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Grandes autores nos contagian su pasión por 'Moby Dick'

  • 26 autores analizan la obra de Melville y sus adaptaciones

  • Es el primer libro de una serie sobre las grandes obras de la literatura

JESÚS JIMÉNEZ
4 min.

Publicada en 1851, Moby Dick, de Herman Melville, fue un fracaso de crítica y público, pero no tardó en convertirse en una de las grandes obras de la literatura universal, en uno de los libros más fascinantes y enigmáticos. Y la frase con la que comienza "Llamadme Ismael", una de las citas literarias más conocidas. Pero... ¿por qué nos fascina tanto la historia autodestructiva del Capitán Ahab en su lucha contra la gran ballena blanca? En resumidas cuentas, la lucha del hombre contra sí mismo y contra la naturaleza.

Grandes autores e ilustradores han intentado responder a esa pregunta en Moby Dick. La atracción del abismo (Dibbuks), un imprescindible estudio sobre esta obra universal que es un extenso estudio gráfico y literario. Y en el que participan autores tan destacados como los escritores Moncho Alpuente, Fernando Savater, Arturo Pérez Reverte, Juan Madrid, Antonio Muñoz Molina, Raúl Guerra Garrido, Manuel Hidalgo, Juan Tébar o José Carlos Somoza; y los dibujantes e ilustradores Eduardo Naranjo, José Ramón Sánchez, Federico del Barrio, Fernando Vicente, Vital García Tardón y Ricardo Martínez (autor de la portada); el pintor José Hernández; cineastas como José Luis Garci; y editores y críticos como Constantino Bértolo o Luis Roca Arencibia.

Se trata del primer volumen de la interesante colección Graphiclassic, que analizará las grandes obras literarias y cuyo segundo volumen será La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson.

Un estudio dividido en tres partes

El libro se divide en tres partes. En la primera la primera se nos cuenta quién era Melville, su obra y el tiempo que le tocó vivi, información que nos permitirá conocer las claves del génesis de Moby Dick. También sus largos viajes por mar (fundamentales para la escritura de Moby Dick). Pero también descubrimos su obra maestra desconocida, Billy Budd (escrita en 1889, pero no publicada hasta 1924, después de la muerte del autor), en la que narraba la historia de un muchacho tartamudo falsamente acusado y ajusticiado por los miembros de su propia tripulación.

La segunda parte profundiza más en en la gran ballena blanca, las diversas interpretaciones... otros leviatanes marinos en la literatura (La Odisea, de Homero, 20.000 leguas de viaje submarino, de Verne; Pinocho, de Collodi. ..) enigmas del mar o misterios sin resolver.

Y la tercera repasa todas las representaciones artísticas del gigante del mar, desde las primeras ilustraciones hasta la película de John Huston, pasando por cómics o pinturas del siglo XIX. Un auténtico festín de imágenes espectaculares que demuestran la capacidad de la obra de Melville para disparar la imaginación de cualquier lector y de los mejores artistas de los últimos ciento cincuenta años.

El poder de la imagen

En la creación del mito de Moby Dick son fundamentales esas espectaculares imágenes que ha inspirado el monstruo de Melville y ese escenario insuperable que es el mar. Curiosamente, como la novela tardó en ser reconocida, las primeras ilustraciones no llegarían hasta más de 40 años después, en 1896 (A. Burnham Shute). Pero las ilustraciones que influyeron en casi todos los artistas posteriores son las que realizó I.W. Taber en 1899.

Desde entonces muchos otros autores y pintores se han dejado seducir por la lucha entre Ahab y la ballena, destacando a Mead Schieffer (que realizó la primera gran versión a todo color); el insuperable Rockwell Kent, que generó una uténtica corriente de seguidores; o grandes dibujantes como Enrique Breccia.

Sin olvidar las interesantes adaptaciones al cómic por parte de genios como Will Eisner (The Spirit), Dino Battaglila, Paul Gillon, Chiqui de La Fuente, o la expresionista versión de Bill Sienkiewicz para Marvel Comics. Sin olvidar las ilustraciones de Dreamworks para hacer una película de animación contada desde el punto de vista de la ballena, un proyecto que, desgraciadamente, no prosperó.

Mención aparte merecen los óleos que realizó José Ramón Sánchez (el inolvidable dibujante de Sabadabadá y El desván de la fantasía) y que él mismo se encarga de comentar en un artículo sobre su trabajo

El final del libro está dedicado a las versiones cinematográficas de Moby Dick, sobre todo a la de John Huston. Uno de los artículos está escrito por José Luis Garci, que recuerda la importancia del guión de Ray Bradbury (Crónicas Marcianas). Destacar también el de Luis Roca Arencibia sobre lo que supuso que Huston trasladase el rodaje de Moby Dick a Las Palmas de Gran Canaria (en la navidad de 1954), después de perder dos enormes maquetas de la ballena en las costas galesas y en entre Azores y Madeira, debido al mal tiempo. Por cierto, que fue la película más taquillera de 1956, el año de su estreno.

El estudio concluye con un análisis de otras adaptaciones al teatro, la poesía, la música, la radio, los dibujos animados y sobre su influencia en otras obras de ficción

Resumiendo, un estudio casi tan colosal e interesante como la propia obra de Mellville. Una gran lectura para este verano.

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