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EE.UU. lidera "incómodo" la respuesta de la comunidad internacional en la crisis de Libia

  • Obama y Clinton aseguran que solo actuarán bajo mandato de la ONU

  • EE.UU. mantiene un perfil discreto pero todo el mundo le mira a él

  • Tiene todas las opciones sobre la mesa, incluida la intervención militar

DORI TORIBIO (CORRESPONSAL DE RNE EN WASHINGTON)
4 min.

EE.UU. tiene en este momento todas las opciones desplegadas sobre la mesa y las analiza cuidadosamente. El Pentágono por orden de la Casa Blanca estudia todas las acciones posibles contra el régimen de Muamar el Gadafi en Libia, incluida la intervención militar, sobre la que se sopesan los riesgos estratégicos y políticos.

No va a ser una intervención inminente, repite la Secretaria de Estado Hillary Clinton, ni unilateral. Esta administración no quiere ser lo que fueron administraciones anteriores. “Hemos vuelto al tablero de juego multilateral”, afirmó el presidente Barack Obama en su primera intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas poco después de llegar a la Casa Blanca. Irak resonaba en sus palabras. Y Hillary Clinton parece tenerlo grabado a fuego: “No actuaremos sin el mandato de la ONU. Será una solución multilateral”.

No actuaremos sin el mandato de la ONU, será una solución multilateral

Con la OTAN, o la UE, o la Liga Árabe, o la Unión Africana. EE.UU. se resiste a reaccionar en primera línea. Tampoco tiene por qué, pese a que los ojos del mundo miren hacia Washington.

La historia de su relación con Libia no es amable y desde hace décadas dio un paso atrás para darle la voz a Europa. Obama no puede levantar el teléfono y llamar a Gadafi, como hizo con Mubarak. Y posiblemente sería mucho peor si así lo hiciera, pensando en las últimas palabras del líder libio reavivando ancestrales diferencias entre ambos países. Pocas veces menciona directamente a Gadafi el presidente de los EE.UU. Cuando lo ha hecho, eso sí, no ha quedado ninguna duda: “Debe salir inmediatamente. Debe irse. Su gobierno ha perdido toda la legitimidad ante su pueblo. Debe detener la violencia y marcharse.”

Intervenir o no intervenir...

Este es el objetivo y EE.UU., está haciendo todo lo que está en su mano para acelerar los pasos de la comunidad internacional. De eso no hay duda. “El riesgo de este conflicto es que se enquiste…", ha declarado Hillary Clinton. Y siempre parece que a su frase le falta la segunda proposición: "como alguien no haga algo ya".

EE.UU. espera y busca alguna reacción que no sea la propia. Obama empezó con una ronda de llamadas a los líderes europeos, citó a Ban Ki Moon en la Casa Blanca, inició la cadena de sanciones económicas y fue el primero en dar la orden para que sus buques de guerra se acercaran a Libia. EE.UU. se resiste a intervenir, pero tampoco quiere seguir presenciando la brutal represión a un pueblo que reclama libertad, porque esa es la bandera que a Washington le gusta levantar.

Por eso, para muchos, el presidente Obama está siendo débil, poco contundente e indeciso, como decía el senador republicano John McCain. Las voces más conservadoras reclaman una intervención militar para ayudar a un pueblo que lucha contra décadas de dictadura. Dejan caer la posibilidad de armar a la oposición a Gadafi y piden a la Casa Blanca la apertura de una zona de exclusión aérea, desde donde no se niega que es una de las opciones posibles, pero cuyos riesgos debemos sopesar con precaución.

...con el apoyo de la ONU y los libios

El secretario de Defensa, Robert Gates, pidió que no se hable a la ligera. “Llamemos a las cosas por su nombre. Una zona de exclusión aérea empieza con un ataque contra Libia para destruir sus defensas aéreas. Es un acto de guerra”. Sentará precedentes y tendrá consecuencias.

Barack Obama mantiene un perfil público muy discreto respecto a Libia. No quiere ni intervenir demasiado en los asuntos internos de otro país, ni que lo parezca.

“Tomemos el ejemplo de Egipto. Todo salió bien porque el pueblo sintió que el poder del cambio estaba en su mano. Que no venía desde fuera. Y por eso no vimos sentimientos antiestadounidenses”. No vimos quemar banderas estadounidenses en Egipto y la Casa Blanca no quiere verlas ahora tampoco. Es el pueblo libio el que debe decidir su propio futuro, es una revolución de Libia y en Libia, se repite desde Washington, plasmando una de las preocupaciones centrales de esta administración. No quieren ser ese país que una vez más inspira asuntos internos ajenos y una vez más en Oriente.

EE.UU. espera unirse a toda la comunidad internacional pese a que nadie oculta sus deseos. En su última rueda de prensa, el portavoz del Departamento de Estado, un muy sincero Phillip Crowley, afirmó que EE.UU. quiere que Gadafi salga de Libia ya. Que coja un avión y se vaya. ¿A dónde?, preguntaban los periodistas. Nosotros no reservamos el vuelo, pero si me preguntáis, el destino que más me gusta, es un billete a La Haya.

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