Veinticuatro horas de huelga de hambre voluntaria. El Coliseo iluminado esta noche como si fuera la antorcha de un nuevo mundo con el apetito satisfecho.
El director general de la FAO y el alcalde Roma se han sumado a esta iniciativa depuradora del organismo consistente en permanecer 24 sin ingerir alimentos. Pero el hambre es otra cosa. No depura, sino que infecta y mata. Algún analista dice hoy en Italia que la FAO se come el dinero y luego se declara en huelga de hambre
Mañana empieza una nueva cumbre de la FAO para luchar contra el hambre del mundo, pero no hay que hacerse grande ilusiones: en la declaración final apenas habrá formulaciones genéricas, sin plazos ni objetivos concretos.
"Si no se cumplen los ya acordados, cómo vamos a seguir apuntando a objetivos inalcanzables", aseguran dirigentes de la propia organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación. "La declaración es sólo una repetición de viejas obviedades", afirma el coordinador de derecho a la alimentación de Ayuda en Acción, Francisco Sarmiento.
Contra el hambre no se puede estar de brazos cruzados. Pero estos macro encuentros con gran gasto de dinero se antojan como una fórmula anacrónica de sacar pecho.
Inaugurada por Benedicto XVI
Mañana Roma se convertirá en la capital mundial contra el hambre. Las buenas intenciones se suponen; el valor del trabajo se ansía; las ONG's se movilizan, pero la falta de los grandes del mundo ha adelgazado un poco más el peso específico de la cumbre que será inaugurada por el Papa Benedicto XVI.
Seiscientos delegados de los cinco continentes se concitan en Roma. España figura en cabeza de los contribuyentes a las iniciativas de la FAO, aunque para esta ocasión Zapatero se suma a la ausencia de los grandes líderes mundiales y es la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, quien encabeza la delegación española.