Italia se despereza tras una tarde de sorpresas que llenaron el ánimo de unos y la desilusión de otros. El tándem Berlusconi-Bossi ha recibido una cura de humildad de la que está por ver cómo se recuperan
¿Es el inicio de un cambio? Silvio Berlusconi ha recibido un costalazo en donde más le duele: Milán. Él se tomó la plaza financiera italiana como un plebiscito a su gestión e, incluso se llegó a meter en la lista. La oposición se conformaba con llegar a la segunda vuelta.
Todo parecía dibujado pero el electorado ha escrito una partitura de notas inesperadas. El candidato del Partido Democrático llega a la segunda vuelta con una ventaja de seis puntos sobre la candidata del partido de Berlusconi que es la actual alcaldesa.
Pese a ello, Giuliano Pisapia hace un ejercicio de prudencia. No lanza campanas al vuelo y en una noche casi de silencio apenas se le ha escuchado decir que Milán necesita el cambio y él lo hará
Decepción en Nápoles
Pocas veces un ganador de primera vuelta vence en la definitiva pero la ventaja de Pisapia es amplia. Con no ser traicionado por los suyos podría bastar para cambiar el color de la Alcaldía de Milán y poner al gobierno central contra las cuerdas.
Nápoles es otra gran ciudad donde el berlusconismo se ha roto parte de la dentadura. Está en poder del centro izquierda. Berlusconi se las prometía muy felices. Los adornos de basura en cada esquina y la pestilencia que destilan eran el mejor aroma de su victoria, pero tampoco ha sido posible.
El centro derecha gana en primera vuelta pero no tiene mayoría suficiente y los napolitanos también tendrán que votar el 29 y 30 de mayo para confirmar el cambio al berlusconismo o seguir con el centro izquierda que ha sido incapaz de limpiar las calles de la bahía del Vesubio. En las otras dos grandes ciudades no habrá segunda vuelta. En Turín y Bolonia ha ganado el centro izquierda