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El toro de la libertad

  • El director del programa 'Tendido Cero' defiende su visión de la Fiesta

  • Asegura que los toros son una seña de identidad catalana

FEDERICO ARNÁS
3 min.

Jamás un mes de diciembre había sido tan torero. Los antitaurinos han logrado más que los taurófilos; gracias a su intransigencia ha aflorado un sentimiento de transigencia de aquellos que sin gustarle La Fiesta y el toreo no aceptan las prohibiciones porque la libertad se sustenta en el respeto ante la discrepancia.

Este viernes, 18 de diciembre, los diputados del Parlament han tenido en su mano, es decir en su voto, la posibilidad de dar un paso hacía una abolición definitiva del rito taurino en Cataluña o a perpetuar su existencia mientras los aficionados lo demanden. Todo apuntaba a un final apretado y así ha sido, se ha perdido una batalla, pero no la guerra y totalidad la estocada o el indulto se aplazará a un pleno a finales de la primavera.

La Fiesta de los toros ha sido una seña de identidad catalana. En los años 20 convivieron tres plazas abiertas en Barcelona y en los cincuenta y sesenta La Monumental superaba en espectáculos Las Ventas y La Maestranza. Incluso nacionalistas tan significados como Maciá o Companys fueron reconocidos aficionados. Es un error colgar etiquetas taurinas según las ideologías. En la derecha hay antis y en la izquierda taurinos. 

Es una trampa poner al animal como escudo de toda ética íntima. Tanto es así que la historia dice que Hitler fue el primero que dictó una ley de protección de los animales. También es falsa la idea de que ser aficionado significa despreciar a los seres vivos irracionales. Ya lo dice la calle: unos en contra de los toros, lo que significaría la desaparición de la especie con sus gravísimas repercusiones ecológicas, y otros a favor de los toros, por tanto los impulsores de su expansión y cuidados. Parece absurdo que con la abolición de las corridas se reivindique al mismo tiempo la extinción de una especie para salvar a una tercera parte de esa especie. 

No olvidemos que por cada toro que muere en la plaza viven cuatro entre machos, vacas y sementales. Se habla de maltrato y no del trato privilegiado en sus cuatro o cinco años de vida. También se olvida que el toro de lidia, repito de lidia porque sin lidia no habría toro, es el único animal que tiene la posibilidad del indulto por ofrecer lo mejor de su raza. Sólo el toro tiene el don de la bravura.

La contradicción catalana y los intereses políticos han hecho que al mismo tiempo que se plantea la desaparición de las corridas formales y reglamentadas los partidos nacionalistas prometan la protección de los "correbous" (los toros por las calles) por la sencilla razón de que esa tradición está arraigada en Tierras del Ebro donde existe un importante vivero de votos. ¿Cinismo? Por encima de ¡ toros sí, toros no! está en juego el respeto a una opción. Mañana Cataluña debe dar una lección de libertad sin conservantes ni colorantes.

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