y chicos urbanos que adoran vestirse para expresarse, para sacar lo que tienen dentro y sentirse diferentes.
Marina Pérez ha desfilado para Ana Locking. EFE noticias
El estampado camuflaje se reinventa para no pasar desapercibido. Pierde su esencia pero adopta otra personalidad. Lo vemos en distintas prendas. Unas más urbanas y canallas. Otras, en cambio, más ‘formales’.
Ana recorta las manchas de este estampado y las aplica sobre el mismo dibujo, y ese nuevo tejido se convierte en un vestido lady, con patrón años 50, que quita el hipo. También vemos vestidos de noche, en azul oscuro, a los que se cosen perlas y parecen cielos estrellados.
En su afán por descontextualizar coge un triste algodón de camiseta y hace con él un fabuloso vestido. Y lo mezcla con un bañador rojo, un color que salpica la colección con gracia.
El estilo lady-camuflaje de Ana Locking. EFE noticias
Una colección que no entiende de estaciones y que, si por ella fuera, estaría ya a la venta. “Pero yo no tengo la infraestructura necesaria”, dice.
Destacan minivestidos brillantes, nocturnos y discotequeros, y otros con lentejuelas, desestructurados y muy sensuales. Y todo con ese barniz propia de la casa, esa laca de uñas fantástica que es Ana Locking.
Su concepto de belleza y elegancia son nuevos, porque ella ha renovado cada una de sus letras para establecer un nuevo lenguaje. El nuevo lenguaje de la moda en el que la anarquía es el patrón y el caos es el estilo.