El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha lamentado que hoy el mayor activo de la candidatura del secretario general del Partido Socialista en Madrid, Tomás Gómez,sea que fue el hombre que dijo no a Zapatero.
Ha precisado que éste es un "activo relativo" ya que "si un día gana las primarias es un pasivo, una rémora para él y para el partido". Así, Rubalcaba ha defendido la candidatura de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, por su "empuje" y su capacidad de diálogo, "algo que en Madrid viene muy bien", ha añadido.
El titular de Interior también ha comentado que si a él hubiese sido Gómez y le hubiese llamado el secretario general del partido habría dado "un paso atrás", habría reconocido que Trinidad Jiménez es mejor candidata y seguiría como secretario porque la "vida política da para mucho".
Jiménez, en "un momento óptimo de su carrera"
Sobre este asunto, el ministro ha dicho que la gestión del partido ha sido perfecta, "se ha dialogado sin voluntad de marginar a nadie poniendo sobre la mesa los datos que se tenían e intentando hacer lo mejor para el partido".
Si un candidato es "muy bueno" y otro es "bastante peor", ha dicho Pérez Rubalcaba citando las encuestas, es un "ejercicio de responsabilidad" por parte de la dirección poner los datos sobre la mesa y plantear opciones, lo cual no significa "ni marginar, ni excluir ni humillar a nadie".
Rubalcaba se ha decantado por la candidatura de Trinidad Jiménez porque "está en un momento óptimo de su carrera política" y es una persona dialogante, "lo que en Madrid viene muy bien".
Ha subrayado que Jiménez tiene el "empuje" de cuando fue candidata al Ayuntamiento de Madrid, donde obtuvo buenos resultados; la experiencia de oposición en este mismo Ayuntamiento y en las relaciones exteriores además de una "gestión sobresaliente" en el Ministerio de Sanidad, a lo que ha sumado "la cercanía".
El ministro ha recordado que no es militante de Madrid pero sí miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, y desde esa condición ha defendido el derecho "y la obligación" de la dirección del partido de decir lo que cree que es mejor ante una convocatoria electoral, aunque luego sean los militantes los que decidan.