Los cláxones suenan en las calles de El Cairo una y otra vez, símbolo del tráfico caótico de una ciudad de 20 millones de personas que se despierta con una apariencia de normalidad.
Sin embargo, miles de personas siguen acampadas en la plaza Tahrir, a la espera de una caída de Mubarak que no llega mientras una cola de ciudadanos accede a cuentagotas entre controles militares.
“Les permiten sacar dinero pero en pequeñas cantidades“
Hoy era el día en el que el Ejército quería que se abriese al tráfico el epicentro de las protestas como símbolo de esa normalidad que se añora, pero por ahora solo circulan coches por el paseo del Nilo.
Mientras, los cairotas hacen largas colas en los cajeros, tras 12 días cerrados, para sacar dinero pero en pequeñas cantidades.
Los bancos están cerrados desde la noche del 28 de enero por la falta de policía en las calles y los actos de saqueos y pillaje que se registraron.
La mayoría de los egipcios no tuvo tiempo de cobrar su sueldo y hoy sólo unas pocas sucursales en el país han abierto durante tres horas y con límite para retirar efectivo.
El Banco Central de Egipto ha impuesto este domingo un límite de 10.000 dólares para hacer operaciones en efectivo en las entidades bancarias, informa la televisión pública. Aunque estos límites no afectarán a las transferencias electrónicas.
La Bolsa de El Cairo sigue sin abrir de forma regular tras las fuertes pérdidas que experimentó en enero y mañana lunes también cerrará.
Más diálogo
En el terreno político, los Hermanos Musulmanes se sientan este domingo a hablar con vicepresidente egipcio, Omar Suleimán, junto con otros representantes de la oposición.
“Los Hermanos Musulmanes exigen la renuncia del presidente Mubarak“
El portavoz de esta formación, Issam al Arian, ha señalado que su formación política había aceptado participar en ese diálogo para conocer las posturas de las autoridades "sobre las exigencias del pueblo".
De momento, Arian ha dejado claro que los Hermanos Musulmanes mantienen sus exigencias iniciales, que incluyen la renuncia del presidente Hosni Mubarak.
Esta será la primera vez durante el régimen de Mubarak en que representantes de las autoridades se reúnen de manera pública con dirigentes de los Hermanos Musulmanes, un grupo ilegalizado pero tolerado por el régimen egipcio y la fuerza política mejor organizada de la oposición.