A un mes y medio de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la campaña de los candidatos a ocupar la Casa Blanca, Hillary Clinton y Donald Trump, se recrudece. Cualquier munición es válida para acólitos y detractores.
Entre los partidarios de ambos aspirantes, adquieren relevancia aquellos con fama y renombre. En las redes sociales, las andanadas de estos personajes pueden convertirse en grandes golpes mediáticos. Es el caso del escritor Stephen King, que ha tirado de inconsciente colectivo y con un certero tuit ha dado una vuelta de tuerca a la colección de chistes contra el republicano Donald Trump, del que es conocido crítico.
"Última hora: fuentes fiables revelan que Donald Trump es realmente Cthulhu. El absurdo peinado no es tan absurdo. Esconde los tentáculos", ha escrito King en su cuenta de Twitter. En un día ha recibido más de 8.000 retuits y más de 15.000 "likes".
Pero... ¿Quién es Cthulhu?
En tiempo de entreguerras, recién estrenado el siglo XX, Occidente afrontaba la comprensión de un horror nunca visto, el que relataron los supervivientes de la Primera Guerra Mundial. Un mundo antiguo se desintegraba tras el Tratado de Versalles y el nuevo orden pronto temblaría ante la Alemania nazi.
Escritores y artistas plasman en sus obras el clima de angustia. Como portavoz de esta inquietud, un autor de culto, Howard Phillips Lovecraft, inventa en 1928 una entidad oscura, el terrible Cthulhu. Lovecraft materializa en este personaje enigmático, con forma de hombre, escamas, alas de dragón y enorme cabeza de pulpo, los terrores, temores y angustias de una época. Así quedó en la memoria colectiva, donde Cthulhu vive para hacer realidad la peor de las pesadillas.
Han pasado cien años. Las guerras ensordecen al mundo y alcanzan el clímax en el conflicto sirio, sin aparente solución. La catástrofe humanitaria solo es comparable a las de las guerras mundiales. África también se desangra. La batuta está en manos de las grandes potencias. Principalmente Rusia y EE.UU.
A poco que se indague, incluso desde hace una década, se descubrirá que los chistosos internautas estadounidenses nunca dejaron de apelar a la figura de Cthulhu como heraldo de un porvenir maléfico. En realidad, el único posible a manos de una jauría de políticos enzarzados a dentelladas por un sillón presidencial.