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'Un cuento chino', el embrujo de Darín

  • Es una tragicomedia dirigida por el argentino Sebatián Borensztein

  • La historia sobre choques culturales está participada por TVE

  • Podéis enviar preguntas para el encuentro digital con Darín del miércoles

JESÚS JIMÉNEZ
3 min.

Si nos van a contar Un cuento chino mejor que quien lo haga sea Ricardo Darín. Porque nos lo creeremos.

Porque contemplarle en la pantalla es un auténtico placer, algo que volvemos a comprobar en esta aparentemente sencilla pero intensa historia sobre la soledad, la incomunicación, la convivencia de culturas y la bondad.

Pocas veces ha estado Darín tan avejentado en la pantalla y además interpreta a un tipo solitario, hosco y lleno de manías. Un personaje que esconde una tragedia pero cada vez que mira a la cámara nos conquista y le perdonamos todo.

Porque pocos actores saben interpretar tan bien a un tipo corriente y sencillo, con sus manías, sus alegrías, penas y miserias. En este caso se mete en el papel de Roberto, un ferretero que colecciona noticias insólitas que recorta de los periódicos. Un tipo, atrapado en el tiempo, cuya vida no ha cambiado en 20 años y cuya existencia está marcada por una férrea rutina que nos recuerda a las manías de Jack Nicholson en Mejor imposible.

Aunque no esperéis ninguno de los divertidos aspavientos de Nicholson, porque en el personaje de Darín todo es contención y veracidad. Porque consigue que olvidemos que se trata de un actor para aceptarle como el viejo cascarrabias.

Una vaca cae del cielo, increíble pero cierto

Todo cambia para Roberto cuando una vaca cae del cielo en un lago de China, convertida en un misil de 700 kilos, y acabando con la vida de la prometida de Jun (Huang Sheng Huang). Una anécdota tan increíble, que solo podía estar basada en hechos reales. (Para comprobarlo solo tenéis que permanecer en la sala un par de minutos cuando comiencen los títulos de crédito).

El joven chino se queda solo y decide viajar a Argentina en busca de su único pariente vivo. Y, por circunstancias de la vida, termina aterrizando a los pies de Darín (literalmente).

Desde ese momento, el ferretero ve cómo el chino afecta a su maniática rutina e intenta deshacerse de él por todos los medios, sin conseguirlo. Y comienza el recital interpretativo de Darín, muy bien secundado por Huang Sheng Huang y Muriel Santa Ana, que interpreta a una joven enamorada de Roberto. Una historia de amor que se queda en segundo plano.

La convivencia de culturas

Porque lo que realmente mueve la historia es el choque cultural entre Roberto y su huésped forzoso. Una oportunidad para comprobar como ningún país, por grande que sea, es el ombligo del mundo. Entonces se producen situaciones divertidas, algunas incluso surrealistas, pero que no necesariamente se desprenden de situaciones graciosas.

A veces nos reímos de cosas que son bastante trágicas, pero así es la vida y así es esta interesante película, coproducida por Televisión Española. Y dirigida, con inteligencia y sensibilidad, por Sebastián Borensztein.

Con un reparto de apenas tres personajes en el que sobresale un inmenso Darín, que cada día crece más como actor  y que, a diferencia de otros grandes, no acumula tics ni manías con el paso de los años, siendo tan natural como en sus inicios.

Al final descubrimos que Roberto tiene motivos para ser un cascarrabias, pero a esas alturas de película poco nos importa, porque su personaje ya nos había embrujado.

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