Pocas veces unas elecciones regionales han tenido tanto valor político como las que se celebran hoy en Renania del Norte, el land más poblado y más industrializado de la República Federal. En juego está, sobre todo, el prestigio político y la capacidad de maniobra futura de Angela Merkel.
Pero también se juega mucho el SPD, los socialdemócratas, quienes necesitan un triunfo en Renania después del descalabro que sufrieron en las generales del pasado mes de septiembre, cuando obtuvieron los peores resultados de su centenaria historia.
Los observadores políticos están de acuerdo en un punto.La CDU de Merkel y los socialdemócratas no podrán gobernar solos. Necesitarán un socio al menos para hacerse con el poder.
En la actualidad Renania del Norte está regida en negro-amarillo,es decir, los colores de la democracia cristiana y el Partido Liberal, quienes también dominan el gobierno a nivel federal.
Pero, obligados por las circunstancias, los democristianos podrían plantearse formar equipo con los ecologistas,aliados a la que tampoco dirían no los socialdemócratas si se hicieran con la victoria.
Como elemento perturbador figura el Partido de la Izquierda, que podría lograr más de un cinco por ciento en las urnas y que revalidaría así su implantación cada vez más extendida en el territorio de la antigua Alemania Occidental.
No es descartable, incluso, una Gran Coalición de democristianos y socialdemócratas, como la que ya gobernó el país durante cuatro años y hasta septiembre del 2009. No sería un matrimonio por amor, pero permitiría a la Canciller mantener la mayoría en el Bundesrat,la Cámara de los Länder o estados federados.
Sin esa mayoría,a Angela Merkel le será casi imposible sacar adelante leyes y proyectos importantes,especialmente la reforma fiscal pendiente.