"Nunca he pagado por una mujer. No entiendo qué satisfacción puede existir sin el placer de la conquista". Silvio Berlusconi se confiesa en el semanario CHI que hoy sale en los kioskos. Ahí también asegura que hay muchos dinero detrás de Patricia D'dario para que lo involucre en la denuncia de inducción a la prostitución.
Esa mujer, de profesión acompañante de lujo, ha depositado nuevas pistas en las Fiscalía de Bari. Es una maná de grabaciones pese a que sólo estuvo en dos fiestas del premier. Los documentos dejan a los escoltas en el objetivo de la fiscalía, ya que la seguridad personal del primer ministro parece que está al tanto de todas sus correrías.
Respecto al empresario que reclutó a las chicas para sus fiestas, Il Cavaliere dice que lo conoció el pasado verano y que, como para cualquier ciudadano implicado en una acción judicial, debe valer la presunción de inocencia.
En ese papel melodramático que gusta de utilizar en algunos momentos, asegura que la separación de su mujer le ha causado mucho dolor y la herida, tal vez, no pueda cicatrizar ni con el tiempo.
Berlusconi se explica y la Iglesia ha abierto la etapa de críticas. Los Obispos le censuraron hace unos días. Ahora el semanal Familia Cristiana, asegura que Berlusconi ha superado el límite de la decencia y que estamos ante un caso de emergencia moral. El flanco católico se ha quitado la mordaza