El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy ha preparado el menú con la intención de que la cumbre sea lo más tranquila posible.
Según su guión, sólo hay una decisión por tomar. Y está pactada ya: habrá reforma del Tratado de Lisboa. Una reforma mínima, puntual, que no obligue a convocar nuevos referéndum y con el único objetivo de blindar el futuro fondo de rescates de la zona euro, ante el tribunal constitucional alemán.
Van Rompuy no se opone a que haya más debates. Pero ha pedido a los líderes que los dejen para la cena de esta noche. Cuando estén tranquilos, sin asesores y, sobre todo, sin la obligación de tomar una decisión inmediata.
Evitar broncas públicas
Trata así de evitar querellas públicas como la mantenida entre el primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, y la canciller alemana, Angela Merkel.
“Lo último que necesitamos es un concurso de belleza entre líderes”, apuntó este martes el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
En Bruselas, altos funcionarios de las instituciones europeas creen que ideas como la de emitir bonos de deuda europeos, son válidas, tienen recorrido, pero más adelante, cuando Merkel pueda convencer de ellas a la opinión pública alemana.